El Real Madrid afronta la temporada 2025/2026 con más ambición que nunca. Tras un verano de fichajes de peso y una apuesta decidida por renovar el proyecto, el equipo blanco ha dado un salto evidente en juego, profundidad de plantilla y madurez competitiva. Sin embargo, entre victorias contundentes, nuevas caras ilusionantes y un estilo cada vez más reconocible, permanece la pregunta que sobrevuela Valdebebas desde hace meses: ¿está el Madrid realmente preparado para conquistar su primer gran título?
La respuesta no se encuentra en la euforia, sino en los resultados. La Liga F Moeve y la Champions League están ofreciendo un retrato preciso del momento que vive el equipo: un conjunto capaz de dominar a gran parte de sus rivales, pero aún obligado a demostrar que puede imponerse a quienes marcan el ritmo de la élite. En medio de ese equilibrio entre avances y desafíos, el proyecto blanco se juega algo más que una temporada: se juega el derecho a ser considerado, por fin, un aspirante real a los grandes trofeos.

Un club construido para competir
El Real Madrid ha aprovechado el verano para dar un giro decidido a su proyecto. La dirección deportiva apostó por jugadoras de peso internacional y jóvenes con proyección para elevar el nivel competitivo del equipo. Llegaron perfiles que refuerzan todas las líneas: desde la solidez y capacidad de conducción de Sara Holmgaard, hasta la jerarquía europea de Sara Däbritz, una pieza llamada a marcar diferencias en los grandes escenarios. A su alrededor se incorporaron talentos en clara ascensión como Hanna Bennison y Bella Andersson, además del fichaje estratégico de Merle Frohms, portera consolidada entre las mejores de Europa. La delantera neerlandesa Lotte Keukelaar completa una lista que, unida a la continuidad de referentes como Caicedo, Weir o Athenea, dibuja una plantilla más profunda y madura que nunca.
La llegada de estas incorporaciones habría tenido un impacto limitado sin una dirección clara, y ahí aparece la figura de Pau Quesada, el entrenador que ha asumido el reto de dar forma al nuevo Madrid. Su propuesta busca construir desde atrás, con una salida de balón más trabajada y una estructura pensada para activar a las interiores en zonas de influencia. El equipo presiona más arriba, intenta recuperar rápido tras pérdida y se muestra más vertical cuando logra imponerse en campo contrario. El salto táctico es evidente y ha aportado una identidad reconocible al conjunto blanco.

Aun así, Quesada no oculta que el equipo sigue en fase de crecimiento. Tras la derrota en el Clásico, el técnico subrayó la necesidad de ser más certeros en las áreas, un mensaje que resume bien la distancia que separa al Madrid de los equipos que hoy dominan Europa. La estructura está, y la plantilla tiene talento para competir contra cualquiera, pero todavía falta esa agresividad defensiva y eficacia ofensiva que definen a los campeones. El club ha dado pasos importantes, aunque la exigencia de los duelos de máximo nivel obliga a afinar todavía más el plan.
El Madrid ha construido, quizá por primera vez, un equipo preparado para mirar de frente a los grandes escenarios. Sin embargo, el verdadero examen llegará cuando toque enfrentarse a quienes marcan el ritmo de la élite. Ahí se sabrá si este proyecto no solo crece, sino que está listo para ganar.
Solidez sin coronarse en Liga F Moeve
El recorrido del Real Madrid en la Liga F Moeve refleja un equipo que ha elevado su fiabilidad, pero que todavía busca imponerse en los partidos que realmente definen un campeonato. Tras la duodécima jornada, el conjunto blanco se mantiene en la tercera posición con 26 puntos, sustentado en un balance notable de ocho victorias, dos empates y solo dos derrotas, además de una diferencia goleadora positiva (+19) que subraya la contundencia con la que ha resuelto numerosos encuentros. Por delante solo sobreviven dos de los bloques más sólidos de la temporada: un FC Barcelona casi impecable, líder con 33 puntos y un dominio ofensivo abrumador, y una Real Sociedad que ha encontrado una regularidad admirable para mantenerse en la segunda plaza. El Madrid encabeza el grupo perseguidor junto a Atlético de Madrid y Costa Adeje Tenerife, consolidándose como uno de los conjuntos más consistentes del campeonato.

El análisis del rendimiento partido a partido revela con claridad dónde está brillando el Madrid y dónde sigue encontrando limitaciones. El equipo ha mostrado una superioridad evidente ante la zona media y baja de la tabla, acumulando victorias amplias frente a rivales como Badalona, Athletic, Deportivo Abanca, Alhama o Levante, a quienes ha goleado con una solvencia que apenas admite discusión. También ha sido capaz de competir con firmeza ante rivales de la parte alta-media: venció a Madrid CFF, ganó en el campo del Espanyol y empató en Tenerife ante un rival que atraviesa una campaña notable.
Sin embargo, el patrón cambia drásticamente cuando se cruza con los gigantes del torneo. El tropiezo inicial ante el Atlético (2–1) marcó las primeras dudas y la derrota contundente frente al Barcelona (4–0) confirmó que aún existe una distancia competitiva entre el proyecto blanco y el principal referente del fútbol español. A ello se suma un empate inesperado en Logroño en la primera jornada, único borrón ante un rival de la zona baja.

El perfil de los rivales a los que el Madrid ha derrotado explica bien su situación actual: un equipo cada vez más fiable, claramente superior a la mayoría de sus adversarios y preparado para pelear por objetivos importantes, pero que todavía no ha logrado derribar las barreras que separan a los aspirantes de los campeones.
Examen ante la élite: Champions League
El paso por la Champions League está siguiendo un guion similar al que ha marcado su temporada doméstica: autoridad frente a los rivales accesibles, personalidad ante equipos competitivos y una asignatura aún pendiente cuando se cruza con la élite europea. El conjunto blanco inició su camino superando con claridad la ronda previa ante el Eintracht Frankfurt, al que desarmó con un 5-1 global que evidenció su superioridad y dejó la sensación de un equipo preparado para aumentar sus exigencias. Ese primer test reforzó la idea de que el Madrid ha dado un salto competitivo real y que ya no se limita a participar, sino que empieza a mandar en escenarios donde antes sufría.
En la fase de liga, que reúne a 18 equipos en un formato más exigente, el Madrid ha firmado un inicio notable: goleó a la Roma con un contundente 6-2, se llevó una victoria de mérito en París ante un PSG en crisis, empató frente a un Paris FC que compite con rigor y perdió ante un Arsenal que se mantiene como uno de los referentes de la competición. Con siete puntos en cuatro jornadas, diez goles a favor y un balance general positivo (+4), el equipo madrileño se ha instalado en la séptima posición de la tabla, justo por detrás de los grandes colosos del fútbol continental. La lectura es clara: el Madrid ha dado pasos adelante, pero sigue ubicado en la frontera que separa a los aspirantes serios de los candidatos al título.

El rendimiento de sus rivales arroja una conclusión que refuerza el diagnóstico. Roma y PSG, goleados por el Madrid, ocupan las últimas posiciones de la tabla de clasificación sus respectivas ligas; Paris FC se mueve en la zona media, mientras que Arsenal, el único verdugo blanco hasta ahora, confirma su condición de potencia establecida. En resumen, el Madrid responde bien ante rivales de menor nivel, compite frente a equipos intermedios y todavía se encuentra un escalón por debajo cuando el duelo exige rozar la excelencia. En Europa, como en la Liga F, el salto definitivo pasa por transformar esta regularidad en victorias contra quienes dominan la Champions. Hasta que eso ocurra, la sensación es que el Madrid está creciendo a buen ritmo, pero aún tiene un examen por aprobar.
Un aspirante aún en construcción
El Real Madrid tiene papeletas suficientes para considerarse un aspirante real, sustentado en una plantilla más completa, un estilo cada vez más definido y resultados que lo sitúan entre los equipos más fiables del país y dentro del grupo competitivo de Europa. Aun así, el salto hacia los títulos exige algo más: mantener ese nivel cuando enfrente aparecen los gigantes que distinguen a los equipos capaces de competir de aquellos que están preparados para dominar. Las derrotas ante Barcelona, Atlético y Arsenal recuerdan que al proyecto todavía le falta transformar su superioridad ante rivales menores en victorias de peso en los escenarios de máxima exigencia. El Madrid está cerca, más que nunca, pero su candidatura solo será completa cuando logre imponerse también en los partidos que realmente deciden a los campeones.


