Trabajo

Madre soltera, de 41 años y sin empleo: “Me dicen que me llamarán, pero nunca vuelvo a saber de ellos”

Seis de cada diez profesionales en España que llevan más de un año en paro son mujeres. Ana encarna al más de medio millón de trabajadoras atrapadas en esta realidad: “Solo necesito una oportunidad”

Mujer en situación de desempleo de larga duración
KiloyCuarto

Ana, nombre ficticio para preservar su anonimato, tiene 41 años y vive en Madrid. Lleva más de un año buscando empleo de manera activa, y arrastra una historia laboral marcada por la precariedad y largos periodos sin contrato. Su último empleo estable terminó en 2016, cuando trabajaba en una empresa de logística. Más tarde nació su hija pequeña, llegó la pandemia y, desde entonces, solo ha podido encadenar trabajos esporádicos y mal remunerados.

Hoy intenta reincorporarse al mercado laboral, pero le está resultando “muy difícil“, tal y como reconoce ella misma a Artículo14. A su cargo tiene dos menores -una niña de cinco años y un adolescente que apenas acaba de comenzar la ESO- y no cuenta con apoyo familiar cercano. “Estoy sola en el barrio. Mis padres viven lejos y no tengo a nadie que me ayude con los horarios de mis hijos“, explica.

Más de 525.000 mujeres

La madrileña es una de las más de 525.000 mujeres que, según los últimos datos de Eurostat, arrastran un paro prolongado durante más de un año en el país. La cifra sitúa a España como el Estado miembro con mayor número de trabajadoras en esta situación de todo el bloque comunitario. Todo ello, pese a ubicarse por primera vez en 15 años el total de empleados en situación de desempleo de larga duración por debajo del millón. Y de que supongan menos del 40% del total de parados. 

Con más de 13 años de experiencia en logística, Ana busca empleo en ese sector, aunque no se cierra a otros en los que pueda encajar. Pero las entrevistas laborales no terminan de concretarse. “Me dicen que me llamarán, pero no vuelvo a saber nunca nada de ellos“, lamenta. Y cuando surgen oportunidades, los horarios son imposibles: turnos de noche o jornadas incompatibles con la entrada y salida del colegio. Lo que deja a esta mujer atrapada entre la necesidad de trabajar y la imposibilidad de garantizar el cuidado de sus hijos: “Es como la pescadilla que se muerde la cola -resume-. Sin trabajar no puedo pagar a alguien que cuide de mis hijos, pero sin esa atención no puedo aceptar muchos trabajos”.

Ella es madre soltera desde hace algo más de un año, cuando su pareja abandonó el hogar. Desde entonces acarrea sola con la educación y cuidado de sus hijos con escasos ingresos. Ha acudido a los servicios sociales, pero hasta que no se resuelva su procedimiento judicial -el divorcio- le han explicado que no puede acceder a ayudas completas. Únicamente ha recibido una tarjeta para la compra de alimentos durante cuatro meses. “Me dijeron que hasta el año que viene no podrían ayudarme más“, cuenta.

Ana, nombre ficticio para preservar su anonimato, es madre soltera en situación de desempleo de larga duración.

El castigo de la edad

Desde que es cabeza de familia, compagina la atención a sus hijos con trabajos esporádicos de limpieza en hogares sin dar de alta. Aunque reconoce que la irregularidad laboral le preocupa. “Tengo muchos años cotizados, pero seguir así es una pena. Trabajo por horas que no se reconocen. Tengo que buscar algo estable por mis hijos y por mi pensión“, reflexiona.

El desempleo de larga duración en España adquiere un perfil marcado, además de por el género, por la edad. Las mujeres representan el 52% del total de personas desempleadas, pero su presencia aumenta entre quienes llevan más de un año buscando trabajo sin éxito. En este sentido seis de cada diez parados de larga duración son mujeres. Pero la situación es aún más preocupante entre los mayores de 50 años. Esta franja de edad constituye el 30% del conjunto de desempleados de España, sin embargo, representa casi la mitad de quienes permanecen en paro prolongado, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Pese a las dificultades, Ana no se rinde. Busca ofertas cada día, ha hecho cursos de riesgos laborales, y recibe apoyo puntual de la Fundación Adecco, que le ayuda a formarse para conseguir un puesto en el mercado laboral. Sigue insistiendo en encontrar un empleo, preferiblemente de jornada completa o parcial siempre que sea compatible con la entrada escolar. “Podría trabajar de nueve a seis. Las tardes las tengo solucionadas, pero las mañanas son imposibles sin ayuda”, explica.

Su historia es la de miles de mujeres atrapadas en el paro de larga duración en España: sin una red familiar cerca de la vivienda habitual, sin recursos para pagar cuidados, con horarios inconciliables y con un mercado laboral que penaliza la maternidad, la edad y la discontinuidad. Ana, concluye, no cesará en su empeño. “Estoy intentándolo. Solo necesito una oportunidad”.

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