Quince años de historia: errores, mejoras y desafíos de las pulseras que vigilan a los agresores

Cómo han evolucionado las pulseras de localización de maltratadores desde su creación, en 2009,, hasta la actualidad

Cómo han evolucionado los dispositivos de protección
KiloyCuarto

Cuando en 2009 España comenzó a implantar las pulseras de control telemático para agresores con órdenes de alejamiento, pocos imaginaban hasta qué punto aquella medida pionera iba a transformarse en los años siguientes. El objetivo era claro: reforzar la protección de las víctimas de violencia de género mediante un sistema que vigilara a tiempo real los movimientos del maltratador y lanzara alertas en caso de incumplimiento. Sin embargo, la tecnología de entonces suponía unos límites. Aquellos primeros dispositivos funcionaban por radiofrecuencia, eran voluminosos, poco discretos y obligaban a la víctima a llevar consigo un aparato receptor adicional. La cobertura era irregular y se generaban falsas alarmas, lo que mermaba la confianza en un sistema que, aun así, representaba un avance sin precedentes.

El primer dispositivo telemático de protección

La llegada del GPS y la era del teléfono inteligente

La mejora ha sido inevitable año tras año. La tecnología y presión social han sido también motor para ello, haciendo que a día de hoy las pulseras ya no se apoyen solo en radiofrecuencia, sino que incorporan GPS, wifi y redes móviles; haciendo que el seguimiento y la localización sean mucho más precisos y dejen menos margen de error. El cambio no es menor: mientras que en los inicios el sistema solo reaccionaba cuando se producía una cercanía prohibida, ahora también es capaz de detectar manipulaciones en la correa, intentos de sabotaje o la pérdida de señal.

El propio Ministerio de Igualdad reconoció a principios de 2024 la necesidad de modernizar el sistema para evitar zonas sin cobertura y falsas alarmas, e impulsó la sustitución del receptor adicional por un teléfono inteligente con aplicación específica. Según datos oficiales, esta actualización se financió en parte con fondos europeos de recuperación, buscando una mayor comodidad y discreción para la víctima. El móvil se convirtió así en la interfaz principal: emite alarmas, vibra, lanza notificaciones, activas videollamadas de emergencia o incluso permite enviar imágenes, lo que aporta autonomía y reduce el estigma asociado al dispositivo.

Nuevas funcionalidades y mayor fiabilidad

Otro aspecto que ha evolucionado es la capacidad de relación múltiple. En sus primeras versiones, la pulsera vinculaba a un agresor con una sola víctima. Hoy el sistema contempla escenarios más complejos: un agresor puede estar monitorizado frente a varias mujeres, y una víctima puede estar protegida respecto a más de un agresor.

El diseño físico también ha mejorado sustancialmente. De modelos toscos y frágiles se ha pasado a dispositivos más ergonómicos, con correas reforzadas que detectan cualquier intento de manipulación o rotura. Su resistencia es mayor, la batería dura más y el tamaño ha disminuido, facilitando tanto la portabilidad como la supervisión policial. El Ministerio de Igualdad informó en febrero de 2024 que los nuevos contratos firmados —adjudicados a Vodafone y Securitas— contemplan gestionar hasta 11.431 dispositivos, lo que supone una ampliación significativa respecto a los aproximadamente 4.548 que estaban activos a finales de 2023.

Un marco legal más amplio

En el marco legal también se ha mejorado. Si en un principio la medida se aplicaba fundamentalmente a casos de violencia de género en el ámbito de la pareja o expareja, en 2024 se introdujeron mejoras para que también pudiera aplicarse en casos de violencia sexual. Además, el Ministerio de Igualdad dictó una instrucción en enero de 2023 para que, en los casos de excarcelaciones derivadas de la aplicación de la Ley del “solo sí es sí”, se instalen estas pulseras en un plazo máximo de 24 horas. El objetivo era reforzar la protección de las víctimas frente a agresores que recuperaban la libertad de manera anticipada.

El dispositivo conectado a Cometa tiene localizado al agresor
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El escándalo de la migración de datos

No obstante, no todo ha sido un camino ascendente. La reciente transición entre empresas proveedoras dejó al descubierto las debilidades del sistema. El fallo en la migración de datos impidió a los juzgados acceder a registros anteriores a marzo de 2024, lo que derivó en sobreseimientos y absoluciones por falta de pruebas en casos de quebrantamiento de órdenes de alejamiento.

El Ministerio de Igualdad, a través de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, reconoció la existencia de incidencias puntuales, pero insistió en que las víctimas estuvieron siempre protegidas en tiempo real. “Las pulseras funcionan y las víctimas están protegidas”, aseguró el departamento tras la polémica, subrayando que los errores detectados fueron corregidos y que actualmente el sistema opera con normalidad.

El presente y los retos de futuro

A 31 de julio de 2025, España contaba con 4.515 pulseras activas, según datos oficiales del Ministerio de Igualdad. La cifra muestra una estabilización en el número de dispositivos, aunque los contratos firmados permitirían ampliar esa capacidad en los próximos años. La demanda es creciente y los retos son claros: mejorar la cobertura en zonas rurales con mala señal, reducir los falsos positivos, formar adecuadamente a jueces y policías en el uso de esta herramienta, y garantizar la privacidad de las mujeres que dependen de ella.

Porque, más allá de la tecnología, el éxito de las pulseras conectadas al sistema Cometa depende de que generen confianza: confianza en que funcionarán cuando más se necesite y en que el sistema de respuesta será rápido y eficaz.

 

Mirando atrás, resulta evidente el progreso. De aquellos dispositivos rudimentarios que generaban tantas dudas se ha llegado a herramientas inteligentes que combinan geolocalización, comunicación inmediata y sistemas de alerta sofisticados. No son infalibles, pero sí representan un salto cualitativo que puede marcar la diferencia entre la desprotección y la seguridad. La evolución de las pulseras conectadas al centro Cometa es, en el fondo, la historia de cómo la tecnología se ha puesto al servicio de la justicia y de las víctimas, con la promesa de que cada nueva mejora acerque un poco más el objetivo final: que ninguna mujer tenga que vivir con miedo.
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Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.