La crítica despiada

‘Bugonia’: ¿es o no es Emma Stone una alienígena?

En 'Bugonia', Yorgos Lanthimos y Emma Stone vuelven a dinamitar el cine de Hollywood desde dentro: una parábola sobre el miedo, la manipulación y el delirio contemporáneo que combina sátira, violencia y fe en el absurdo

Michelle Fuller (Emma Stone), directora ejecutiva de una empresa farmacéutica, es el tipo de tiburón empresarial que se despierta a las 4:30 h. de la mañana para hacer ejercicio, aparece en la portada de la revista Time y hace a sus empleados una propuesta supuestamente generosa de flexibilización de horarios laborales con el único propósito de que pasen más tiempo y no menos frente al ordenador. En cualquier caso, Teddy Gatz (Jesse Plemons) y su apocado primo Don (Aidan Delbis) perciben algo aún más inquietante en esa mujer: están convencidos de que es una alienígena procedente del planeta Andrómeda que, junto con sus cómplices del espacio exterior, planea anexionarse la Tierra. Con el fin de evitarlo, los dos tipos la secuestran y la arrastran hasta un sótano antes de afeitarle la cabeza para, supuestamente, evitar que se comunique con una nave nodriza; y después, por motivos igual de confusos, la cubren con una crema antihistamínica.

Así arranca la nueva película de Yorgos Lanthimos, Bugonia, una incendiaria combinación de ciencia ficción, thriller conspiranoico y comedia negra que permite al director griego volver a demostrar –como ya hizo en su día gracias a Canino (2009), Langosta (2015) y otros títulos de su filmografía– su talento para dejarnos helados mientras escenifica comportamientos inexplicables y estallidos puntuales de brutalidad, mientras avanza hacia un giro argumental final tan brusco que promete provocar vahídos a quienes lo experimenten sin haber visto antes la película coreana en la que se basa, Salvar el planeta Tierra (2003).

Emma Stone protagoniza 'Bugonia', de Yorgos Lanthimos
Emma Stone protagoniza ‘Bugonia’, de Yorgos Lanthimos
Atsushi Nishijima / Focus Features

Gran parte de Bugonia transcurre a la manera de una feroz batalla de voluntades e ingenios entre Michelle y Teddy: él intenta aterrorizar a la presunta extraterrestre hasta hacerla confesar; ella, tras intentar explicar a sus captores qué absurda es su teoría, decide que es mejor seguirles el juego mientras trata de contener el desprecio y la ira que la situación le provoca. A lo largo del proceso, mientras va revelando detalles sobre el pasado compartido de ambos, la película se vuelve más frenética y grotesca, y Lanthimos genera cada vez más tensión –aderezada, eso sí, de un gore tan ridículamente exagerado como efectivo– ayudado tanto por el talento interpretativo de Jesse Plemons como, sobre todo, por el de Emma Stone.

Bugonia representa su quinta colaboración con el director griego después de La favorita (2018), Pobres criaturas (2023) –que le valió su segundo Oscar, Kinds of Kindness (2024) y el cortometraje Vlihi (2022), y ha sido sobre todo a través de esas colaboraciones que la actriz ha dado rienda suelta a sus instintos más transgresores y a su capacidad para obtener la máxima expresividad de las miradas severas, las sonrisas ambiguas y los gestos tan encantadores como inquietantes.

Emma Stone en su papel en 'Bugonia', de Yorgos Lanthimos
Emma Stone en su papel en ‘Bugonia’, de Yorgos Lanthimos

Bugonia no alcanza los niveles de demencia de Salvar el planeta Tierra, pero a cambio se las arregla para convertir el relato original en un reflejo de la angustia existencial consustancial a nuestro aquí y ahora. Plantea una sociedad desgarrada tanto por el auge de las teorías de la conspiración y los bulos como por la inhumanidad de las grandes corporaciones, y un presente en el que tanto los abanderados del capitalismo como las sufridoras masas parecen destinados a conducirnos al desastre. Es cierto que, en ese sentido, la película no contiene demasiada sustancia bajo la superficie; a estas alturas no hace falta que se nos explique que las redes sociales nos han convertido en una sociedad paranoia, que solo nos creemos aquella información que justifica nuestras propias creencias, y que hemos entregado nuestra autonomía a los poderes corporativos a pesar de que nos están drenando la sangre.

Los temas ecológicos del filme, asimismo, son enunciados pero no llega a profundizarse en ellos. Sin embargo, esas carencias resultan del todo disculpables si se considera la radicalidad exhibida por su metraje, especialmente sorprendente si se tiene en cuenta que está protagonizada –y, ojo, coproducid–- por una actriz con dos premios Oscar en su haber, será distribuida mundialmente por uno de los grandes estudios de Hollywood y probablemente acabe cosechando una larga lista de nominaciones a premios. Se mire como se mire, es de agradecer que siga habiendo artistas como Stone y Lanthimos, decididos a defender el riesgo y la falta de complacencia desde el centro mismo de Hollywood.

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