Asistimos casi sin darnos cuenta a la edad dorada del periodismo preventivo. Se practica todos los días en los medios de comunicación oficialistas donde antes de contarle una noticia, se le administra al incauto espectador, un analgésico que cambie de antemano y, por completo, su percepción sobre la misma. Es decir que antes de ofrecer detalle alguno sobre un hecho concreto y antes de que te formes tu propia opinión te explican que eso que estás viendo no es lo que parece.
Por ejemplo sale el informe de la Guardia Civil sobre la situación patrimonial de Ábalos y antes de explicar su contenido y sin dejar tiempo para formarte tu propia opinión, te aclaran que ahí no existe ni un solo indicio de financiación ilegal, administrado el sedante, te ofrecen una versión atenuada de la realidad. No sea que alguien pueda llegar siquiera a concluir que, si de la sede de un partido sale dinero negro, es porque probablemente esté entrando por otro lado. Lo vemos todos los días y cada vez con más frecuencia.
Antes de contarte la amnistía te dicen que es necesaria para la convivencia no sea que alguien piense que es para que Pedro Sánchez siga en la Moncloa. Mientras te explican la detención de Koldo que salpica a Ábalos te advierten de que hace mucho que esta último no forma parte de la cúpula del PSOE. El día que te cuentan que Santos Cerdán entra en prisión te recuerdan que esa es la cárcel donde estuvieron Bárcenas, Rato o Francisco Granados. Lo mismo con Begoña o con el “hermanísimo” cuando lo primero que te aclaran es que la denuncia la interpone el lado oscuro de la ultraderecha. Y con el Fiscal General empiezan contándote que sólo combatía un bulo dejando para el postre que se le investiga por la posible comisión de un delito.

La técnica se perfecciona hasta llegar al género de la entrevista con episodios como el que tuvo lugar hace algunos días en TVE. Antes de preguntar a un ministro, la presentadora administraba de forma subrepticia el analgésico haciendo una calculada reflexión previa: “Es verdad señor Ministro que este informe de la UCO no muestra evidencia alguna de que el PSOE se financie ilegalmente, pero aunque no es lo que dice el informe dice el PP que ustedes tienen una caja B, y añaden que Pedro Sánchez tiene que dimitir ¿Qué le parece la opinión y la posición del PP?”.
La respuesta del ministro en cuestión retrató sin quererlo a la periodista que preguntaba: “Pues bueno pues una posición, tú misma lo has expuesto y yo no quería ser más explícito, pero yo veo financiación irregular”. Es a esto a lo que luego llaman periodismo. En el Congreso se practica desde hace tiempo. Además de no responder a nada de lo que se pregunta, la respuesta siempre viene precedida de una sesión de arqueología sobre la historia del partido cuyo representante interpela y a partir de ahí se compara para inyectar el sedante y concluir diciendo que no son lo mismo.

El epítome de esta forma de proceder podría ser la sesión del día 30 de octubre en el Senado cuando le pregunten a Pedro Sánchez en la comisión de investigación del caso Koldo. Vaya por delante que siempre he pensado que en España el único lugar donde se investiga son los tribunales. Del mismo modo que la experiencia me dice que si los políticos quisieran hacer un uso correcto de este instrumento parlamentario, se desprenderían de las ideas preconcebidas y partirían de cero para ir reconstruyendo hechos con la intención de buscar la verdad.
No creo que tenga mucha más utilidad más allá de ver a Pedro Sánchez en uno o varios renuncios de los suyos porque este presidente sufre mucho en el cara a cara. Pero podemos apostar que Pedro Sánchez utilizará la técnica nacida en en los platós televisivos al calor de los focos: “déjeme antes de nada que le explique lo que no es, no vaya usted a creer lo que es”.