Inversión

El oro y la plata sufren su mayor frenazo en años: ¿Es momento de comprar?

El oro frena su ascenso tras marcar máximos históricos, pero los analistas coinciden: la tendencia alcista aún no ha terminado

El oro ha sufrido un duro golpe esta semana, un frenazo inesperado que ha puesto a prueba la fortaleza de su impresionante rally. Después de alcanzar un máximo histórico de 4.398 dólares la onza el pasado 20 de octubre, el metal precioso llegó a retroceder hasta el nivel de los 4.055 dólares. A partir de ese momento se ha producido una recuperación que le ha llevado por encima de los 4.150 dólares.

A pesar de esta estabilización, el desplome ha encendido las luces de alarma entre los inversores y ha desatado un intenso debate: ¿es esto solo una corrección técnica saludable, una simple recogida de beneficios tras una subida estratosférica, o acaso hemos visto ya el techo en el precio del oro?

La perspectiva de los expertos

Para muchos analistas, esta ola de ventas, aunque tardía, no significa el final de la fiesta. Los analistas de JP Morgan prevén que los precios podrían alcanzar un promedio de 5.055 dólares por onza para el cuarto trimestre de 2026. La previsión se basa en “supuestos de demanda que estiman que la demanda de inversores y las compras de bancos centrales promediarán alrededor de 566 toneladas por trimestre en 2026”, según el banco de inversión.

La caída se siente más como una “parada en boxes”, que como el destino final del viaje, en palabras de Libertas Wealth Management. El oro venía navegando a un ritmo magnífico y, de vez en cuando, el mercado frena bruscamente para asegurar que los pasajeros sigan despiertos, un símil que ilustra perfectamente el carácter de este retroceso.

En la misma línea, Julius Baer considera que este frenazo abre una nueva oportunidad de entrada. La firma valora que una fase de consolidación es mucho más probable que una corrección profunda, interpretando esta pausa o ajuste como un signo de salud del mercado tras un repunte tan pronunciado.

Incluso con la volatilidad actual, las perspectivas a medio y largo plazo se mantienen favorables. Además de las últimas previsiones de JP Morgan, Bank of America y Goldman Sachs han publicado recientemente informes que apuntan a que el precio del oro podría escalar hasta los 5.000 dólares en 2026. Bank of America vincula su proyección al marco político no convencional de la Casa Blanca, los déficits fiscales y el impulso para recortar tipos, mientras que Goldman Sachs lo ha ligado a una posible erosión de la credibilidad de la Reserva Federal.

El desplome coincide con la subida del dólar

El retroceso se ha producido por la confluencia de varios factores que han aliviado momentáneamente la necesidad de refugio de los inversores. Uno de los catalizadores más probables, y que siempre juega en contra del metal amarillo, es el repunte del dólar estadounidense. El índice dólar (DXY), que mide la fortaleza de la divisa frente a una cesta de monedas, ha experimentado un ascenso significativo de cerca del 1,89% en el último mes. Una divisa estadounidense más fuerte encarece el oro para los tenedores de otras monedas, limitando la demanda y ejerciendo presión a la baja sobre su precio.

China
El presidente de China, Xi Jinping, y el presidente de EE UU, Donald Trump
EFE/EPA/ Paolo Aguilar / Mohammed Badra ARCHIVO

Junto al dólar, la relajación de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China también ha contribuido a reducir la demanda de activos refugio. Aunque el presidente Trump se ha mostrado optimista, la especulación sobre un posible acuerdo o al menos una tregua en los aranceles ha disipado parte de la incertidumbre geopolítica que había impulsado al oro a cotas récord.

Finalmente, el factor más inmediato y tangible ha sido la recogida de beneficios. Tras una subida tan vertical, que ha visto al oro revalorizarse cerca del 56% en lo que va de año, es natural que muchos inversores decidieran asegurar ganancias, especialmente antes de la publicación de datos clave como el IPC en Estados Unidos, y a la espera de la próxima reunión de la Reserva Federal los días 28 y 29 de octubre. Según la firma StoneX esta venta masiva era casi inevitable dada la velocidad a la que los precios se habían disparado. Por otro lado, señala que muchos inversores que se quedaron fuera del gran rally podrían entrar ahora a comprar en la caída, lo que debería mantener el retroceso contenido.

La plata y otros metales preciosos

El oro no ha sido el único en levantar algunas sospechas estos días. Su hermana, la plata, también sufrió una corrección significativa, llegando a retroceder más del 7% el pasado 20 de octubre. La caída se reflejó inmediatamente en los ETFs de mineras de plata y oro. Aunque estos fondos han visto reducida su rentabilidad media, sus cifras anuales siguen siendo espectaculares, con los ETFs de mineras auríferas subiendo de media más del 120% en lo que va de año.

Este rendimiento estelar en las empresas mineras es un indicador de que el mercado de valores sigue apostando por la continuidad del rally. La subida del oro es interpretada por algunos expertos, como EndGame Macro, como “el grito del mercado”, una advertencia de que algo estructural se está rompiendo a nivel de políticas monetarias. El metal se erige como refugio ante el “debasement trade” o la degradación del dinero fiduciario debido a déficits descontrolados y deuda histórica. Mientras la plata sigue a la zaga, el oro se mantiene como el barómetro de esta desconfianza sistémica.

En este contexto de volatilidad, la clave para el inversor reside en discernir si este shock es un simple recalibrado de los precios, como sugieren la mayoría de las firmas de inversión, o el preludio de un cambio de tendencia.

Dado que los fundamentales de incertidumbre geopolítica, demanda de bancos centrales y expectativas de dinero más barato se mantienen intactos a largo plazo, la corrección actual se entiende mayoritariamente como una pausa en un mercado alcista aún robusto. El oro sigue cotizando por encima del nivel de los 4.000 dólares, una cota de apoyo que, de mantenerse, sugiere que el mercado no ha dicho su última palabra.

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