Yaiza guardó un secreto durante décadas, un silencio que la estaba ahogando. Hasta que a los 27 años encontró la forma de verbalizar los abusos sexuales que había sufrido por parte de su primo siendo niña. Lo hizo de manera pública, en un canal de YouTube y su testimonio llegó a un gran número de personas. Yaiza supo, en ese instante, que su vida acababa de cambiar.
“He tenido la gran suerte de que, aunque mis padres han hecho muchísimas cosas mal, desde el minuto uno en el que yo compartí mi experiencia me creyeron. No hubo ningún tipo de intento de minimizar el dolor y el impacto, al contrario, fui muy vista. Ahora bien, ese día perdí a toda mi familia y no por decisión propia, no me dio tiempo a darme el permiso de elegir si quería alejarme de ellos o no”, recuerda.

El dolor de no ser creída
“Literalmente me apartaron y me hicieron saber que estaba creando un problema. ‘¿Cómo te atreves a romper con el sistema familiar?, ¿cómo te atreves a contar esto?, ¿cómo te atreves a trastocar una familia?’ Esa es la realidad con la que se encuentran muchísimas y muchísimas personas que han sufrido abusos. De hecho, por eso pienso, fíjate, que dentro del panorama que hay, estoy agradecida de que no fuese tan horrible”, confiesa.
Yaiza explica que las víctimas de abusos sexuales en la infancia tienen “un trauma inicial que es la experiencia vivida y un segundo que es que no te crean, que seas puesta en duda o que incluso no solo minimicen el dolor, sino que lo obvien, lo aparten, lo entierren, que te hagan saber que eso está mal. Entonces la herida es devastadora, en todos los sentidos, porque además viene por parte de tu sistema familiar, que son las personas que te tienen que proteger en la vida. Entonces, tú a partir de aquí, desde este dolor y herida profunda, ¿cómo construyes relaciones de confianza?”, se pregunta.
Una de cada cinco personas sufre abusos sexuales en la infancia
Lo cierto es que apenas se habla de este gran problema. “La realidad es que mientras estamos pensando que esto es imposible, los abusos sexuales en la infancia están llegando a uno de cada cinco niños y niñas. Esa es la realidad”. Yaiza lo comprobó tras el éxito del vídeo. Se dio cuenta de que no estaba sola. “Había muchas personas que habían sufrido lo mismo que yo y ahí empezó a gestarse la idea de crear un lugar en el que poder acompañarlas, así nace Somos Estupendas“.

¿Qué es Somos Estupendas? Se trata de un concepto multidisciplinar. Un espacio de salud mental y bienestar. “En realidad nosotras lo que ofrecemos no es solo psicoterapia a nivel online y presencial, sino que es un punto de encuentro, una comunidad de personas que llegan con todos los dolores de la vida, que son muchos, insostenibles y difíciles de gestionar y le damos espacio. Lo hacemos mediante terapia, retiros, formación, arteterapia, un podcast y muchos servicios que ofrecemos a ese dolor y a esa mirada interna que nos permite crecer. Todo eso se traduce en una frase que a nosotros nos gusta mucho y es que decimos que Somos Estupendas es un lugar para mirar hacia dentro y florecer. Creo que describe muy bien lo que hacemos”, apunta.
“Las supervivientes estamos desamparadas en cuanto a recursos”
Yaiza ha creado un oasis ante la falta de recursos institucionales. “Las supervivientes de abusos sexuales en la infancia estamos totalmente desamparadas en cuanto a recursos. Cuando en realidad el dolor, el daño llega a nuestra edad adulta y nos atraviesa de muchas formas. Se tendrían que hacer campañas educativas de prevención, de concienciación”. En definitiva, enfocar una realidad que no se puede negar.
“Muchas veces me he preguntado, ‘¿cómo puede ser?’ Ya no solo el hecho de que mis padres no lo pudieran detectar o que no tuvieran los recursos para hacerlo. Mi pregunta es, ¿cómo puede ser que una criatura, he pasado por todo el sistema educativo, he pasado por múltiples tratamientos médicos, revisiones. ¿Cómo puede ser que ningún adulto de todo el sistema público de salud y de educación pudiera intuir o detectar que yo estaba siendo víctima de violencia sexual?”, denuncia.
“Creo que como madres, como padres, como educadores y progenitores tenemos la responsabilidad de darnos cuenta de que esta realidad existe y que es nuestra responsabilidad dotar de recursos y herramientas a las criaturas para para poderlo prevenir. Porque mientras pensamos que no pasa, sí pasa”, insiste.

“A otras supervivientes les diría que las creo. Por encima de todo”
Ante la pregunta de qué le diría a una niña, adolescente o mujer que todavía no haya encontrado la forma de romper el silencio, Yaiza lo tiene claro. “Le diría que la creo. Por encima de todo. Y que eso que vivió de la forma que sea, de la manera que sea, en la medida que sea es violencia. Porque otra de las cosas que nos pasa a las supervivientes es que pensamos que no era para tanto, o que nos lo inventamos o que estamos exagerando, pero la realidad es que no, es que ese dolor lo veo, lo reconozco. Por eso les diría que se den el permiso, de la manera que sea, de poder mirar ese dolor y transformarlo en algo que sea mucho más funcional para ellas, porque vivir desde la mirada del trauma es tremendamente doloroso”.
“Y que en el proceso se cuiden mucho. Porque una de las cosas que nos vamos a encontrar, y se van a encontrar como supervivientes, es una sociedad que te señala. Soy una fiel defensora de que si no lo quieres contar, no lo cuentes. Y si se lo quieres contar a una persona y a otras no, hazlo también porque para mí eso también es protegerse. Es importante que mires y elijas muy bien quién te acompaña. Porque la revictimización en estados de tanta vulnerabilidad, como es una persona que ha sufrido abusos es muy alta, hay muchas probabilidades de que haya una revictimización“, señala.
Un rayo de luz y esperanza
No todo es oscuridad. Yaiza cree que las cosas pueden estar cambiando. “Siento que ahora la sociedad está mucho más preparada para acogerlo, para dar espacios en los que se hable de ello. Cuando yo lo contaba (2018) no cedían ni siquiera espacios para dar charlas, no había entidades que se sumaran a la causa, no había conciencia, era todo como un super tabú”.
“Ahora siento que cada vez hay más apertura, tanto por parte de las entidades como por parte de de la sociedad. Pero sigue ocurriendo algo que me entristece mucho y es que sigue formando parte del orden de lo impensable. Esa cosa de ‘es imposible’, ‘a mí no me va a pasar‘, ‘a mis hijos no les va a pasar esto nunca. Y la realidad es que sí. Entonces, estamos mal, pero vamos bien, que es una frase que a mí me gusta mucho”, concluye.