Las pulseras que fallan, pero salvan vidas

Los dispositivos Cometa son una herramienta clave para proteger a las mujeres con órdenes de alejamiento

Nadie avisó el martes a Teresa de que se había caído el sistema Cometa
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Cuando una mujer denuncia violencia de género, por lo general se encuentra en una situación de gran vulnerabilidad desde el primer momento. Ha decidido romper el silencio, verbalizar y pedir ayuda al sistema porque teme las consecuencias de no hacerlo. Las víctimas explican que se sienten perdidas, en cierto estado de shock. Es un cambio muy profundo para el que nadie está preparado. Han roto con su vida anterior y, en muchos casos, se han visto obligadas por las circunstancias a contar por primera vez a su familia y a su entorno lo que han vivido.

Si además, tras responder al cuestionario VioGén en comisaría, el nivel de riesgo de volver a ser atacadas es alto, las mujeres sienten que su vida corre peligro. Y así es. Por eso miles de mujeres en España conviven a diario con el miedo, con el terror de que su agresor decida atacarlas. Modifican sus rutinas y miran siempre a su espalda.

Ninguna mujer que portaba un dispositivo conectado a Cometa ha sido asesinada
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Ninguna mujer que portase el dispositivo Cometa ha sido asesinada

Una de las medidas para evitar que los maltratadores vuelvan a acercarse a sus víctimas después de una denuncia es la orden de alejamiento, que solo puede establecer un juzgado. Y lo hace basándose, entre otras pruebas, en el resultado del algoritmo de protección: ese nivel de riesgo.

Las únicas medidas adicionales que tiene el sistema para garantizar el cumplimiento de esa orden de alejamiento son un escolta policial las 24 horas y un dispositivo de protección conectado al centro Cometa. Al maltratador se le instala una pulsera de localización y a la víctima, una especie de teléfono móvil que le avisa si el agresor se aproxima.

Las pulseras antimaltrato han ocupado portadas en los últimos meses por distintos fallos, pero existe un dato demoledor que eclipsa los errores puntuales: ninguna mujer que portase el dispositivo conectado al centro Cometa ha sido asesinada.

Son un escudo, salvan vidas

Aunque a veces fallen, las pulseras antimaltrato siguen siendo una de las herramientas más valiosas en la lucha contra la violencia de género. Detrás de cada dispositivo hay una historia de miedo y supervivencia, una mujer que intenta recuperar su vida mientras el sistema intenta garantizarle seguridad. Son un escudo: fundamentales para muchas mujeres.

Sin embargo, no son infalibles. Fallan por falta de cobertura, por errores técnicos o, a veces, por lentitud en la respuesta. Este mismo martes, el sistema cayó por completo. Pero incluso con esas limitaciones, su existencia marca una diferencia.

Un Estado que observa y vigila

No solo porque permiten una intervención policial más rápida ante un posible incumplimiento, sino porque su sola presencia disuade a muchos agresores de volver a acercarse. Las pulseras envían una señal clara: hay vigilancia, hay consecuencias, hay un Estado que observa.

Los dispositivos de protección son un seguro de vida
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Para muchas mujeres, saber que llevan una pulsera de protección vinculada a Cometa significa poder dormir unas horas más tranquilas, poder caminar por la calle sin mirar tanto hacia atrás, poder empezar a imaginar un futuro sin miedo. Es cierto que ninguna tecnología puede sustituir la atención humana, la coordinación judicial o los recursos de apoyo psicológico y social, pero las pulseras aportan un grado de seguridad que antes no existía.

A su manera, también son un símbolo: representan el esfuerzo institucional por convertir el “nunca más” en algo concreto y medible, un compromiso que combina la ley con la tecnología y la empatía. Aunque no siempre funcionen como deberían, las pulseras conectadas a Cometa recuerdan que la protección de una vida nunca es un error, sino un intento necesario.

“Tienen que mejorar, pero son fundamentales”

Se debe dar cuenta de los fallos, solucionar los errores, pero son una pieza clave de la lucha contra la violencia de género. Como explica la magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Getafe, Cira García Domínguez: “Evidentemente, lo decimos siempre, el sistema tiene que mejorar para que realmente sea efectivo, porque las dificultades y los problemas técnicos siguen existiendo. Creo, además, que esos fallos son precisamente lo que desincentiva a los jueces a poner pulseras, pero son fundamentales”.

Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.