Las imágenes de atrocidades diarias cometidas por las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) en Sudán evocan a la masacre de Hamás del 7 de octubre de 2023, o las matanzas cometidas por islamistas sirios contra las minorías alauita o drusa. Sin compasión y ante el silencio del mundo, los milicianos de esta milicia árabe, heredera de las fuerzas del exdictador Omar al Bachir, están ejecutando a sangre fría a civiles de otras minorías étnicas del país africano, sumergido en la que se considera la peor crisis humanitaria del planeta.
Según la ONU, al menos 36.000 civiles han huido de la región de Kordofan, tras la caída de la ciudad de El Fasher a manos de las RSF. La urbe, que estuvo sitiada durante un año, era parte del estratégico corredor que une el área central del país con las provincias de Darfur y Jartum. En las últimas semanas, las más cruentas batallas de la guerra civil en marcha desde 2023 se produjeron en esta zona.

La guerra, el hambre y el caos en Sudán no son un fenómeno nuevo. Bajo mando del exdictador Omar al Bachir, acusado por la Corte Penal Internacional (ICC) por genocidio y crímenes de guerra por el conflicto en Darfur, se registraron unas 200.000 muertes en el país. Bachir gobernó el país con mano de hierro desde que tomó el poder a la fuerza en 1989.
Más de dos años de guerra
La lucha armada se reprendió el 15 de abril de 2023, cuando estallaron las diferencias políticas y de poder entre Abdel Fattah al Burhan, líder de las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF) y Mohamed Hamdan Dagalo, líder del RSF. El estallido del conflicto supuso el fin a la frágil transición política puesta en marcha en 2021, que debía consolidar el proceso hacia la democracia iniciado con el golpe de estado contra Omar al-Bashir en 2019.

Con cifras de muertos y desplazados difíciles de verificar, se estima que más de 13 millones se han visto forzadas a huir dentro o fuera de Sudán. El último éxito se produjo tras la caída de El Fasher el pasado 31 de octubre, que supuso la huida a pie de unas 36.825 personas hacia Tawila, que según la ONU ya albergaba más de 650.000 desplazados desde septiembre.
La historia “horrífica” se repite
Mirjana Spoljaric, presidenta de la Cruz Roja Internacional, catalogó de “horrífica” la situación en Sudán. “La historia se repite y empeora en cada lugar que es tomado por otra facción”, comentó a Reuters. Desde la Cruz Roja se están recolectando pruebas de supuestas matanzas masivas, violaciones y otros crímenes. “Con la investigación en marcha, la oficina está tomando pasos inmediatos sobre los supuestos crímenes en El Fasher, para preservar evidencias relevantes para futuros casos”, aclaró el tribunal en un comunicado.

Civiles en la provincia de Kordofan del Norte denuncian una creciente presencia de hombres armados del RSF y el SAF, y ahora estarían intentando acercarse a la estratégica ciudad de El Obeid. “Hay una creciente presencia de vehículos militares y armamentos al oeste y sur de El Obeid”, dijo un residente. Martha Pobee, vicesecretaria de la ONU para África, alertó sobre “grandes atrocidades” y “venganzas étnicas” perpetradas por el RSF en la zona. Varias fuentes apuntan a que Emiratos Árabes Unidos (EAU) están dando apoyo logístico al RSF, para garantizarse el control de recursos minerales en el país africano.
Esta milicia está cebándose con grupos étnicos no árabes en las zonas conquistadas. En su misa del pasado domingo, el Papa Leo exigió un alto al fuego inmediato para abrir un corredor humanitario en Sudán, tras denunciar que los ataques sobre civiles y los sabotajes a la ayuda humanitaria “están creando un gran sufrimiento”. Entes internacionales denuncian situación de hambruna en El Fasher y otras veinte áreas de Darfur y Kordofan.
Heridas de bala y desnutrición aguda
Giulia Chiopris, pediatra de Médicos sin Fronteras en Tawila, confirmó la incesante llegada de civiles desde El Fasher en las últimas dos semanas. “La mayoría son pacientes adultos con heridas de bala o heridas causadas por torturas o bombardeos, pero también recibimos un gran número de niños menores de 5 años que padecen desnutrición aguda”, comentó en un testimonio en audio.
Quienes huyen lo hacen de noche, sin comida ni agua, en recorridos que toman 3 o 4 días a pie. Las madres, desesperadas, recurren a alimentos para animales para alimentar a sus hijos. Muchas veces, sufren robos de sus escasas pertenencias. “Cuando llegan a nuestro servicio de urgencias muestran signos de deshidratación grave, suelen presentar complicaciones relacionadas con la ingesta de alimentos y agua contaminados y, lamentablemente, la mortalidad entre los niños desnutridos es especialmente elevada”, prosiguió.
Aumenta la violencia sexual
Los voluntarios de MSF también reciben a madres que acaban de dar a luz y no tienen suficiente leche para alimentar a sus bebés, o muchos huérfanos que han perdido a toda su familia por los bombardeos o pogromos. “Por desgracia, el número de casos de violencia sexual que nuestro equipo ha atendido en los últimos meses es especialmente elevado”, lamentó. Nuevamente, el cuerpo de la mujer se convierte en arma de guerra en un conflicto.

En los campos de refugiados en Tawila, apenas hay un litro y medio de agua al día por persona, la comida escasea, y no hay condiciones de higiene mínimas. “Casi todos los niños que vemos procedentes de estos campos tienen infecciones especialmente graves”, concluyó Chiopris.


