Alarma global

¿Puede haber un terremoto en España? “Donde ha temblado, temblará”

Lo ocurrido en Rusia nos pone en alerta, pues nuestro país no está exento de riesgo. La catedrática Belén Benito nos explica con detalle qué podría ocurrir y dónde y cómo deberíamos prepararnos

Una pantalla de televisión en una estación de tren de Tokio muestra noticias sobre el tsunami
Efe

España queda fuera del cinturón de fuego del Pacífico, lo que nos deja geográficamente aliviados ante el riesgo de tsunami que alcanza a las costas de Japón, Filipinas, Chile y otras regiones tras el terremoto de magnitud 8,8 que ha sacudido la costa este de Rusia, el más grave desde 2011. Pero sí hemos tenido tsunamis por terremotos con epicentro en el Atlántico y en el Mediterráneo. El más importante fue el generado por el terremoto de Lisboa de 1755, al suroeste del Cabo de San Vicente, que generó un tsunami causando mil muertos en las costas de Huelva y Cádiz. ¿Estamos libres de amenaza?

Nos da qué pensar el terremoto en el mar de Alborán, en el sur y sureste de España, ocurrido en la madrugada del pasado 14 de julio. “Fue uno de los mayores sismos registrados en España desde la época instrumental”, advierte Belén Benito, catedrática de la Universidad Politécnica de Madrid y codirectora de la empresa Geolyder, especializada en estudios de peligrosidad y riesgo sísmico. Este reciente sismo fue localizado por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) con epicentro en el mar, a unos 30 kilómetros al sudoeste de la costa almeriense, con una profundidad de tres kilómetros.

Tras el sismo principal, durante los tres primeros días se registraron un total de 45 réplicas con profundidades entre 1 y 21 kilómetros. El principal se sintió en 512 poblaciones, especialmente en Almería y Murcia, con vibraciones de objetos y muebles ligeros. “No hubo que lamentar daños personales, pero cabe preguntarse qué habría ocurrido si el epicentro se hubiera localizado en la costa, cerca de alguna población, en lugar de en el mar. Porque este terremoto tuvo una magnitud superior al de Lorca de 2011, que recordemos fue de magnitud 5.1 y causó 9 víctimas mortales y cuantiosas pérdidas materiales”, reflexiona Benito.

A partir de aquí, son muchas las preguntas. ¿Podría darse tal situación en el futuro? ¿Podría ocurrir un terremoto de magnitud similar al del 14 de julio, o aún mayor, con localización en tierra y cerca de una zona poblada? ¿Cuáles podrían ser las consecuencias? A todas las preguntas nos responde esta sismóloga en un momento en el que todas las miradas se dirigen a Rusia.

“Si así fuese, esta catástrofe podría ser muy superior a la que lamentablemente se vivió en Valencia por la Dana del 29 de octubre de 2024. Porque los terremotos son los fenómenos naturales que más daño y devastación han generado históricamente en nuestro país, llegando en algunos casos a producir más de 1.000 muertos”, explica. “Ignorar el riesgo nos hace más vulnerables e impide afrontarlo y adoptar medidas preventivas oportunas”, añade.

A qué se debe esta sismicidad

Para entender esta posibilidad, nos explica que la razón está en la existencia de numerosas estructuras tectónicas (fallas activas) con potencial sismogénico, generadas en el marco del contacto de placas Eurasia-África. En la actualidad, esas placas convergen en dirección Noroeste-Sureste con velocidad de, aproximadamente, 5 mm/año. La convergencia entre ambas placas tectónicas se acomoda principalmente fallas en la cordillera Bética. Esas fallas activas son las de Crevillente, Bajo Segura, Carrascoy, Alhama de Murcia, Palomares y Carboneras. Destacan la falla de Alhama de Murcia de unos 87 km de longitud, asociada con el terremoto de Lorca de 2011, y la de Carboneras.

Los sismos y la severidad en España

“El terremoto del 14 de julio -responde Benito- ha sido el de mayor magnitud ocurrido en la costa de Almería en los últimos 70 años. Otros terremotos recientes destacados en la zona son: el terremoto de Berja en 1993, con Mw 5, que fue sentido con intensidad máxima VI-VII y el terremoto de Gergal en 2002, con Mw 4.6 y sentido con intensidad V. Para entender mejor la severidad de estos sismos, aclaramos que una intensidad de grado V supone que es sentido con alarma por toda la población, reportando daños ligeros, mientras que el grado VI-VII supone pánico por parte de la población y reporte de daños moderados en muchos edificios”.

En la costa de Almería han ocurrido también terremotos históricos muy destructivos, como el de Vera en 1518 con intensidad máxima VIII-IX, el de Alhama de Almería en 1522 con intensidad máxima VIII-IX; o los de 1910 en Adra, con intensidad máxima de VIII. Estas intensidades reflejan ya alto nivel de destrucción. Con grado VIII, muchos edificios sufren daño severo o colapso, quedando inhabitables. Con grado IX, destructivo con daño completo (colapso) de gran parte de los edificios y sensación generalizada de pánico en la población. Y grado X, muy destructivo, con ruina de la mayor parte de edificios.

140 años sin un terremoto de gran intensidad

La catedrática recuerda que en el siglo XX y en lo que llevamos del siglo XXI no ha ocurrido ningún terremoto que haya causado un nivel de destrucción comparable con el alcanzado en los sismos históricos mencionados. “Llevamos por tanto 140 años sin un terremoto de gran intensidad, como los ocurridos en el pasado, con un promedio de dos por siglo. ¿Qué cabe esperar en el futuro?” Benito recurre a una expresión popular en sismología: “Donde ha temblado, temblará”.

“El sur y sureste de España -detalla- se encuentran en una zona de sismicidad moderada, en un contexto mundial, con sistemas de fallas capaces de generar terremotos de magnitud moderada-alta. Son fallas lentas, lo que significa que acumulan pequeños deslizamientos por año. Esto supone que los periodos de recurrencia o periodos entre dos sismos consecutivos en cada falla son grandes, de cientos e incluso miles de años”. Pero el hecho de que las fallas del sur y sureste español sean más lentas, no significa que no tengan capacidad para generar sismos en el rango de magnitud indicado.

Cuándo y qué puede pasar

Es la pregunta del millón. “Esta cuestión es, hoy por hoy, imposible de resolver. No podemos saber a corto plazo, en qué momento va a romper una falla y se va a generar un nuevo terremoto. La predicción a corto plazo no puede abordarse de una forma fiable. Sí podemos extrapolar el pasado al futuro. Y mirando al pasado, desde el siglo XIV, cuando en España ya se dispone de reportes históricos detallados, se han producido un promedio de dos a tres terremotos destructivos por siglo, con excepción del siglo XX, que no experimentó ninguno importante. Y en el siglo XXI, se produjo el de Lorca, que fue de magnitud moderada-baja, aunque causó daños notables”.

Nos encontramos, según dice, en lo que podría considerarse un tiempo de descuento. Si ocurriera un terremoto de una magnitud moderada-alta cerca de una zona densamente poblada, las consecuencias podrían ser devastadoras. “Hay que tener en cuenta que el daño depende de varios factores, no solo de la magnitud del evento, sino también de la profundidad del hipocentro, la proximidad del epicentro a áreas urbanas, la exposición y la vulnerabilidad de los edificios. Dado que muchas poblaciones del sur y sureste de España están situadas cerca de fallas activas y son bastante vulnerables, la ocurrencia de un terremoto de la magnitud indicada podría desencadenar una catástrofe de proporciones impredecibles“.

¿Podemos evitar la catástrofe?

Acontecimientos recientes como la dana valenciana ponen de relieve de forma dramática la urgente necesidad de contar con planes de emergencia eficaces que regulen las actuaciones antes, durante y después de un evento natural. “La cuestión del riesgo sísmico en España emerge como un área de creciente preocupación, debido a que tal riesgo existe y, sin embargo, la conciencia sobre este riesgo ha ido disminuyendo, por lo que las medidas de preparación y mitigación son claramente insuficientes”.

Benito considera urgente la elaboración de planes de emergencia ante el riesgo sísmico a escala municipal, con protocolos de actuación inmediatamente después. “La salvaguardia de vidas humanas depende de la operación eficaz de rescate en las primeras horas y, si estos protocolos no existen, la gestión de la emergencia puede ser caótica”.

Además, advierte lo importante que es preparar a la población sobre cómo actuar. “Y, por descontado, adoptar ciertas medidas preventivas, como reforzamiento de las estructuras más vulnerables y un adecuado diseño sismorresistente de la nueva edificación”. La reflexión final de Belén Benito es tajante: “No esperemos al día D. Solo así puede evitarse que un terremoto probable en un futuro no muy lejano resulte catastrófico”.

En el caso de una alerta por terremoto o tsunami en las costas españolas, las fuentes oficiales son: el Centro Sismológico Euro Mediterráneo, para la información en tiempo real de los terremotos; el Centro de Alerta de Tsunamis del Atlántico Nordeste y Mediterráneo, para alertas por tsunami; y el Instituto Geográfico Nacional, para los mapas y alertas de costas.

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