El murmullo de las turbinas y el zumbido de los conductores de la central nuclear han formado parte del día a día de Patricia desde que llegó a Almaraz en 2014. Para ella, esta planta no es solo un lugar de trabajo. Es su zona de confort. Un lugar en el que coexisten sus raíces y la responsabilidad de un empleo. Sin embargo, la sombra de un cierre previsto para 2027 se cierne sobre esta instalación. La central nuclear de Almaraz, que genera el 7% de la electricidad del país y abastece a más de cuatro millones de hogares, será la primera, si no hay cambios, en echar el cierre. Así lo estipula el plan de desmantelamiento nuclear del Gobierno, recogido en el Séptimo Plan General de Residuos (PGRRR).
Al mismo tiempo, la nuclear es la mayor industria de Extremadura. Para quienes dependen de ella, el cierre supone más que el fin de una actividad profesional. “Ojalá pudiéramos decir que todos los que estamos aquí trabajando vamos a poder seguir aportando a nuestra tierra. Pero Extremadura, lamentablemente, ha sido siempre una una región en la que las oportunidades no han sido muy numerosas. Entonces, no solo nosotros, sino todas nuestras familias nos veríamos obligados a emigrar”, anticipa Patricia. Y añade: “No solo están en juego puestos de trabajo, sino el arraigo a la tierra y sobre todo la vida de todos los pueblos de la zona“.
Jefa en Almaraz
Patricia Rubio nació en Plasencia (Cáceres), y estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Politécnica de Madrid. Tras trabajar seis años en empresas del sector nuclear en la capital, decidió regresar a Extremadura para incorporarse a la estación de Almaraz. La ingeniera aclara que la central le permitió “por un lado, trabajar en un sector pionero e innovador. Y por otro, desarrollar mi vida personal en el entorno donde yo había nacido, junto a mi familia y mis raíces“.

Actualmente, Rubio es jefa de la Oficina Técnica de Operación de la planta cacereña. La placentina gestiona y supervisa actividades diarias de los reactores. Desde la planificación y seguimiento de pruebas, hasta la gestión de la documentación y coordinación con otras áreas. Como ella, cientos de trabajadoras ven su carrera laboral, que “tanto ha costado su incorporación al sector”, en peligro. “Sería una pena que por el cierre se perdiera el avance de las mujeres en la industria nuclear“, critica.
4.000 puestos de trabajo
Almaraz es mucho más que un complejo de edificios y reactores. La central es el principal motor económico de la comarca del Campo Arañuelo. Su cierre, según estimaciones de la asociación ‘Sí a Almaraz, Sí al Futuro’, genera entre directos e indirectos 4.000 puestos de trabajo. Además, la entidad calcula que la clausura tendría un impacto del 5% en el Producto Interior Bruto (PIB) de Extremadura. Aunque todavía hay tiempo para revertir la situación, su proximidad a la fecha límite ya hace mella en el empleo. “Habitualmente se incorporan 1.200 personas adicionales en los periodos de recarga. Ahora, con la amenaza de cierre, se han incorporado 200 menos de lo habitual”, detalla Patricia.
La recarga de combustible en una central nuclear se realiza para garantizar el funcionamiento continuo del reactor. Consiste en sustituir una parte del combustible nuclear utilizado –generalmente uranio enriquecido- por nuevo combustible fresco. Este proceso, que ocurre cada 18 meses, se realiza para mantener la eficiencia del reactor y asegurar que la planta pueda seguir generando electricidad de manera “segura y estable durante el próximo ciclo“, señala Rubio.
Hasta 2063
La estación cacereña invierte cada año más de 50 millones de euros en mejoras de seguridad y actualización tecnológica. La ingeniera reconoce que “la central nuclear de Almaraz está, a día de hoy, en mejores condiciones que en el momento que empezó a operar”. En cuanto a diseño, la mayoría de complejos nucleares tiene una “gemela”. Rubio identifica la análoga de Almaraz en North Anna, Virginia (EE.UU). La planta estadounidense tiene licencia para operar hasta los 80 años. En este sentido, la extremeña calcula que “aplicando ese tiempo a Almaraz, podríamos seguir operando incluso hasta 2063″. La vida útil inicial de los reactores de la estación cacereña está fijado en alrededor de 40 años. Aunque Rubio avanza, que “las constantes renovaciones y mejoras tecnológicas permiten extender su operación con total seguridad“.

A nivel europeo, la decisión del Gobierno de España choca con el planteamiento del bloque comunitario, que ya incluyó la nuclear como energía “verde” en su taxonomía de actividades sostenibles. Al mismo tiempo, países como Suecia, Polonia o Francia ya han anunciado planes para construir nuevas plantas. Este último ya prepara la instalación de 14 reactores nucleares antes de 2050 en el país. Por ello, la ingeniera denuncia que “España no está en el camino correcto“. Y reprocha que “la clausura prevista para Almaraz, entre 2027 y 2028, no tiene ningún argumento técnico detrás”.
“Un efecto devastador”
El cierre definitivo de la central nuclear de Almaraz está previsto para el 1 de noviembre de 2027. Sus propietarios –Iberdrola (53%), Endesa (36%) y Naturgy (11%)- han comenzado a preparar la documentación necesaria para el desmantelamiento, que deberá presentarse al Consejo de Seguridad Nuclear antes de finales de octubre de 2025. Este cierre forma parte del calendario acordado en 2019 para la progresiva clausura de las siete unidades nucleares operativas en España, que concluirá en 2034, con la de Trillo (Guadalajara). Según datos de PricewaterhouseCoopers (PWC), el cese de la actividad de estas estaciones aumentaría el precio de la factura de la luz en un 23% para los ciudadanos y un 33% para la industria.
Pese a todo, Patricia opta por mantener la esperanza: “A día de hoy, personalmente prefiero no pensar en el cierre. Confío y tengo la ilusión de que reine el sentido común y que sigamos la tendencia internacional”. Con la mirada puesta en la vida de la región, la ingeniera concluye que “Almaraz ha aportado de manera muy significativa a que el riesgo de envejecimiento y despoblación, que amenaza a Extremadura, no llegue a darse”. Y zanja: “Con el cierre, el efecto sería devastador”.