“La diplomacia feminista”, afirmó el ministro de Asuntos Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, al término de la cumbre celebrada esta semana, “no es una etiqueta. Es una forma de ejercer el poder de otra manera: con escucha, exigencia y valentía. Es una poderosa palanca diplomática para apoyar una determinada idea del mundo, basada en la libertad y la igualdad. Es un plus de alma para resistir ante el desorden geopolítico que nos amenaza”.
En París, los ministros de treinta países se mostraron de acuerdo. Reunidos en la IV Conferencia Ministerial sobre Política Exterior Feminista, firmaron la Declaración Política Conjunta de París sobre la igualdad de género, la promoción de los derechos humanos de todas las mujeres y niñas y el fortalecimiento de un enfoque feminista de la política exterior, una amplia declaración que tiene por objeto convertir la igualdad de género en un imperativo de la política exterior, en lugar de una nota al pie de página.

La declaración, adoptada el 23 de octubre, reúne a una amplia coalición de gobiernos, desde Australia y Canadá hasta Ruanda y Colombia, así como a la mayoría de los defensores europeos de la diplomacia feminista, entre ellos Francia, España y Reino Unido. La lista de signatarios también incluye a Armenia, Bélgica, Chile, Chipre, República Dominicana, Estonia, Islandia, Irlanda, Kosovo, Letonia, Liberia, Lituania, Luxemburgo, México, Moldavia, Países Bajos, Macedonia del Norte, Noruega, Portugal, Eslovenia, Tailandia, Ucrania y Uruguay. Marruecos, aunque acudió a la cita en París y en su discurso, el ministro de Exteriores Nasser Burita reconoció “la decisión del rey Mohammed VI de priorizar los derechos de las mujeres y la igualdad en su reinado”, no firmó la declaración final.
🔴 Direct | #FFPConference Discours de clôture de @jnbarrot et Delphine O à l’occasion de la 4ᵉ Conférence ministérielle des diplomaties féministes. https://t.co/zBNgryqV7S
— France Diplomatie 🇫🇷🇪🇺 (@francediplo) October 23, 2025
También destacan las ausencias de varias potencias mundiales: Estados Unidos, China e India, lo que nos recuerda que la política exterior feminista sigue estando lejos de ser la corriente dominante en la diplomacia mundial. De la misma manera, Takahashi Katsuhiko, Embajador de Asuntos económicos internacionales del Women, Peace and Security, cerró la ceremonia y alabó el hecho de tener una primera mujer al frente del Gobierno nipón, pero Japón no suscribió el documento.
“Un momento crítico”
Convocada bajo los auspicios del Gobierno francés, la conferencia de París se celebró en un sombrío contexto internacional: múltiples guerras, el retroceso de los derechos reproductivos en algunas regiones y una creciente reacción en contra.

“Un momento crítico”
Convocada bajo los auspicios del Gobierno francés, la conferencia de París se celebró en un contexto internacional sombrío: múltiples guerras, el retroceso de los derechos reproductivos en algunas regiones y una creciente reacción contra la igualdad de género.
“Nos mantenemos unidos y solidarios ante el creciente número de crisis prolongadas y multidimensionales que afronta el mundo”, escribieron los ministros, advirtiendo que el derecho internacional y las normas de derechos humanos “están siendo cuestionados”.
De la retórica a la política
El documento, titulado “Llamada a la acción”, consta de ocho puntos que describen cómo debería ser en la práctica una política exterior feminista. Comienza con el compromiso de proteger todos los derechos humanos de las mujeres y las niñas, desde el acceso a la educación y la salud hasta la libertad frente a la discriminación y la violencia. Los gobiernos también se comprometen a combatir la violencia de género, incluido el abuso en línea, y a oponerse a la criminalización de las mujeres por las decisiones que toman sobre su propio cuerpo.
Otros compromisos se centran en involucrar a los hombres y los niños como aliados, apoyar a las organizaciones feministas de la sociedad civil, defender la salud y los derechos sexuales y reproductivos (SDSR), incluidos el aborto seguro y la atención materna, y reconocer las diversas formas de familia.

Los signatarios se comprometen además a garantizar la participación igualitaria de las mujeres y los jóvenes en la política, la economía y la toma de decisiones, y a promover una cultura feminista dentro de sus propios ministerios de Asuntos Exteriores, desde la formación de los diplomáticos hasta la incorporación del análisis de género en las políticas.
Una coalición más amplia, pero aún limitada
Para las defensoras feministas, la presencia de países como Liberia, Ruanda y Colombia entre los signatarios supone una expansión bienvenida más allá del núcleo Occidental del movimiento. Los primeros marcos de política exterior feminista fueron lanzados por Suecia en 2014 y posteriormente adoptados por Canadá, México, Francia y otros países.

Pero la ausencia de muchas economías importantes pone de relieve los límites del alcance de la iniciativa. Sin la participación de Washington, Pekín o Delhi, la declaración de París corre el riesgo de seguir siendo una alianza progresista en lugar de una norma universal.
Aun así, la declaración de París está siendo aclamada por diplomáticos y representantes de la sociedad civil como una señal de resiliencia en una era de retrocesos. El texto condena explícitamente la reducción del espacio cívico y la persecución de las defensoras de los derechos humanos, y exhorta a los gobiernos a garantizar “un entorno propicio” para las organizaciones feministas de todo el mundo. Por eso tras la firma, en los imponentes salones del ministerio de Asuntos Exteriores de Francia se respiró algo de esperanza entre las feministas de todo el mundo, aunque conocedoras de que la lucha continúa. Y es que como repitió el jefe de la diplomacia española, José Manuel Albares, al anunciar que la próxima cita será en Madrid el año que viene hay que “avanzar, avanzar y avanzar”.




