Duha Alzaiti lleva nueve años en España, pero su voz sigue anclada en Gaza. Tenía diecisiete años cuando salió de la Franja -en diciembre de 2015– junto a sus padres y seis hermanos. “Salimos por todas las masacres. Y quiero decir que nada empezó el 7 de octubre, llevamos así muchos años”, cuenta con una calma que parece más cansancio que serenidad.
Su historia no es sólo la de una familia refugiada; es la de una generación que creció bajo los bombardeos. “Me acuerdo de los ataques desde que soy pequeña: en 2014, en 2008… He perdido a familiares. A un tío en 2005. El hermano de mi madre tenía cáncer y necesitaba salir de Gaza para tener tratamiento. Murió. No todos los que mueren en Gaza son por los bombardeos, hay muchas más causas”, explica en conversación con este periódico.
Desde entonces, su vida ha transcurrido lejos, pero nunca del todo fuera. “Desde el 7 de octubre he perdido a muchos familiares”, explica. Y comienza a enumerar una lista que parece interminable: “a mi tía, al primo de mi padre y su hijo, a mi primo por parte de madre, a mi abuela, a muchas amigas…”.

“En Gaza la paz no existe”
Hace unos días, cuando los titulares anunciaron el alto el fuego, Duha sintió algo parecido a la alegría. “Me alegré mucho, la verdad, de ver a los gazatíes vivir sin miedo. No voy a decir en paz, porque allí la paz no existe”.
Sin embargo, lo cierto es que para Duha la tregua es una palabra demasiado frágil, más simbólica que real. “Nunca me fío de Israel ni de su palabra. Siempre que han dicho alto el fuego han seguido asesinando. Ellos se creen los dueños de este mundo. Y lo son”, asevera a Artículo14.
Para ella, el conflicto traspasa fronteras: “No es Gaza la que está ocupada por Israel, sino todo el mundo. Israel no sólo controla Gaza, controla el mundo. Van controlando todo. Nunca van a cumplir con su palabra y seguirán con este genocidio”, denuncia.
Para Duha, la única salida posible tiene nombre propio. “La única solución que queremos todos es que haya una Palestina libre”. Y recuerda la Conferencia de Egipto, en Sharm el Seij: “Cuando vi el rótulo de Peace 2025 en Egipto pensé: ‘vaya desgracia’. No hay paz ni hay nada. No hay paz sin justicia”.

“Que nos dejen vivir”
En su relato se mezclan generaciones. “Echaron a mis abuelos en 1948 de sus casas. Unos fueron a Gaza, otros a Cisjordania. Llevamos décadas viendo masacres, secuestros y ocupación”, denuncia.
“Ese acuerdo de paz no tiene mucha diferencia con el de Balfour con Gran Bretaña. Lo firmaron y no lo cumplieron”, dice con una precisión casi académica. El documento al que se refiere Duha se firmó en el año 1917 y no fue más que una declaración expresa por parte del Gobierno británico a apoyar un “hogar nacional judío” en Palestina. Pero no sólo eso, el documento también mencionaba que “no se debería hacer nada que perjudicara los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina”.
Duha insiste en que las causas no se miden sólo en muertes por bombardeos. “No voy a decir que sufran los que no nos han hecho sufrir, pero sí que nos dejen en paz. Que nos dejen vivir”, exige.
La lucha de Duha
En España, Duha ha comenzado a transformar su historia en símbolo de la lucha palestina. Acude a manifestaciones, charlas, entrevistas y mientras coge el metro -era el único hueco que le quedaba- atiende nuestra llamada. “Palestina libre. Es la única solución”, repite continuamente. “Están masacrando a gente inocente que solo quiere vivir en paz. Que un niño esté contento con este alto el fuego solo por poder vivir nos hace pensar en qué mundo estamos”.
Sabe que los gobiernos hablan, negocian y firman comunicados, pero no espera mucho de ellos. “A pesar de que ahora se están moviendo, al fin y al cabo, cada uno va detrás de sus intereses”, sentencia resignada.


