Contar el horror es una forma de combatirlo. “Es necesario exhibir las imágenes del horror, no por morbo, sino para que tomemos conciencia —de una puñetera vez— de esta sangría. Y más si te lo pide la propia víctima”, dice Susana Martín. Es muy difícil hacerlo con tanta entrega y verdad como lo hace ella.
Desde que el caso de Raquel Díaz sacudió los cimientos de la provincia de León, Susana ha estado ahí. Pero en realidad, llegó antes: “Coincidimos a veces en la Diputación: ella acompañaba a su pareja, Pedro Muñoz, que entonces era diputado provincial, y yo cubría como periodista la información de la institución provincial”.
“¡Zorra, ¿te has muerto ya?!”.
“Puta, zorra, estúpida, gilipollas, te voy a matar, las putas como tú tienen que estar en la calle, en esta relación solo mando yo”. Estos son algunos de los insultos que la Sentencia del Tribunal Supremo recoge. El expolítico Pedro Muñoz se los decía a Raquel, su mujer.
“Te voy a hundir, te voy a matar, si me dejas te mato, aquí mando yo”. Y así lo hizo: mandó él hasta el último minuto de la vida que, hasta el 27 de mayo de 2020, Raquel podía hacer de forma autónoma. Aquel día, Muñoz arrojó al vacío por la terraza, a la que se supone que debía amar y querer, a su pareja. Raquel cayó y se golpeó la cabeza con un pozo de piedra.
No le bastó con eso, una vez en el suelo, también la apaleó hasta dejarla con un hilo de vida. La agredió con patadas, golpes y un palo al grito de “¡Zorra, ¿te has muerto ya?!”.
Llamó a emergencias… para salvarse a él
Fue entonces cuando Pedro Muñoz llamó a emergencias. Una llamada que, en el futuro, actuaría en los juzgados a su favor. Raquel quedó parapléjica. La única razón que motivó su ataque fue porque pilló a Raquel haciendo las maletas para marcharse de casa.
Durante estos cinco años han sido idas y venidas judiciales, recursos, miedo, residencias, cambios de centros para que Raquel pudiese ser atendida correctamente. Hasta que por fin ha llegado la sentencia firme del Tribunal Supremo que ratifica la condena. Pedro Muñoz, exconcejal de Ponferrada, condenado a 16 años y 11 meses de prisión por maltrato continuado y lesiones agravadas.
Lesiones agravadas VS intento de asesinato
Pero… ¿lesiones agravadas? ¿No sería asesinato u homicidio en grado de tentativa? Esa es la cuestión por la que Raquel, junto a su abogado, Felipe Patiño, ha intentado luchar hasta el final, pero el juez no lo ve así. Sostiene que Pedro Muñoz se arrepintió al llamar al 112 e intentar taponar las heridas de Raquel. Esa es su versión. Lo cierto es que la pena podría ser mayor para este agresor.
La cuestión es que jurídicamente no basta con que los hechos sean “brutales o pongan en riesgo la vida, hay que demostrar que el autor quería matar, aunque no lo lograra” explica la abogada penalista, Irene Fernández.
Actualmente a Pedro Muñoz se le ha impuesto una pena de 12 años por lesiones agravadas y 4 años y 11 meses por maltrato habitual. “Solo el delito de tentativa podría haber supuesto entre 10 y 15 años de prisión —o más si se hubiera calificado como tentativa de asesinato con alevosía—. Sumado al maltrato habitual, la pena total habría podido alcanzar fácilmente los 20 años o más, dependiendo de la interpretación del tribunal”, aclara Fernández.
Justicia insuficiente
Raquel no solo tiene consecuencias físicas, también psicológicas. Sumisión, dependencia, traumatismo ansioso depresivo, inestabilidad emocional, distorsión cognitiva, desconexión social… son solo algunas de las decenas de secuelas enumeradas en el recurso de casación.
Susana ha vivido en primera persona la soledad de Raquel. Su soledad, explica, “no tiene sentido ninguno”. A veces me pregunta cosas para las que no encuentro respuesta. ¿Cómo le explicas que la gente pasa de su sufrimiento? Yo no sé hacerlo”.
En muchas ocasiones, relata, contar su historia “ha sido durísimo”. Sobre todo, porque Raquel era abogada. Ejercía en el turno de oficio de violencia de género, sabe bien lo que es la violencia machista y siempre recuerda que “su infierno puede tristemente vivirlo cualquier mujer. Es una sangría que está por todas partes, sin distinción ninguna”.
También, Susana se ha planteado si publicar algunos materiales, imágenes durísimas, pero ha sido Raquel, explica, le ha dicho que hay que mostrarlo, “ella unas cuantas veces me ha explicado que no hay que seguir ocultando los efectos de la violencia de género, y me ha convencido… ¿Por qué esconder una realidad social que se lleva por delante a tantas mujeres y familias cada año?”, reflexiona la periodista.
Una batalla que también se libra en los tribunales, no solo por los hechos sino por la interpretación que se le da a cada delito: “como pasa muchas veces, el Derecho Penal va por detrás de lo que socialmente ya se entiende como un intento de feminicidio. Y aquí lo que se discute no es tanto lo que ocurrió (que fue gravísimo y repugnante), sino cómo se interpreta jurídicamente esa intención”, concluye la abogada penalista, Irene Fernández.