La reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Tianjin y el desfile militar que Beijing celebra este 3 de septiembre por el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial han vuelto a dejar en evidencia la realidad del bloque euroasiático: su política internacional de alto nivel sigue siendo un club casi exclusivamente masculino. En las reuniones y ceremonias que han reunido a más de veinte mandatarios de Asia, Oriente Medio y Europa del Este, la ausencia de mujeres en los puestos de decisión fue total.
En Tianjin, Xi Jinping se rodeó de líderes como Vladímir Putin o Narendra Modi, con quienes buscó escenificar la construcción de un nuevo orden global alternativo a Occidente. Sin embargo, la foto de familia de la cumbre fue inequívoca: todos hombres.

En comparación, en el desfile de 2015, por el 70º aniversario, al menos acudió Park Geun-hye, entonces presidenta de Corea del Sur. Este año, en cambio, Seúl no envió delegación al más alto nivel -aunque de igual manera hubiera sido encabezada por un hombre-.
La ausencia femenina en las reuniones asiáticas no es un detalle menor. China busca agrupa a potencias emergentes y estados que buscan distanciarse de la órbita occidental, aspira a perfilar un modelo de gobernanza internacional alternativo. Sin embargo, su incapacidad para incluir a mujeres en posiciones de liderazgo revela una gran brecha con las demandas contemporáneas de igualdad. Mientras en foros como la ONU o la UE se ha avanzado —aunque lentamente— hacia la paridad, en el espacio euroasiático la presencia femenina sigue siendo prácticamente invisible.
El bloque masculino
El contraste se mantiene y es igual de evidente en el desfile militar de Pekín. La lista de los 26 líderes internacionales invitados incluye a representantes de Asia Central, el Sudeste Asiático, África y América Latina, pero ninguna mujer. Según la agencia Xinhua, el evento busca mostrar el “poder del Ejército chino para salvaguardar la soberanía nacional y la paz mundial”. No obstante, lo que quedará en la retina será la imagen de Xi, Putin y Kim Jong Un hombro con hombro, reforzando un bloque masculino de poder.

El recuerdo histórico tampoco ayuda a revertir esta exclusión. En el acto, China volvió a reivindicar el papel de su pueblo durante la invasión japonesa (1931-1945) y subrayó los sacrificios realizados, en especial en episodios como la masacre de Nanjing, donde decenas de miles de mujeres fueron víctimas de violaciones masivas. Paradójicamente, aquellas mujeres que sufrieron en la guerra siguen siendo recordadas como símbolos de resistencia, pero no hay espacio para las demás en los niveles de representación política.
El problema no es exclusivo de China. En países clave de la OCS como Rusia, Irán o Pakistán, las mujeres han estado históricamente excluidas de la política de alto nivel. Solo en casos contados, como el de Benazir Bhutto en Pakistán o la ya mencionada, Park Geun-hye en Corea del Sur, lograron alcanzar la jefatura de Estado. La cumbre de Tianjin demuestra que esos episodios siguen siendo excepciones aisladas.
Las primeras damas
Al mismo tiempo, se espera que las primeras damas que acompañaron a los líderes a la cumbre de la OCS también asistan al desfile. Entre ellas figura la anfitriona Peng Liyuan, esposa de Xi Jinping, que ya encabezó una agenda paralela en Tianjin; Mehriban Aliyeva (Azerbaiyán), que acudió junto a su hija Arzu; y Anna Hakobyan (Armenia). También participaron Ziroat Mirziyoyeva (Uzbekistán), Luvsandorjiin Bolortsetseg (Mongolia) y Wan Azizah Wan Ismail (Malasia), además de las primeras damas de Irán y Nepal, según la lista de mandatarios asistentes.

Todas ellas estuvieron relegadas a actividades protocolares y culturales —como el paseo en barco por el río Haihe— lejos de las discusiones sobre seguridad, economía o el conflicto arancelario, lo que anticipa que su presencia en Pekín volverá a ser esencialmente ceremonial.
El nuevo orden que Xi pretende encabezar puede exhibir músculo militar y cohesión diplomática frente a Occidente. Pero, mientras en sus grandes citas sigan brillando por su ausencia las mujeres, será difícil presentarlo como un modelo de futuro. El mundo multipolar que Pekín defiende está todavía atrapado en un esquema patriarcal.