El Banco Central Europeo (BCE) se prepara para una nueva renovación en su cúpula de Gobierno, y en especial en su presidencia. La actual líder de la política monetaria del euro, Christine Lagarde, concluirá su mandato en octubre de 2027. Hasta la fecha, y tras los mandatos de Duisenberg, Trichet y Draghi, la francesa es la única mujer que ha ocupado el cargo en más de 27 años de historia del organismo.
La presidencia del BCE es uno de los puestos más codiciados -y mejor remunerados- de todo el entramado institucional europeo. El cargo incluye un salario base cercano a los 466.000 euros anuales, además de diversas prestaciones adicionales. Una retribución que refleja el enorme peso del puesto, lo que explica por qué la batalla por suceder a Lagarde ya ha comenzado mucho antes de que expire su periodo al frente.
Sin embargo, la lista de favoritos presenta un rasgo difícil de obviar: ninguna mujer figura entre los aspirantes con opciones reales de reemplazar a Lagarde. El expresidente del Banco Central de los Países Bajos, Klaas Knot y el actual gobernador del Bundesbank, Joachim Nagel, parten como los mejor posicionados. A ellos se suma el exgobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, hoy director general del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés).

Nagel: el cambio natural
Pero la presidenta también es consciente de la realidad política de su tiempo. En un reciente pódcast, Lagarde destacó públicamente las habilidades de Knot para gestionar un Consejo de Gobierno heterogéneo, por la disputa entre halcones y palomas. Knot, economista de formación, acumula más de tres décadas de experiencia en el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central de los Países Bajos y el Consejo de Estabilidad Financiera. De ser designado, sería la segunda vez que un holandés ocupa la presidencia de esta entidad, que hasta ahora solo ha tenido cuatro dirigentes.
Al mismo tiempo, Nagel ha reforzado su perfil internacional y moderado la tradicional ortodoxia alemana. En este sentido, fuentes oficiales del BCE aseguran a Artículo14 que él sería el cambio natural: “La llegada de Nagel, coincidiría a su vez con la salida de Isabel Schnabel -miembro del Comité Ejecutivo del BCE-, que creemos que ocupará entonces el cargo de gobernadora del Bundesbank“. Ese movimiento -un auténtico cambio de cromos- evitaría el veto informal que impide que dos dirigentes de la misma nacionalidad ocupen cargos en el núcleo de poder del BCE al mismo tiempo. Una limitación que sí afectaría a Knot, dado que Frank Elderson continuará en la institución hasta diciembre de 2028. Además, la designación de Nagel supondría que, por primera vez, un alemán presida la autoridad monetaria, tras un holandés, un italiano y dos franceses.
Hernández de Cos, por su parte, es considerado un perfil pragmático y conciliador y, al igual que Nagel, procede de una de las grandes economías del euro que nunca han ocupado la presidencia del BCE.
Solo un 19%
Entre el próximo año y el siguiente, cuatro de los seis miembros del Comité Ejecutivo del BCE dejarán sus puestos. A la salida de Lagarde se sumará la de Luis de Guindos, que concluirá su mandato como vicepresidente en mayo de 2026; el economista jefe Philip Lane, que expira su mandato en mayo de 2027. Y la citada Schnabel, que dejará su asiento en diciembre de 2027. Solo permanecerán más allá de esa fecha Elderson y Piero Cipollone.

Esta renovación tiene el reto de reforzar la presencia de mujeres en la alta dirección del BCE. Desde su creación en 1998, solo el 19% de los miembros del Comité Ejecutivo han sido mujeres. Además, los gobernadores de los veinte bancos centrales nacionales que forman parte del Consejo de Gobierno son actualmente todos hombres. Lo que convierte a Lagarde y Schnabel en las únicas mujeres entre los 26 miembros del órgano. Si no se incorpora ningún perfil femenino para ocupar los puestos vacantes, el BCE volvería completamente a la hegemonía masculina. Aunque ya se barajan los nombres de candidatas altamente cualificadas -como Agnès Bénassy-Quéré, Christina Papaconstantinou, Laurence Boone o Hélène Rey-. Aunque se consideran para puestos ejecutivos secundarios, no para encabezar el BCE.
Equilibrio político
La sucesión de Lagarde no será solo una decisión sobre quién dirigirá la política monetaria del euro durante los próximos ocho años. También pondrá a prueba hasta qué punto el BCE está dispuesto a afrontar su histórica falta de diversidad en los puestos de mayor poder.
El proceso para elegir al nuevo presidente -una decisión tomada por los jefes de Estado y de Gobierno del euro, tras la recomendación del Eurogrupo y consultas al Parlamento Europeo y al propio BCE– se articula, en teoría, sobre los principios de independencia, solvencia técnica y experiencia monetaria. Pero en la práctica, pesa un delicado equilibrio político. Evitar la concentración de influencia en un mismo país, contrapesar sensibilidades económicas y, más recientemente, atender la presión por mejorar la representación de mujeres y de los países del Este.
Hasta ahora, sin embargo, esa última condición parece más aspiración que realidad. Con la lista de favoritos dominada por hombres, la oportunidad de que la autoridad monetaria avance hacia una representación más equilibrada en su Consejo de Gobierno sigue siendo su asignatura pendiente.


