Para muchas madres gazatíes, la orden de desalojo emitida la semana pasada por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), instando a que un millón de civiles desalojaran la ciudad de Gaza ante la inminente invasión militar terrestre, supuso el enésimo desplazamiento interno. Para muchas, una agonía insufrible: se ven forzadas a abandonar para siempre sus hogares, y reubicarse en paupérrimas carpas que carecen de servicios básicos para sostener una vida digna.
“La palabra desplazamiento no describe lo que estamos sufriendo” contó Misa Odeh, gazatí de 50 años, al canal saudí Asharq al-Awsat. Y añadió: “No se lo desearía a los judíos que nos matan, a pesar de que son nuestro enemigo. La huida es algo muy duro y amargo”. Desde que la infantería de las FDI invadió la ciudad de Gaza -se estima que controlan un 40% del que se considera el último bastión de Hamás-, miles de mujeres palestinas son vistas cargando sus vidas a cuestas. Algunas familias incluso se llevan muebles, puertas o marcos de ventanas, conscientes de que sus casas serán probablemente destruidas.
La mayoría de las mujeres desplazadas ponen rumbo a la “zona humanitaria” del Al-Mawasi u otros distritos al centro de la Franja. La gran mayoría, lo hacen a pie: los desplazamientos en vehículos ascienden a precios astronómicos -hasta 2.000 euros- inasumibles por la mayoría. La distancia entre ciudad de Gaza y Al-Mawasi son 33 kilómetros. Las FDI aspiran a concentrar aquí a prácticamente los dos millones de civiles del enclave costero.
La penosa travesía
Sobre sus cabezas, las mujeres portan sacos de ropa, garrafas de agua y otras pertenencias. Una anciana de 80 años se ve forzada a recorrer a pie el camino de no retorno. Madres besan por última vez las casas donde echaron raíces. Mujeres dan cobijo con sus cuerpos a sus hijos para dormir en la intemperie, incapaces de encontrar un refugio seguro por el camino. Sin acceso a un baño, agua corriente, intimidad ni seguridad personal.
Se estima que actualmente viven en Gaza poco más de un millón de mujeres, de las cuales 14.000 se convirtieron en el único mecanismo de ingresos para sus familias por las víctimas sufridas en la guerra. El 19% de los cerca de 65.000 muertos desde el inicio de la ofensiva israelí el 7 de octubre de 2023 son mujeres. Las mujeres sufren todavía más el drama humanitario: hay escasez de productos de higiene femenina, difícilmente pueden alimentar a sus bebés antes y después del parto, y están expuestas a una violencia física extrema.

Una viuda, madre de cinco y desplazada en una carpa en la ciudad de Gaza, contó a Al-Jazeera que empezaron su huida a pie tras intensificarse los bombardeos en su barrio de Tel Al-Hawa. Los drones israelíes empezaron a disparar y los llantos de sus hijos eran aterradores. Empezaron la caminata a las seis de la mañana, y llegaron por la noche a la zona de Nuseirat, en el centro de la franja. “No había taxis ni carros, pero tampoco tenemos dinero para pagar transporte”, explicó. Junto a ella, caminó una prima viuda con sus sietes hijos, y otras dos mujeres enfermas. “No tenemos ni carpa, solo la ropa que vestimos”, aclaró.
La penosa travesía
Para intentar paliar la violencia que sufren las gazatíes, la oficina de asuntos humanitarios de Naciones Unidas (OCHA) aseguró que proporcionará diez tiendas de campaña para las mujeres y niñas desplazadas que corren mayor riesgo. El organismo internacional también anunció que se habían distribuido 921 kits de higiene, aunque reconocieron que son aportaciones insuficientes para cubrir las necesidades. También se establecerá un punto de apoyo en la ruta costera por donde huyen los desplazados, para proporcionar ayuda psicológica.
Bissam Yassin, reportera del canal catarí Al-Araby, contó que intenta buscar apartamento o un terreno para alquilar, pero que los precios son inasumibles. Shuruk al-Bajari, desplazada de Beit Lahia -ciudad al norte arrasada por completo-, precisó que es más difícil encontrar refugio con niños. “Debes preocuparte de ti misma, pero también de las necesidades de los niños. Lo dejamos todo por ellos”, lamentó.
Otro grave problema es el caos generado en la huida, en que muchos niños acaban perdidos. “Madres buscan histéricas a sus hijos perdidos, que lloran y piden el abrazo de sus familiares, me rompe el corazón”, contó el músico Ahmed Abu Amsha en Instagram. Y agregó: “pasé el día con un niño perdido, que se durmió junto a mí. Solo puedo imaginar el dolor y el cansancio de sus padres que lo siguen buscando”.
Tras publicar el rostro del niño perdido en grupos de Watsapp, el músico logró reunirlo con sus padres, que estaban a cinco kilómetros de distancia en otro campamento de refugiados. OCHA ha organizado varios puntos de ayuda para niños al sur de la franja, donde ya ha recibido más de 15 casos de menores separados de sus padres. La agonía podría eternizarse: las FDI estiman que la ocupación de la ciudad de Gaza podría tomar al menos ocho meses.