Violencia vicaria

Cuando asesinan a tu perra delante de ti para dañarte: “Me quitó lo que más quería”

Una sentencia pionera reconoce como violencia vicaria el asesinato de una mascota delante de una víctima. Charlamos con Celia, que vivió la misma experiencia hace catorce años y con la jueza responsable del fallo

Una sentencia pionera reconoce como violencia vicaria el asesinato de una mascota delante de una víctima por parte de un maltratador
KiloyCuarto

Maggie era de color arena. “Una pitbull pequeñita, preciosa, buena y sin un ápice de violencia en ella. Por eso enseguida nos complementamos, era yo en perrita”. Celia (nombre ficticio) conoció a su compañera canina cuando era una cachorra, tenía unos meses y fue amor a primera vista.

Se la regaló su entonces pareja. Él estaba empeñado en que debía realizar labores de vigilancia y ser temida, pero a Maggie solo le interesaba jugar y prefería dormir acurrucada que defender su territorio. Eran algo más que amigas, eran hermanas y cuando Celia recibía una paliza -desgraciadamente hubo muchas- la perra y ella se consolaban mutuamente.

Permiso por fallecimiento de mascota - Sociedad
Un perro y su dueña
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Dormían abrazadas

“En mis momentos de ataques de pánico por los golpes o las veces que lloraba sin saber si saldría viva de la próxima paliza, la abrazaba y ella a mí como diciéndome: ‘Tranquila, que no estas sola’, porque estaba sola. Él me alejó de mi familia, no tenía amigas, los vecinos se asustaban con las peleas y le tenían miedo. Muchas veces me dejaron esconderme en sus casas un rato hasta que él se calmaba”, recuerda.

Comenzó a notar que su maltratador se llevaba mal con la perra cuando vio que se acercaba más a Celia, que estaban unidas. “Me echaba la culpa de estar malcriándola con mimos y amor, que por eso la perra nunca serviría para guardar la casa”.

Dormían abrazadas e intentaban ignorar a otra víctima de esta historia de terror, el perro que ya tenía el maltratador cuando Celia lo conoció. “Estaba anulado, le obedecía por miedo a las palizas y los patadones que le daba, era como un perro muerto viviente, como yo”.

“La vi irse. Escuché su último aliento”

“En cambio mi perrita era mas achispada, yo la hacía feliz y ella a mí. Él la cogió manía, porque se le metió en la cabeza que era una perra inútil para lo que él quería, que era que mordiera a alguien si intentaban entrar a robar en casa. Pero la dejaba en paz, la insultaba, pero no le daba palizas como a su perro”, cuenta.

Los maltratadores maltratan a las macotas para causar daño a las víctimas
KiloyCuarto

Hasta el fatídico día. “Discutimos, bueno discutía él y yo me dejaba pegar cual saco de boxeo, porque si abría la boca era provocarle más y que la escalada de violencia se alargara. Se le cruzaron los cables. Cogió los guantes de la moto con protecciones duras en la parte de arriba de la palma de la mano, creí que iba a seguir pegándome a mi, pero cogió a Maggie y empezó a darle puñetazos hasta que la reventó por dentro”.

“Ella me miraba, pero no pude salvarla, egoísta de mi estaba petrificada de asco y dolor por lo que estaba haciendo ese animal, me amenazaba con que no me acercara o me mataría a mi también. La vi irse. Escuché su último aliento”.

“Dolió como perder a un hijo”

El único ser vivo con el que Celia era feliz, que le daba razones para sonreír y que la acompañaba en ese calvario dejó de existir, la asesinaron.  “Lloré muchísimo, tenía la sensación de querer matarlo, me quitó lo que más quería y lo peor es que él no sabe la animalada que hizo, se cree que fue un acto normal, para darme un escarmiento. Y dolió como perder a un hijo”, insiste.

“La enterró en casa (casa de campo). Unas semanas después pensé que fue lo mejor, porque vivir con un maltratador es el infierno y, al menos, ella consiguió salir de esa casa, aunque no viva”, se lamenta.

Celia no lo denunció. “Eran otros tiempos. Pensé que me iban a tratar de loca. Me costó muchísimo seguir mi día a día sin ella, sabía que era un angelito más en el cielo, pero la rabia de que ese monstruo la matara delante de mí no se me olvidará nunca. De hecho, mi psicóloga me dice que es un hecho tan traumático que siempre lo recordaré”, explica.

“Creo en el poder de mujeres ayudando a otras mujeres”

Quizá esa rabia sembró algo en ella para encontrar la forma de salir del ciclo de la violencia. “Lo denuncié en una agresión que ocurrió en la calle, me estaba pegando. Me cogió del cuello y nadie hizo nada, solo miraban. Hasta que cuatro chicas pararon el coche, le plantaron cara, me metieron en el vehículo y llamaron a la policía. Por eso creo en el poder de mujeres ayudando a otras mujeres. Gracias a ellas denuncié después de cinco años de palizas y estoy viva”.

“El se auto inculpó, tuve orden de alejamiento y once años después, como ya me destrozó y anuló en el pasado, ahora lo que hace es denunciarme con mentiras para hacerme daño a través del niño. Son psicópatas porque sólo buscan hacernos el mal. Me culpó a mí ante el juez de sus problemas. Como cuando me decía que me pegaba porque yo le provocaba y mira que hablaba poco”.

María Auxiliadora Díaz Velázquez
María Auxiliadora Díaz Velázquez

María Auxiliadora, la jueza que ha abierto el camino

A pesar de seguir enredada en los tribunales con su maltratador, Celia es otra mujer. Es una superviviente de la violencia. “Me ha costado mucha terapia volver a ser persona, quererme y valorarme porque estos monstruos te dejan peor que una mierda”, señala.

María Auxiliadora Díaz Vázquez, del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Las Palmas de Gran Canaria ha dictado una sentencia pionera, que se ha conocido esta semana, en un caso similar al de Celia. Ha condenado a un joven a 12 meses y un día de cárcel por matar al perro de su pareja, interpretando este hecho como violencia vicaria, al entender que pretendía hacer sufrir a la mujer.

En conversación con Artículo14 Díaz Vázquez explica la importancia de la perspectiva de género en este caso. ¿Qué diferencia hay si lo hubiese llevado un juez de instrucción y que lo lleve un juez de violencia? “La diferencia es que el legislador en el artículo 340 bis 3  lo que castiga es matar al animal. Sin embargo, existe un subtipo agravado (153 .1) cuando habla de que ese acto se dirija hacia la pareja o expareja”.

La importancia de la perspectiva de género

“¿Por qué asumo la competencia? Porque a esta señora no solamente se le mata al perro, sino que se utiliza como medio para producirle daño psicológico. Y ese daño psicológico lo pude objetivar y por lo tanto acreditar a través de un informe médico forense que me dijo la afectación que le había producido a la víctima. He podido vincularlo y castigarlo por dos delitos, por el delito del 340 de matar a un animal, y por otra parte, castigarlo como un maltrato psicológico del 153. 1″. El artículo 153. 1 me permite y además es obligatorio, imponer la medida de provisión de aproximación y comunicación, lo que dota a la víctima de una mayor  protección a todos los niveles”.

“Critican de la sentencia el hecho de que le hayamos puesto poca pena, es que estamos en un juicio rápido y para lograr la conformidad, como fue en este caso, tanto conformidad de la víctima como del victimario se reduce la pena en una tercera parte. Por eso son 12 meses”, se defiende.

“Mi enhorabuena a la jueza”

Para Celia esta sentencia es un rayo de esperanza. “Esto es una gran noticia para todas las que hemos vivido situaciones violentas de este tipo. Vamos por buen camino. Sus actos no pueden quedar impunes porque ellos son muy valientes para hacernos daño, pero cuando hay castigos se acobardan. En el fondo son unos cobardes haciendo daño a quien antes han hecho pequeñitas. Me parece genial que empiecen a ver violencia vicaria en estos casos de nuestros animales que criamos y queremos como a uno más de nuestra familia, es un asesinato y no puede quedar impune. Me gustaría dar mi enhorabuena a la jueza que lo ha logrado y acompañar a todas las mujeres que estén sufriendo algún tipo de violencia, entre todas se puede salir, es duro pero se sale”.

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