Con qué gusto Carl Jung, fundador del psicoanálisis, observaría desde el otro lado de la mampara de cualquier sala fitness con sus gafas redondas, la expresión seria y el ceño a medio fruncir. Le disculparíamos lo de ir de punta en blanco; la pipa sería innegociable. Un gimnasio es un estupendo ecosistema en miniatura con los especímenes más curiosos, esos que el psiquiatra llamó arquetipos básicos. Y da igual el gimnasio, los patrones se van repitiendo como si fuesen personajes de una serie de Netflix o un culebrón venezolano.
Podemos toparnos con la heroína con cara de Hulk levantando las mancuernas, con la reina del selfi que nunca suda la camiseta o con la dueña del cortijo. Por veteranía (y porque no nos perdonaría relegarla a un puesto segundón), vamos a detenernos en esta última. La sala fitness es su finca y así se lleve por delante las normas que el resto firma cumplir. Reparte consejos sin que nadie los pida y todo le pertenece. Organiza como si los demás fuesen jornaleros y donde ella pisa, el resto pide permiso. Jung encontraría en ella una estupenda aliada para sus apuntes.
La amiga de todos
En un gimnasio están representados los arquetipos femeninos y masculinos que describió el psicoanalista, pero en este contexto se prestan a la hipérbole, incluso a la parodia. De momento, nos centraremos en la mujer, aunque ya hemos pedido el turno para el hombre. Sin despegarnos de la clasificación de Jung, la dueña del cortijo podría encajar en la madre, que simboliza la protección y conecta con el acto de nutrir, ya sea a otros o a sí misma. Prefiere acudir acompañada, invita al apoyo mutuo y genera sensación de comunidad. Es la amiga de todos y convierte el gimnasio en el epicentro de su vida social.
No nos olvidemos de la doncella, como describió Jung, representante de la juventud, la creatividad, la curiosidad. Llega al gimnasio impecable, con la pestaña a punto y la última tendencia en ropa deportiva. Conoce el ángulo perfecto para cada uno de sus posts en Instagram. Registra sus progresos en el móvil y comparte sus entrenamientos en redes sociales. Encuentra en el gimnasio un lugar donde alimentar y proyectar su seguridad.
Está también la espiritual o hechicera. Es la mujer que atraviesa una etapa de introspección y poder transformador. Lo suyo son las clases de yoga, pilates, estiramiento y mindfulness. Vive ajena a todo cuanto pueda pasar por el resto de las salas. Y la sabia. O la anciana, en términos del psicoanálisis. Podríamos aplicarle el refrán “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Es la energía acumulada. Busca conectar, charlar y forjar vínculos durante la actividad física. Prefiere clases grupales o rutinas que permitan esa interacción. Está muy motivada y es muy constante. Se marca metas propias y sigue exigentes rutinas para superarse. Es mega activa. Es muy capaz de entrenar sin dejar de hablar.

Tenemos a la guerrera, ejemplo de fuerza y competitividad. Es autónoma y tienen una actitud desafiante. Guarda distancia emocional. Es cumplidora con sus rutinas y parece mirar por encima del hombro al resto, sobre todo a los novatos. En todo gimnasio hay una cómica. Como desconfía de sus capacidades físicas y no está dispuesta a dejarse la piel en mejorar, ha aprendido a reírse de sí misma. Es divertida y espontánea y, gracias a su sentido del humor, rompe cualquier esquema. Si tiene a mano una colchoneta, la usará para recostarse.
Realmente, aunque siempre exista un patrón dominante, cada una de nosotras llevamos dentro todos los arquetipos que describió Jung. O ninguno, según la credibilidad que depositemos en sus teorías. El denominador común es la fuerza de voluntad para plantarse unas deportivas y decidirse a alternar rutinas de fuerza, cardio y buen humor, buscando más mejorar la salud mental y el bienestar personal que ceder a la presión social sobre la imagen corporal.
La dama del olvido
Aproximadamente el 21,3% de la población femenina que practica deporte en España está apuntada a un gimnasio. Aunque en España el número de hombres deportistas es superior al de las mujeres, estas escogen más los centros deportivos para ejercitarse. Representan el 56,7% y contribuyen a la bonanza económica del mercado del fitness, que prevé cerrar el ejercicio de 2025 con una facturación superior a 1.500 millones de euros, según se desprende del Informe Económico del Fitness 2025 elaborado por Intelligence 2P.
Entre ellas, hay que contar a la dama del olvido, que pagó su pase anual, se compró el mejor equipamiento y nunca más se supo.