COP30

La Amazonia acoge una cumbre climática con muchas promesas… y pocas líderes

Lula convierte Belém en el epicentro climático mundial con la Cumbre de Líderes de la COP30. El presidente brasileño reúne a más de 50.000 delegados y 57 jefes de Estado en la Amazonia para impulsar la agenda climática

Lula da Silva (c), posa junto a Keir Starmer (i) y al príncipe de Gales, Guillermo
EFE

La ciudad amazónica de Belém acoge esta semana la Cumbre de Líderes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), una cita que ha reunido a delegaciones de 143 países —entre ellas 57 jefes de Estado y de Gobierno— los días 6 y 7 de noviembre, antes de la inauguración oficial de la COP30, prevista del 10 al 21. La convocatoria busca dar un impulso político a las negociaciones. Sin embargo, las imágenes de grupo revelan un dato elocuente: en la foto del poder, apenas hay mujeres.

En un escenario dominado por rostros masculinos –Lula da Silva, Gabriel Boric, Gustavo Petro, Emmanuel Macron, Keir Starmer, el presidente de Finlandia o el polémico líder sirio- solo dos mujeres destacan entre la multitud de trajes oscuros: Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Jennifer Geerling-Simons, presidenta de Surinam. Una instantánea que resume una paradoja: mientras la emergencia climática afecta con especial dureza a las mujeres, sobre todo en las regiones más vulnerables, son los hombres quienes siguen ocupando la mayoría de los espacios donde se decide el futuro del planeta.

Lula y sus aliados regionales

El anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, ha querido que esta sea recordada como la “COP de la Amazonia”. Su objetivo es situar la selva tropical en el centro de la acción climática global. Para ello ha lanzado el Tropical Forest Forever Facility (TFFF), un fondo de 125.000 millones de dólares destinado a recompensar a los gobiernos y comunidades que mantengan sus bosques en pie. Pero el proyecto ha arrancado con dificultades: Reino Unido no ha comprometido fondos y varios países han aportado menos de lo esperado, según The Guardian. Aun así, si se consolida, el fondo podría convertirse en un salvavidas para las comunidades forestales de todo el mundo.

Gustavo Petro, saluda a su homólogo francés, Emmanuel Macron
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Lula ha estado arropado por sus principales aliados latinoamericanos, como Gabriel Boric (Chile) y Gustavo Petro (Colombia), con quienes comparte una visión de justicia climática centrada en la responsabilidad histórica del Norte global. Petro ha denunciado que los países del Sur “no pueden seguir siendo víctimas del modelo fósil”, mientras Boric ha insistido en una “transición justa” que no amplíe las desigualdades.

La voz femenina, una rareza

En plena avalancha de discursos y promesas, las voces femeninas han sido escasas. Ursula von der Leyen ha reivindicado el liderazgo europeo en la transición verde, pese a las tensiones internas en el bloque comunitario y a las críticas de los grupos ecologistas, que consideran insuficiente el nuevo objetivo de reducción de emisiones del 66,25 % al 72,5 % para 2035. Bruselas busca ahora reactivar su papel de liderazgo mundial, especialmente ante la retirada de Estados Unidos del consenso climático.

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Ursula von der Leyen, asiste a la apertura de la cumbre de líderes de la COP30
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Jennifer Geerling-Simons, por su parte, ha recordado que la supervivencia de su pequeño país, Surinam, depende directamente de la protección de los bosques tropicales.

Además de los mandatarios latinoamericanos, a Belém han acudido figuras clave de la política internacional. António Guterres, secretario general de la ONU, ha subrayado la urgencia de pasar de las promesas a la acción concreta, recordando que los compromisos nacionales actuales son insuficientes para limitar el calentamiento global a 1,5 °C. También han viajado a Brasil Keir Starmer, primer ministro del Reino Unido, y el príncipe Guillermo, que ha reforzado su perfil ambientalista en los últimos años. El mensaje desde Londres, sin embargo, llega matizado ya que Reino Unido no ha comprometido fondos al TFFF, lo que evidencia tensiones en torno al liderazgo financiero de la transición ecológica.

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Lula da Silva, posa junto a la presidenta de Surinam, Jennifer Geerling-Simons
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Esa escasez de mujeres en la mesa de negociación contrasta con la realidad sobre el terreno, donde las mujeres son fundamentales en la gestión de los recursos naturales y en las comunidades afectadas por el cambio climático. Naciones Unidas estima que ellas representan el 80% de las personas desplazadas por desastres ambientales, pero apenas ocupan el 26% de los cargos ministeriales relacionados con medioambiente o energía. En Belém, esa brecha ha quedado expuesta ante las cámaras.

Transición, bosques y financiación

El encuentro de Belém se centra en tres ejes fundamentales. Primero, la transición energética justa, derivada del Global Stocktake acordado en Dubái, que insta a abandonar los combustibles fósiles de manera ordenada y equitativa. Segundo, la protección de los bosques como pilar de la estabilidad climática y económica, con soluciones basadas en la naturaleza que podrían aportar hasta el 37 % de la mitigación global necesaria para 2030. Y tercero, la financiación climática, que dominará las discusiones. Los países deben concretar la Hoja de Ruta de Bakú a Belém, destinada a movilizar 1,3 billones de dólares anuales para 2030.

La COP30 llega junto al décimo aniversario del Acuerdo de París. Aunque las inversiones en energía limpia superan ya a las de combustibles fósiles y las renovables son más baratas en casi todos los mercados, las trayectorias nacionales aún están lejos de lo necesario. Sin embargo, en Belém, la falta de mujeres líderes también recuerda que la transición ecológica no será completa mientras la mitad del mundo siga fuera del centro de la decisión política.