El 2 de noviembre de 1975 fue hallado el cuerpo sin vida de Pier Paolo Pasolini en la playa de Ostia, en las afueras de Roma. Su asesinato, todavía envuelto en incógnitas, sigue siendo uno de los crímenes culturales más enigmáticos del siglo XX. Aunque Giuseppe “Pino” Pelosi, entonces de 17 años, fue condenado por el homicidio, múltiples investigaciones, análisis de ADN reciente y teorías sobre posibles conspiraciones políticas o mafiosas siguen abriendo dudas sobre la versión oficial del caso.
En esta conmemoración del quincuagésimo aniversario, el recuerdo de su figura sigue vivo: escritor, poeta, cineasta y polemista, fue un feroz crítico del consumismo, la corrupción política y la homogeneización cultural.
Pasolini fue un intelectual incómodo para todos los poderes. Sus editoriales en Corriere della Sera denunciaban la “sociedad de consumo”, la transformación del campesinado en pequeñas burguesías y el surgimiento de un poder sin rostro. En uno de esos artículos, escrito en 1974 bajo el título El poder sin rostro, afirmaba que ese poder pretendía “la brutal homologación totalitaria del mundo”.

Su influencia en el cine y la cultura actual
El cine de Pasolini sigue siendo referencia indeleble: películas como Accattone, Teorema o Salò o los 120 días de Sodoma se estudian hoy no solo por su valor estético, sino por su crítica radical al poder político y cultural. Su mirada hacia los marginados, los sectores sub-proletarios y la alienación provocada por los medios de comunicación siguen siendo vigentes.
Críticos contemporáneos interpretan su obra como visionaria: mucho antes de que las redes, el consumo masivo y la televisión omnipresente marcaran la vida cotidiana, él ya veía cómo se borraba la singularidad individual en nombre del progreso.

En el ámbito literario, sus novelas, poesías y ensayos conservan un pulso provocador. Su escritura, al mismo tiempo lírica y afilada, interroga la relación entre sexualidad, religión, poder y verdad. Pasolini mostró una convivencia conflictiva entre sus orígenes católicos, su activismo marxista y su identidad homosexual, lo que lo convirtió en una voz compleja y no alineada con ningún discurso dominante.
Esa tensión sigue fascinando a nuevos lectores y estudiosos, que reinterpretan sus textos como alerta profética frente a sociedades homogéneas.

Moda y estética: un legado reinventado
Curiosamente, la influencia de Pasolini trasciende lo estrictamente artístico y literario y se cuela también en la moda contemporánea. Más allá de su tiempo, su cuerpo, su estética y su estilo se convierten en símbolos en editoriales de moda, donde se recupera su icónica imagen de intelectual poderoso, vulnerable y autodidacta.
Sesiones fotográficas y editoriales actuales reinterpretan su estética de los años sesenta y setenta, usando elementos visuales que remiten a su estilo personal: la mirada ensimismada, la ropa sencilla, la presencia intensa: una masculinidad sin complejos, podía vestirse como un chico de la calle y como un perfecto caballero italiano. Camisetas marineras, chaquetas de cuero o trajes de sastrería italiana.
De hecho, colecciones recientes se han inspirado en su figura para reinterpretar la masculinidad clásica, mezclando la informalidad con la solemnidad, y reflejando esa tensión que él mismo vivió entre apariencia y profundidad.

Un legado que no muere
A medio siglo de su muerte, Pasolini no es solo un mártir cultural, sino también un símbolo que sigue interpelando las conciencias. Su asesinato, rodeado de sombras políticas, mafia y contradicciones, no logró silenciar su pensamiento; al contrario: lo elevó a estandarte de denuncia, compromiso y autenticidad.
Hoy, en festivales de cine, conmemoraciones académicas, exposiciones visuales y editoriales de moda, su legado resurge con vigor. Ese “poder sin rostro” que denunció sigue presente, pero también su invitación a mirar la verdad, la libertad, la identidad. Como profeta de su tiempo y de los nuestros, Pasolini sigue vivo.

