La educación en España atraviesa uno de sus grandes desafíos silenciosos. Aunque, paradójicamente, el problema sea el ruido. Las interrupciones constantes, la falta de atención y los ambientes desordenados están convirtiéndose en una amenaza real para la calidad del aprendizaje. Así lo advierte el informe Talis 2024 de la OCDE, que sitúa a España entre los países con aulas más disruptivas del mundo.
Según el estudio, un 29% del profesorado de Secundaria y un 24% del de Primaria perciben que sus clases son “ruidosas y desordenadas”. La cifra supera ampliamente la media internacional y europea, situada en el 21%. En otras palabras: casi uno de cada tres docentes españoles siente que la enseñanza se interrumpe por la falta de disciplina.
Este entorno afecta directamente al bienestar del profesorado. Más de la mitad asegura sufrir estrés laboral por culpa del ruido, los retrasos en el inicio de las clases y la necesidad constante de recuperar el orden. “La disciplina resulta un problema en España”, advirtió Andreas Schleicher, responsable de Educación de la OCDE, al presentar los resultados.
La diversidad como reto (y oportunidad) en las aulas
Pese a las dificultades, la OCDE subraya que la educación en España ofrece más ventajas que desventajas. El 97% de los profesores se declara satisfecho con su trabajo y valora positivamente su entorno. Sin embargo, el informe revela un punto de tensión creciente: la diversidad en las aulas.
España vive un contexto escolar más heterogéneo que nunca. Según el estudio, el 67% del profesorado de Secundaria y el 54% del de Primaria afirman tener que atender a alumnos con niveles académicos, contextos lingüísticos y situaciones socioeconómicas muy dispares. Esa realidad obliga a adaptar metodologías, ofrecer apoyos personalizados y reforzar la atención a estudiantes con necesidades especiales.

“Los entornos académicamente diversos tienen más probabilidades de experimentar interrupciones”, señala la OCDE. En Secundaria, el 40% del profesorado español confiesa sentirse estresado al trabajar con alumnos con necesidades específicas, una cifra superior al promedio internacional (37%).
Para el secretario de Estado de Educación, Abelardo de la Rosa, la clave pasa por asumir que “la diversidad es la nueva normalidad”. Así lo ha recogido 20 Minutos. El Ministerio prepara un plan de inclusión educativa que busca mejorar la atención a los distintos perfiles del alumnado. Sin embargo, De la Rosa reconoce que otros países cuentan con “más historia de diversidad” y una “mayor aceptación sociológica”, lo que deja a España en una fase de adaptación pendiente.
Desde la OCDE también se lanza una advertencia: los docentes más jóvenes suelen acabar en los grupos más difíciles, con clases complejas y alumnos más desmotivados. Un factor que puede provocar abandono temprano de la profesión.
Tecnología, burocracia y agotamiento docente
Otro punto crítico que refleja el estudio es la brecha tecnológica en la educación en España. Aunque el 35% del profesorado asegura haber utilizado herramientas de inteligencia artificial en clase, el dato está muy lejos de países como Nueva Zelanda (69%) o Australia (66%). Además, los docentes españoles se muestran más escépticos ante la utilidad real de la IA: solo un 33% cree que ayudará a personalizar la enseñanza y un 37% confía en que permita automatizar tareas.
Para Schleicher, este escepticismo está ligado a la falta de formación previa. “Los profesores españoles están menos preparados que los de otros países para incorporar la tecnología educativa”, apuntó. Una situación que debería cambiar “si se quiere aprovechar el potencial de la IA en el aprendizaje”.

Pero más allá de la tecnología, el principal foco de estrés del profesorado español sigue siendo la burocracia. El 64% de los docentes de Secundaria considera que el exceso de papeleo y la carga administrativa son su mayor fuente de ansiedad, frente al 52% de la media de la OCDE. Paradójicamente, el 97% sigue manifestando orgullo por su labor. Eso revela la vocación que sostiene al sistema.
Además, el informe destaca que los profesores en España tienen poca influencia en los contenidos curriculares (solo el 25% participa en su diseño). Aunque sí gozan de libertad para aplicarlos: el 73% declara tener autonomía metodológica.
A nivel laboral, el 90% afirma tener buena relación con sus equipos directivos y el 65% siente el reconocimiento de las familias. En cuanto al futuro, solo un 19% del profesorado de Secundaria contempla abandonar la profesión, frente al 27% de la OCDE.