El cierre del ejercicio fiscal vuelve a poner en el foco a los planes de pensiones, ese producto que, pese a los recortes en sus ventajas fiscales, sigue ocupando un lugar clave en la planificación financiera de largo plazo.
Quedan apenas un par de días para aprovechar las últimas deducciones disponibles: solo las aportaciones realizadas hasta el 31 de diciembre podrán reducir la base imponible en la declaración de la renta de 2025.
Este límite temporal, constante cada año, concentra buena parte de las aportaciones en la última semana del ejercicio. La campaña de final de año se ha convertido en una carrera contrarreloj para las entidades financieras, que intentan movilizar un ahorro que ya no goza de los incentivos de antaño, pero que mantiene su atractivo entre ciertos perfiles de ahorradores.
Menos ventajas, pero aún hay margen fiscal
Con el límite actual de 1.500 euros anuales (o el 30% de los rendimientos del trabajo, si es menor), los planes individuales han perdido parte de su brillo. Aun así, para contribuyentes en tramos altos del IRPF, la deducción sigue suponiendo un ahorro fiscal significativo.
Donde sí persisten mayores ventajas es en los planes de empleo, que permiten deducir hasta 10.000 euros anuales por la suma de aportaciones del trabajador y la empresa. Un marco especialmente favorable para asalariados en grandes compañías y para autónomos, que ahora pueden combinar planes individuales y simplificados de empleo para maximizar sus deducciones. La clave, como siempre, está en el perfil del partícipe.

Un producto que evoluciona con la edad
Los datos de Inverco, la patronal del sector, revelan diferencias claras en el uso de los planes de pensiones según la edad del ahorrador. Los más jóvenes (menores de 35 años) apuestan por productos con mayor exposición a renta variable, tanto nacional como internacional. Se trata de perfiles dinámicos, con horizontes largos de inversión y mayor tolerancia al riesgo.
Entre los 35 y los 50 años, el peso de los planes mixtos, que combinan renta fija y variable, crece de forma notable. En esta etapa se registran aportaciones más estables, lo que favorece carteras equilibradas. Por su parte, los mayores de 50 años tienden a replegarse hacia posiciones más defensivas, reduciendo la exposición a bolsa y aumentando la presencia de renta fija, en línea con la cercanía de la jubilación.
Esta evolución no responde a una regla única, pero sí marca tendencias claras en la composición media de las carteras y en la distribución patrimonial por categorías.
El patrimonio crece, pero la base sigue siendo estrecha
A cierre de septiembre de 2025, los planes de pensiones individuales acumulaban un patrimonio superior a 94.000 millones de euros, impulsado por el buen comportamiento de los mercados y por aportaciones netas en los meses clave. La rentabilidad media superaba el 5% interanual, con diferencias notables según la categoría de inversión.
El crecimiento, sin embargo, no oculta un problema estructural: el ahorro privado para la jubilación sigue siendo limitado en España. Según la última Encuesta Paneuropea de Pensiones de Insurance Europe, el 49% de los españoles no ahorra nada para su jubilación. Y entre los que sí lo hacen, apenas un 25% tiene un plan individual. La cobertura de planes de empleo es aún más baja: solo un 15%, frente al 28% de media en la Unión Europea.
Más preocupante aún es la desconexión entre esta realidad y la percepción de suficiencia de la pensión pública: solo un 13% de los españoles cree que la pensión estatal bastará para mantener su nivel de vida tras la jubilación. El resto intuye que necesitará un complemento, pero no siempre actúa en consecuencia.

PIAS, fondos, seguros: el mercado busca alternativas
La transformación del entorno fiscal ha dado espacio a otras fórmulas de ahorro a largo plazo que, sin sustituir del todo a los planes, sí compiten por el mismo tipo de cliente. Entre ellas, los Planes Individuales de Ahorro Sistemático (PIAS) han ganado visibilidad. Se trata de productos aseguradores que, aunque no permiten deducción fiscal en las aportaciones, ofrecen ventajas diferidas en el rescate si se mantienen durante un mínimo de cinco años y bajo determinadas condiciones.
La liquidez más flexible y el tratamiento fiscal final han hecho que muchos ahorradores opten por esta vía, sobre todo en perfiles de edad intermedia con objetivos de acumulación a medio y largo plazo.
Otra alternativa son los fondos de inversión perfilados y de gestión automatizada (los llamados “fondos con piloto automático”) que se están consolidando como opción habitual para quienes buscan construir capital con objetivos a largo plazo, pero sin las restricciones de los planes de pensiones.
Estos vehículos, además de ofrecer liquidez inmediata y una amplia gama de estrategias, desde renta fija conservadora hasta renta variable global, permiten una mayor personalización del riesgo. Algunos perfiles más avanzados optan incluso por fondos de gestión activa internacional, o por fondos indexados de bajo coste, que replican la evolución de los grandes mercados globales con comisiones reducidas.
Por otro lado, los seguros de vida ahorro también han ganado protagonismo como alternativa a los productos tradicionales. A través de seguros unit-linked o seguros con rentabilidad garantizada, muchas aseguradoras están atrayendo a clientes conservadores, especialmente en la franja de edad cercana a la jubilación. Su combinación de protección, rentabilidad pactada y beneficios fiscales en el rescate por fallecimiento los hace especialmente atractivos para perfiles familiares o patrimoniales.
La ventaja común de estos productos frente a los planes de pensiones reside en la liquidez: permiten retirar el dinero sin necesidad de esperar a la jubilación, aunque con un tratamiento fiscal menos favorable en las aportaciones. A cambio, ofrecen más libertad de movimiento y se ajustan mejor a ciclos de vida cada vez más dinámicos.


