Inversión

Por qué conviene poner a tu nombre el fondo de inversión para tu hijo

Cada vez más familias apuestan por fondos de inversión para asegurar el futuro de sus hijos, una alternativa que plantea ventajas fiscales, mayor rentabilidad y nuevos desafíos sobre el control del dinero

Ana y Ricardo no se conocen, pero ambos han tomado decisiones similares por motivos distintos. Ana acaba de ser madre y ha empezado a construir un fondo de inversión pensando en el futuro académico de su hija. Ricardo, padre de dos adolescentes, acumula capital para que, cuando ya no esté, sus hijos puedan contar con un respaldo financiero. El nexo en común es el creciente interés por abrir fondos de inversión a nombre de los hijos, una alternativa que comienza a desplazar a las tradicionales cuentas infantiles.

La decisión de abrir un fondo puede ir más allá de elegir el producto adecuado. A menudo, surge otra cuestión relevante. ¿Es mejor poner ese fondo a nombre del menor o gestionarlo en nombre de los padres? Contratar un fondo a nombre del hijo tiene un matiz simbólico y práctico. Legalmente, el niño será el titular y podrá disponer del dinero al alcanzar la mayoría de edad. Algunas gestoras incluso ofrecen condiciones más flexibles para menores, con importes mínimos de entrada más bajos. A nivel fiscal, el menor tributará por la ganancia generada en el momento del reembolso, sin trámites adicionales de donación.

Sin embargo, existen desventajas notables. Una vez que el menor cumpla los 18 años, tendrá libertad total sobre ese capital. La gestión también puede complicarse si se necesita mover el dinero antes, ya que ciertas operaciones requerirían autorización judicial.

Esa es la razón por la que muchos optan por la vía intermedia, que consiste en mantener el fondo a nombre del progenitor y transferirlo en el momento adecuado. Gestionar la inversión desde una cuenta a nombre del padre o la madre permite mayor control y flexibilidad.

Por ejemplo, si el objetivo es que el dinero se entregue cuando el hijo termine la universidad, esta fórmula evita que el joven disponga del capital antes de tiempo. No obstante, esta estrategia también implica una carga fiscal doble. El progenitor deberá tributar por la ganancia patrimonial y el hijo, por su parte, estará sujeto al impuesto de donaciones. Aunque este impuesto cuenta con reducciones importantes en algunas comunidades como Madrid, el trámite no desaparece.

La decisión final entre titularidad del hijo o de los padres debe sopesar la fiscalidad, el control del capital y la educación financiera. En ambos casos, lo esencial es acompañar la inversión con un proceso educativo que prepare al niño para gestionar el dinero responsablemente. Como señala HelpMyCash, la mejor inversión no es solo la que da rentabilidad, sino la que también construye conocimiento financiero.

¿Es preferible abrir una cuenta corriente?

El fenómeno responde a un contexto económico que complica la emancipación de los jóvenes. La vivienda, el empleo y el coste de la educación son barreras que preocupan a muchas familias. Por eso, el fondo de inversión infantil aparece como una herramienta para garantizar oportunidades.

Esto no quiere decir que una cuenta infantil de ahorro no tenga su lugar. De hecho, resulta útil para enseñar a los niños conceptos básicos como el ahorro y la gestión de sus primeros ingresos. Una cuenta remunerada permite que vean crecer su dinero lentamente y puede ser una herramienta pedagógica valiosa. Su principal ventaja es la seguridad y la disponibilidad inmediata del dinero, lo cual resulta útil para objetivos de corto plazo o para gestionar pequeños regalos ocasionales.

Sin embargo, estas cuentas suelen ofrecer rendimientos muy bajos, a menudo por debajo de la inflación, lo que implica una pérdida de poder adquisitivo con el paso del tiempo. Frente a ello, los fondos de inversión, aunque no están exentos de riesgo, permiten acceder a productos más rentables, especialmente los de renta variable.

Estos instrumentos, además, se benefician del interés compuesto y tienen comisiones más competitivas si se eligen bien. También son más eficientes fiscalmente cuando se mantienen a largo plazo. En definitiva, mientras que la cuenta remunerada puede ser útil para introducir a los niños en el mundo del dinero, el fondo resulta mucho más potente cuando el objetivo es acumular patrimonio durante varios años.

Algunas simulaciones difundidas por plataformas como HelpMyCash y Cobalto muestran cómo varía el resultado según el producto elegido. Por ejemplo, si se aportan 100 euros al mes durante 18 años en una cuenta corriente sin apenas rentabilidad, se acumularían unos 21.600 euros. En cambio, si esa misma cantidad se invierte en un fondo indexado con una rentabilidad media anual del 5%, el capital final superaría los 34.500 euros. La diferencia entre estas dos cifras no es menor, sobre todo si ese dinero tiene como destino el pago de estudios, una entrada para una vivienda o el inicio de un proyecto profesional.

¿Aportaciones únicas o constantes a los fondos de inversión?

Dentro del universo de fondos, los indexados de gestión pasiva destacan por sus bajas comisiones y su capacidad de aprovechar el interés compuesto. InbestMe, por ejemplo, ofrece carteras específicas para menores con un importe mínimo de 1.000 euros y perfiles de inversión diversificados. Estas opciones permiten comenzar con pequeñas cantidades y automatizar las aportaciones mensuales. Los resultados pueden ser significativos.

En una simulación basada en aportaciones constantes, si una familia decide invertir 150 euros cada mes desde el nacimiento del niño hasta que cumpla 18 años, y se asume una rentabilidad media anual del 9%, el capital acumulado ascendería aproximadamente a 80.453 euros. En cambio, si la estrategia es realizar una única aportación de 2.500 euros al nacer y dejarla invertida bajo las mismas condiciones, el monto final tras 18 años sería de unos 11.793 euros.

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