Nacer en 1955 fue llegar al mundo cuando el polvo de la Segunda Guerra Mundial apenas empezaba a disiparse. Fueron los primeros bebés de una nueva etapa: la del esfuerzo sin dramatismos, la del progreso sin alardes. La generación del nuevo Papa, León XIV, pertenece a esa estirpe de mujeres y hombres que aprendieron pronto que la educación era un puente, no un privilegio.
No vivieron la guerra, pero crecieron entre sus ruinas. Vieron a sus padres reconstruir ciudades, levantar escuelas y sembrar futuro. Heredaron el silencio de los que no hablaron del dolor y lo transformaron en determinación. Fueron niños en los años 60 y adolescentes en los 70. Vieron el mundo abrirse, lentamente, al conocimiento, a los derechos civiles, a la televisión en color y al sonido del rock.
Primeros estudios universitarios
A diferencia de sus antecesores, muchos de ellos fueron los primeros en sus familias en entrar a una universidad, algo que no desaprovecharon, como el nuevo Papa, que es matemático. Valoraron profundamente la educación, no como ornamento, sino como herramienta. En países como España o Estados Unidos, esta generación entendió que estudiar no era una opción, sino una necesidad.

Se formaron en aulas sin calefacción pero con pizarra y tiza. La disciplina era parte del aprendizaje. Crecieron con la convicción de que el trabajo duro era una virtud, no un castigo. Y en ese marco de esfuerzo y constancia, brillaron nombres que aún resuenan como Mary Beard, Jeff Koons, Bill Gates, John Grisham, Donatella Versace, y ahora, Robert Prevost, el nuevo Papa.
En activo a los 70, como el Papa
Hay muchos actores del 55 que siguen en primera línea como Kevin Costner o Willem Dafoe. Empresarios de éxito como Bill Gates o incluso presidentes de la República francesa como Nicolas Sarkozy.

En España, la “generación Papa” ha sido presidente del Gobierno como Mariano Rajoy, líderes de la izquierda como Gaspar Llamazares, periodistas como Pedro Piqueras o presentadores como el Gran Wyoming. Jueces como Baltasar Garzón, cantautores como Manolo García o músicos que se han reinventado como Ramoncín.

En cuanto a las mujeres del 55, este tesón y amor al trabajo se observa en todas ellas. Iman, la supermodelo somalí continúa desfilando y ha montado un imperio cosmético. Whoopi Goldberg sigue en la pantalla a través de sus trabajos como guionista, productora, actriz, presentadora… Y la diseñadora Donatella Versace demuestra en cada temporada que es la reina del glamour eterno. Por no hablar de la historiadora Mary Beard, una de las personas que más ha contribuido al feminismo, a su divulgación y a intentar desmantelar los cimientos más arraigados del machismo.

Las españolas de la “generación Papa”
En España, las representantes más famosas de la “Generación Papa” son Ana Obregón, la actriz Angela Molina o la escritora Clara Sánchez.

Los de 1955 no se rebelaron con violencia. Cambiaron el mundo desde la constancia: fundaron empresas punteras, escribieron libros, diseñaron moda, innovaron tecnologías y desde el jueves, uno de ellos, lidera la Iglesia Católica. No son una generación ruidosa, pero sí firme. Su legado está hecho de decisiones calladas y compromisos duraderos.

Gestos que perduran
Hoy, en el año que cumplen setenta (el Papa es de septiembre), muchos de ellos están en activo, compartiendo sabiduría, enseñando con el ejemplo. Algunos hasta ya son abuelos. Conectados a internet, pero con alma de biblioteca. Siguen escribiendo a mano, pero también mandan memes por WhatsApp. Guardan sus fotos en papel, aunque almacenan nuevos recuerdos en los vídeos que montan de sus escapadas. Habitan un tiempo nuevo sin renunciar a sus valores: trabajo, educación, respeto. Y es que la generación del 55 no busca protagonismo. Su huella, como la del nuevo Papa, está hecha de gestos que perduran. De ahí que conociendo a esta generación se pueda augurar que León XIV no será un Papa efímero.