España e Israel están en el peor momento desde que establecieron relaciones diplomáticas en 1986. Desde la masacre del 7 de octubre 2023 y el estallido de la guerra en Gaza, el gobierno de Pedro Sánchez se ha posicionado como uno de los más beligerantes contra el estado judío en Occidente. La crisis abierta entre ambos países escaló esta semana, cuando el presidente español anunció sanciones contra Israel por el “genocidio de Gaza”.
En la rueda de prensa en que anunció las medidas de sanción, Sánchez comentó que España no puede intervenir en la guerra porque “no dispone de bombas nucleares, portaaviones o grandes reservas de petróleo”. Solos no podemos frenar la ofensiva israelí”. Una fuente diplomática consultada por Artículo 14 remarca que el presidente español se salió del guion con su comentario, que desató la ira en Jerusalén.
Una etiqueta recurrente
La respuesta desde la oficina del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu fue durísima. “Aparentemente, la Inquisición Española, la expulsión de los judíos españoles y el sistemático asesinato de judíos en el Holocausto, no es suficiente para Sánchez. Increible”. El ejecutivo israelí suele catalogar de “antisemitismo” toda crítica a sus acciones, algo que genera fricción entre estudiosos del Holocausto y activistas contra el antisemitismo, que consideran que el uso inadecuado del término lo vacía de su contenido. Para Netanyahu, se trató de “una amenaza genocida”.

Aunque no pueda catalogarse de un sentimiento mayoritario, existe el antisemitismo en España. Informes oficiales y las comunidades judías españolas alertaron de un repunte histórico de incidentes antisemitas a partir de octubre de 2023. En 2024, se registraron 193 incidentes denunciados, más del triple que el año anterior. Desde el estallido de la guerra, el Observatorio de Antisemitismo habla de una “normalización y legitimación del odio” en el discurso público. Como consecuencia, muchos judíos españoles se sienten inseguros, y sus miembros prefieren ocultar su identidad por miedo ante el aumento de agresiones verbales y físicas.
El martes, el consejo de ministro de España acordó las medidas contra el “genocidio en Gaza y en apoyo a la población” palestina: embargo de armas a Israel; denegar tránsito de armas vía puertos y aeropuertos españoles; prohibición de entrada al país de “quienes participen de forma directa en el genocidio” (incluidos los ministros israelíes Itamar Ben Gvir y Betsalel Smotrich); prohibición de importación de productos de asentamientos judíos en Cisjordania; más apoyo financiero a la Autoridad Nacional Palestina; más ayuda humanitaria para Gaza; y 10 millones de euros adicionales para UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos.
Una etiqueta recurrente
El viernes, en el mismo día que España reconoció el estado palestino junto a otros 141 países en la asamblea general de la ONU, el ministro de exteriores José Manuel Albares llamó a consultas a la embajadora en funciones de Israel en España, Dana Elrich. El lunes, España llamó a consultas a su embajadora en Tel Aviv, tras las acusaciones del ministro de exteriores israelí Gideon Sa’ar, que tildó de “antisemitas” las medidas aprobadas por el ejecutivo de Sánchez.
“En el mismo día en que el presidente Sánchez atacó Israel, terroristas palestinos asesinaron a seis israelíes, entre ellos Yaakov Pinto, un inmigrante recién llegado de España”, tuiteó Sa’ar, en referencia al atentado terrorista sucedido el domingo pasado en Jerusalén. Y agregó: “Sánchez y sus retorcidos ministros, que justificaron la matanza del 7 de Octubre, escogieron alinearse con Hamás contra Israel”. Para la diplomacia israelí, el reconocimiento del estado palestino supone “un premio al terrorismo”, y se considera una medida cosmética que no contribuirá a solventar el conflicto en Oriente Medio.
Albares justificó la llamada a consultas de la embajadora en funciones israelí en Madrid para expresarle que “rechaza categóricamente las falsas y peligrosas expresiones de la oficina del primer ministro israelí”. Para la ministra de Defensa, Margarita Robles, “Netanyahu no es exactamente la persona adecuada para dar lecciones mientras comete atrocidades en Gaza”.
Una línea hostil antiisraelí
Para el ejecutivo israelí y sectores españoles que se oponen a Sánchez, el presidente español está escalando la crisis diplomática con el estado judío para ocultar los escándalos de corrupción que salpican a su partido y su entorno más cercano. “El gobierno español está liderando una línea hostil antiisraelí, marcada por una retórica llena de odio”, consideró Gideon Sa’ar.
La escalada de tensión diplomática marca uno de los puntos más críticos de las relaciones bilaterales, muy deterioradas desde el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, que se cobró la vida de 1.200 israelíes y el secuestro de 251. La ofensiva bélica israelí en la franja suma ya más de 64.750, cifra que seguirá aumentando por los combates en marcha en la ciudad de Gaza.
Una línea hostil antiisraelí
En Israel generó mucha controversia la presencia de Pedro Sánchez en el cruce fronterizo de Rafah -que une Gaza con Egipto- durante la tregua de 2023, cuando en plena operación para liberar a los primeros rehenes israelíes en manos de Hamás proclamó la necesidad de reconocer un estado palestino. Junto a Irlanda, España rompió el consenso con sus aliados europeos: fue el primero en reconocer a Palestina y en considerar un “genocidio” la ofensiva de Gaza.

El ministro de Exteriores hebreo, Gideon Sa’ar, anunció medidas de represalia contra la vicepresidenta Yolanda Díaz y la ministra Sira Rego, a quien denegó el permiso para entrar en Israel. “Es imposible evitar la imposición de sanciones personales a miembros del gobierno español, que han cruzado toda línea roja”. Sa’ar prometió nuevas medidas próximamente. Es previsible que la inminente llegada de la flotilla humanitaria, que partió desde Barcelona para intentar llevar ayuda humanitaria a Gaza, inflame más la situación.