Dilema social

Drogas: legalizar o prohibir, la incómoda conversación

Convivir con el consumo de drogas es uno de los temas sociales más complejos. ¿Qué argumentos podrían favorecer su regularización teniendo en cuenta sus efectos devastadores?

Mercado de sustancias. Shutterstock
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El debate sobre la legalización de las drogas está, como ocurre con cualquier asunto espinoso, muy polarizado. Lo que para unos es solución para otros se convierte en una seria amenaza. Algunos países han dado ya el paso, pero la experiencia no ofrece mucha luz, sino más bien sombras, de manera que no hay un modelo que acabe con esta lacra. La discusión en España parece obligada.

¿Es pertinente?

Según el Informe Europeo sobre Drogas 2025, un 13,3% de españoles entre 15 y 64 años ha tomado cocaína al menos una vez en su vida, la cifra más alta de la UE por encima del 9,4% de Francia y Dinamarca, o el 8% de Países Bajos. Es decir, somos uno de los líderes mundiales. Más: durante el último año, el 21,8% de los estudiantes ha consumido cannabis, una sustancia con una presencia cada vez mayor.

El asunto es grave. Los jóvenes banalizan su riesgo y en un porcentaje elevado acaban en urgencias o en tratamientos de desintoxicación. El 57,3% de las Urgencias está relacionado con consumo de drogas ilegales, responsable también de más del 90% de las admisiones a tratamiento en menores de 19 años, de acuerdo con el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA). Si continuamos con la cocaína, esta está presente en el 60% de las muertes vinculadas con drogas y en la mitad de las producidas por sobredosis, cifras que doblan los promedios de Europa.

Este fin de semana se celebra en Sevilla las XIX Jornadas de Encuentros Jurídicos y Psiquiátricos, este año bajo el titular “Las drogas y ¿su legalización”. Organizadas por la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM) y por la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, reunirán a legisladores, jueces y médicos con el fin de iniciar un debate presente en la sociedad, pero sin ánimo de posicionarse ni a favor ni en contra, sino de trasladar la discusión al terreno técnico de la salud pública y la regulación.

Uno de los datos más preocupantes es la integración del cannabis como una sustancia de consumo cotidiano para muchos ciudadanos, especialmente entre los jóvenes. Se percibe como inofensivo, incluso mejor que el alcohol y el tabaco. Esta aceptación se refuerza en el entorno y en la difusión de ideas que minimizan sus riesgos. Su uso terapéutico, legítimo, se utiliza como argumento para respaldar esa aquiescencia.

Es uno de los bulos que incluyen los psiquiatras Javier Vázquez-Bourgon y Rocío Pérez Iglesias en un trabajo sobre salud mental y cannabis, una droga consumida por un amplio porcentaje de la población, a pesar de ser ilegal. “El cannabis afecta en el cerebro fundamentalmente en el sistema que participa de manera especial en las funciones relacionadas con el comportamiento, el aprendizaje, la gratificación, la ingesta de comida, el dolor y las emociones. Con el consumo, todas estas funciones se alteran”, indican.

Alertan también del riesgo de padecer enfermedades físicas y mentales. “Está relacionado con trastornos como la depresión, la ansiedad, los episodios psicóticos e incluso la esquizofrenia”. El vínculo es claro: tienes cinco veces más posibilidades de experimentar un episodio psicótico si consumes diariamente cannabis de alta potencia. En cuanto a su uso terapéutico, aclaran que el uso medicinal del cannabis se reserva para situaciones en las que otros tratamientos han fallado y se administra en preparaciones purificadas, con una composición conocida y bajo estricta supervisión médica.

El error de apoyarse en su efecto terapéutico

El efecto terapéutico del cannabis en dolencias muy definidas médicamente y bajo un estricto control ha llevado a una parte de la sociedad a afirmar alegremente que “no pasa nada”, obviando su amenaza, especialmente en edades tempranas, cuando el cerebro está en pleno desarrollo, y el riesgo de adicción.

El cannabis daña el sistema respiratorio y cardiovascular. Los consumidores menores de 50 años tienen seis veces más probabilidades de sufrir un infarto, cuatro veces más un accidente cerebrovascular isquémico, el doble de riesgo de insuficiencia cardíaca y tres veces más muerte cardiovascular.

En cuanto a la cocaína, la Organización Mundial de la Salud estima que entre el 30% y el 40 % de consumidores crónicos desarrolla episodios psicóticos transitorios, como paranoia y alucinaciones. También el éxtasis, cuyo uso repetido o en dosis altas se asocia con deterioro de la memoria, síntomas depresivos y ansiedad persistente. O los opiáceos, que suma a toda esta patología psíquica alta comorbilidad con intentos de suicidio.

La droga 'kush' - Internacional
La devastación de las drogas es un problema internacional
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En España tenemos la paradoja de que el tráfico y venta de sustancias tóxicas no legalizadas está prohibido, pero se permite el consumo en el ámbito privado. ¿Qué podría hacer pensar que la regularización de su uso recreativo ayudaría a atajar el problema? Quienes defienden esta postura esgrimen que relajaría la carga de los tribunales para ocuparse de otros delitos, se restaurarían algunas libertades ciudadanas, las drogas serían más seguras, se reduciría el mercado negro y la criminalidad y se reducirían su consumo. Exponen el ejemplo de los holandeses, con tasas de consumo por debajo de la media.

“Antes se cazaba a hechiceras, hoy se caza al drogadicto”

Antes de morir, el psiquiatra estadounidense Thomas Szasz, dio por estéril la guerra contra las drogas. “Es una lucha contra la misma naturaleza humana”. Opinaba que el consumo de sustancias (cannabis, cocaína o heroína), al igual que las relaciones sexuales, eran asuntos privados en donde ni la política ni el Estado tenían derecho a ninguna regulación. “Nadie tiene derecho a decidir sobre el cuerpo y la mente de otra persona”. No estaba tampoco a favor de la regulación del cannabis terapéutico al creer que sustituían la sanción legal por una tutela médica, lo que implicaba un control más de la conducta cotidiana. “Antes se cazaba a hechiceras, negros, judíos, homosexuales, a los rojos o masones y hoy se caza al drogadicto”.

Pensaba que prohibir el consumo de sustancias era un acto hipócrita, ya que nadie va a respetar las leyes, como fue el caso de la ley seca en los Estados Unidos. “Se siguió consumiendo alcohol de peor calidad, a un precio más alto y todos los beneficios iban a parar a bandas criminales”. Szasz, referente de la antipsiquiatría, comparaba la legalización de la droga como la de la motosierra, potencialmente peligrosa.
En la otra orilla, el pensamiento del psiquiatra Luis Rojas Marcos, que considera que aumenta el consumo de drogas por “una cultura que socializa el alivio inmediato” e idealiza “las medicinas de calidad de vida”.

Perfil del joven consumidor

  • El grupo de edad que más consume es el de 16 y 17 años: 57,9%, chicas; 61,6%, chicos
  • Entre los 14 y15 años, 31,4% son chicas frente al 26,1% de los chicos
  • El 68,5% ha consumido de uno a cinco días al mes: 73% en las mujeres y 64,7% en los hombres
  • El consumo habitual (entre 10 y 29 días al mes) es menos frecuente entre las chicas (18,4% frente al 26,1%)
  • Tanto chicas como chicos consumen, en general, el cannabis mezclado con tabaco (77,2% en las mujeres frente a 74,4% en los hombres)
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