Guitarrica de la Fuente, el nuevo folklore español

En un panorama musical saturado de artificios y estrategias de mercado, Guitarrica de la Fuente emerge como un fenómeno inesperado: un artista que, con apenas su voz y una guitarra, es la cara del folklore del siglo XXI

Guitarrica De La Fuente
IG: @guitarricadelafuente

¿Todavía no han oído hablar de él? tanto si sí, como si no, es motivo de celebración que, en una industria saturada de estímulos y propuestas efímeras, todavía nos encontremos sorpresas de vez en cuando como artistas capaces de encender una chispa en un mercado colapsado. Guitarrica de la Fuente es uno de esos casos singulares: un músico que, sin artificios ni grandes estrategias de marketing, ha conseguido que su voz y su guitarra se conviertan en referentes de autenticidad.

De la discreción al fenómeno

Lo sorprendente de Álvaro Delafuente, aka Guitarrica de La Fuente, no es solo su talento, sino la velocidad con la que ha escalado desde la discreción de sus primeros conciertos hasta el lugar central que hoy ocupa en la conversación cultural con tan sólo 27 años. Apenas sin hacer ruido, su propuesta se ha ido extendiendo gracias a una fidelidad poco común en estos tiempos: la de un público que busca la emocionalidad y la estética ante el estímulo permanente de corto plazo.

En apenas unos años, su crecimiento ha sido exponencial. De tocar ante unos pocos, ha pasado a llenar espacios donde se respira un ambiente de comunidad, casi de culto. En sus conciertos apenas hay más atrezo que él mismo y una guitarra. Esa ausencia de artificio, lejos de ser un vacío, es un manifiesto estético: la música en estado puro, sin filtros o con los mínimos elementos capaces de marcar un imaginario contundente.

Resulta llamativo cómo, desde esa sencillez, Guitarrica ha conseguido atraer a públicos muy diversos, pero con una fuerza especial en las comunidades LGTBIQ+ y queer. En un tiempo en el que muchos artistas buscan complacer, él se limita a ser, y en esa libertad radica gran parte de su magnetismo. No hay impostura en su forma de mostrarse; hay un lenguaje universal que habla de aceptación, de autenticidad y de belleza en lo cotidiano.

Su música, de raíz mediterránea, es luminosa y relajada. Recoge el eco de lo popular, lo costumbrista, pero lo viste de una sensibilidad contemporánea. En esa mezcla, en esa especie de folklore reinventado, está la clave de su capacidad para gustar a casi todos los públicos sin renunciar a un sello personal.

Un imaginario en construcción

Más allá del escenario, Guitarrica ha entendido que la música se expande en múltiples formatos. Sus colaboraciones singulares como su último trabajo con Pablopablo o su estilista Luca Guarini han dado forma a videoclips y proyectos visuales que consolidan un universo propio con mucha fuerza y que hace que su música parezca imposible de sonar viejuna de aquí a 30 años (una de sus actuales “preocupaciones” declaradas). Hablamos de piezas que no buscan el efectismo vacío, sino la coherencia estética, la construcción de un relato que se mantiene fiel a la esencia del artista.

La moda también se ha rendido a su magnetismo. El lanzamiento de una colección cápsula de Zara, que prácticamente está ya agotada, inspirada en su estética tras la presentación de Spanish Leather, es prueba de cómo su influencia trasciende lo estrictamente musical. En lugar de ser absorbido por el mercado, Guitarrica logra inspirarlo, aportando frescura a una marca global desde su mirada íntima y mediterránea.

Un nuevo folklore

En Guitarrita de la Fuente late lo que muchos consideramos un nuevo folklore español. No se trata de repetir fórmulas heredadas, sino de reinterpretar lo que significa ser parte de una tradición en pleno siglo XXI. Su música habla del mar, de la luz, de la sencillez, pero también del riesgo de explorar otros caminos, de tender puentes con lo queer, con lo diverso, con lo inesperado. ¿Con aquello que molesta e incomoda?

Frente a una industria musical masificada y previsible, Guitarrica es capaz de recordarnos que aún hay espacio para lo genuino. Su éxito no reside en campañas calculadas, sino en algo más valioso: la ingenuidad lúcida de apostar por uno mismo, de confiar en que la autenticidad puede ser revolucionaria. Su último concierto de la gira, celebrado ayer en Es Jardí, en Mallorca, da buena prueba de ello.

Quizá esa sea la verdadera lección que deja su ascenso: que en tiempos de fórmulas prefabricadas, lo único capaz de trascender es la frescura de lo real, el riesgo de lo distinto y la fe en un proyecto con sello personal. Si aún no lo conocen, me atrevo a decir que les sorprenderá.

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