Ola de calor

El calor extremo pone en riesgo a miles de trabajadoras: “A partir de las 12 no se puede estar fuera”

Con la segunda ola de calor del verano sofocando a gran parte del país y temperaturas que superan los 42ºC, la situación de miles de trabajadoras expuestas a la intemperie vuelve al centro del debate laboral

Lady Dayana moviendo la maquinaria bajo el sol
Javier Cuadrado

La legislación vigente en España establece que solo en situaciones de alerta naranja o roja —a partir de los 39ºC— se pueden aplicar restricciones laborales vinculadas al calor extremo. Sin embargo, en el día a día, son muchas las trabajadoras que denuncian estar desprotegidas frente a las olas de calor cada vez más frecuentes.

La muerte de una trabajadora de la limpieza en Cataluña en junio por un golpe de calor movilizó a decenas de miles de personas. A raíz de esta tragedia, Elvira Gómez, barrendera en Terrassa, presentó una petición al Ministerio de Trabajo exigiendo mayor protección laboral durante el verano. La propuesta, que logró más de 62.000 firmas y recibió apoyo mediático, no ha provocado, sin embargo, ningún cambio legislativo tangible. Mientras tanto, quienes trabajan al aire libre siguen esperando respuestas.

Trabajar sin sombra ni descanso

Una de ellas es una operaria de mantenimiento en un polideportivo municipal de la Comunidad de Madrid. Prefiere mantener el anonimato, pero denuncia que trabaja cada día, de 8:00 a 15:00 horas, sin medidas suficientes de protección frente al calor. Durante los meses de verano, su labor incluye la recogida de residuos y el mantenimiento de instalaciones deportivas, coincidiendo con los campamentos infantiles.

“A partir de las 11:30 o 12:00 ya no se puede estar fuera. Te mareas, notas el calor en el cuerpo y tienes que meterte dentro”, explica a Artículo14. Si bien dispone de agua, protector solar y lleva su propia gorra, considera que las condiciones son claramente insuficientes.

Además, lamenta la falta de atención institucional: “Nadie nos pregunta qué necesitamos. En invierno tenemos un radiador, pero en verano no se ocupa nadie de traernos un ventilador”.

A eso se suma el problema de los uniformes: “No están diseñados para mujeres. Son polos de tela gruesa que dan mucho calor, y las tallas ‘unisex’ no se ajustan a nuestro cuerpo. Yo he tenido que llevar ropa varias tallas más grandes durante meses porque no había tallas adecuadas”.

Jardineras bajo temperaturas extremas

La oficial jardinera de un municipio de Madrid, Lady Dayana, atendió a Artículo 14 el pasado 18 de julio, mientras trabajaba bajo el sol
Javier Cuadrado

Lady Dayana es jardinera oficial en otro municipio madrileño. Mientras buscaba ya la sombra, a las 11 de la mañana, atendió a Artículo14. Sentada sobre una máquina cortacésped sin ningún tipo de cobertura frente al sol, explicó que su jornada empieza a las 7:00 y se prolonga hasta las 14:00, trabajando siempre al aire libre.

“Tenemos mucho trabajo y lo hacemos bajo el sol, con maquinaria pesada. Cuando suben las temperaturas, he llegado a marearme y vomitar”, relata. Aunque la empresa permite hacer pausas a partir del mediodía si están en zonas muy expuestas, no les proporciona agua ni sistemas específicos de protección térmica: “Tenemos que traer el agua de casa o comprarla”.

Lady Dayana, oficial jardinera de un municipio madrileño
Javier Cuadrado

El drama de los uniformes no femeninos

También aquí los uniformes representan un problema estructural. “Las tallas son unisex, pero no están pensadas para mujeres. Nosotras, que tenemos más caderas, tenemos que pedir tallas más grandes. Hace poco conseguimos cambiar el polo porque lo pedimos varias compañeras”, explica.

Lady Dayana considera fundamental que se legisle al respecto: “La propuesta de Elvira Gómez me parece necesaria. Nos ayudaría a tener un respaldo legal ante condiciones que, literalmente, ponen en riesgo nuestra salud”.

Reparto postal con sensación térmica extrema

Otra trabajadora, cartera de Correos en la capital, describe una jornada igualmente exigente. Trabaja de lunes a viernes, desde las 7:00 hasta las 15:00, repartiendo cartas y paquetes por distintos barrios. Solo en caso de alerta naranja pueden modificar sus horarios o tareas.

“He llegado a trabajar con 38ºC. No he tenido golpes de calor, pero sí mucha fatiga y sensación de agobio. Nos dan gorra y protector solar, pero es insuficiente para estar todo el día repartiendo”, señala.

Mujer que desempeña el trabajo de cartera para Correos en plena jornada laboral bajo el sol
Javier Cuadrado

Al igual que otras trabajadoras entrevistadas, pide cambios urgentes: “Se podrían hacer jornadas más tempranas, entrar antes para salir antes. De esa manera se evitaría la exposición en las horas de más calor”.

Al comentarle la propuesta impulsada por Elvira Gómez, se muestra clara: “Deberían aprobarla. No podemos seguir trabajando como si no pasara nada mientras las temperaturas son cada vez más peligrosas”, concluye.

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