La Esperanza Macarena, una de las imágenes más queridas y veneradas de la Semana Santa sevillana, será restaurada de nuevo tras una votación histórica celebrada este 29 de julio en el cabildo extraordinario de la Hermandad. La decisión llega después de meses de tensiones internas, críticas públicas y un fuerte malestar devocional tras la polémica intervención de 2024.
Con 998 votos a favor frente a 458 en contra, los hermanos respaldaron la propuesta de someter la imagen a un nuevo proceso de restauración, esta vez bajo la dirección del restaurador Pedro Manzano y con la supervisión del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH). Se trata de una decisión que no solo atiende a criterios técnicos, sino que también responde al deseo colectivo de recuperar la expresividad y el carácter original de la Virgen, alterado según muchos devotos por la actuación anterior.
El informe emitido por el IAPH fue clave para impulsar el cambio de rumbo. Según sus conclusiones, la anterior intervención, liderada por el equipo del conservador Francisco Arquillo, fue más allá de una limpieza superficial y provocó una transformación notable en la expresión del rostro de la Macarena.
Se detectaron además problemas estructurales: fisuras, ataques xilófagos, humedad en la madera y retoques cromáticos que modificaron las facciones originales. La intervención no fue comunicada con suficiente claridad, lo que causó sorpresa e indignación cuando la imagen fue expuesta en la basílica.
La nueva restauración incluirá desinfección del soporte de madera, análisis mediante carbono 14, reintegración de policromía y limpieza de elementos como lágrimas y pestañas. El proceso será exhaustivo y, previsiblemente, se extenderá durante varios meses, sin descartar que la imagen no esté lista antes de la Cuaresma de 2026.
El ambiente durante el cabildo fue intenso. Las filas para votar se prolongaron durante horas, y se ocuparon todos los espacios de la Basílica, incluida la nave principal. La participación masiva, más de 1.400 hermanos, reflejó la dimensión emocional de este episodio, que va mucho más allá de la conservación de una talla: toca directamente el alma de la devoción sevillana.
En las semanas previas, la Hermandad pidió disculpas por los errores cometidos y admitió públicamente el “daño moral y devocional” causado. También se produjo la dimisión de varios miembros de la junta directiva, en un gesto que buscó devolver la confianza y calmar las aguas antes de la votación definitiva.
Según informan, se actuará con total transparencia y que cada paso del proceso será documentado. El IAPH supervisará el trabajo junto a una comisión mixta de seguimiento para garantizar rigor, diálogo y respeto a la historia de la imagen.
Sí a restaurar la Macarena es la expresión del deseo de miles de personas por preservar lo intangible, lo simbólico y lo profundamente emocional que representa esta Virgen para Sevilla. La restauración es ahora también un acto de reconciliación entre tradición, fe y patrimonio.