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Gizelle Baker (Philip Morris): “Necesitamos más voces femeninas para desarrollar productos que sirvan a los fumadores”

Baker recibe a Artículo14 en El Cubo, el lugar sobre el que pivota la investigación que Philip Morris lleva a cabo para desarrollar nuevos productos sin humo, para conversar sobre nicotina, sobre la compañía y sobre su especialidad: la nicotina

Gizelle Baker, vicepresidenta de Global Scientific Engagement, en Philip Morris International, desempeña un papel crucial en las acciones de esta compañía al liderar la estrategia de investigación hacia un futuro sin humo. Esta canadiense, científica por vocación y apasionada por la salud pública, estudió medicina en la Universidad de Carolina del Sur (Estados Unidos), donde obtuvo un doctorado en biometría y en epidemiología.

Baker también lidera la estrategia de divulgación científica de la compañía para que las comunicaciones científicas de la empresa sean precisas, transparentes y siempre basadas en la evidencia más reciente. Esta científica es una figura clave dentro de la reducción del daño que causa el tabaco, pero no sólo: Gizelle destaca por su habilidad como oradora y su compromiso con la promoción del liderazgo femenino dentro de la ciencia

Baker recibe a Artículo14 en El Cubo, el lugar sobre el que pivota la investigación que Philip Morris lleva a cabo para desarrollar nuevos productos sin humo, para conversar sobre nicotina, sobre la compañía y sobre su especialidad: la nicotina.

En España se quiere regular la cantidad de nicotina en productos como las bolsas de nicotina. Algunos dicen que esa cantidad no sería suficiente para satisfacer a un fumador. ¿Cuál sería una cantidad razonable?

Primero hay que entender qué obtienen los fumadores del cigarrillo. Si no les ofreces algo igual de satisfactorio, seguirán fumando. El cigarrillo causa mucho más daño, así que debemos ofrecer alternativas atractivas y con un nivel de nicotina que permita dejar el tabaco. ¿Debemos regular la nicotina? Sí. ¿Deben existir límites? También. Pero los límites deben garantizar que los productos no sean más adictivos que el cigarrillo ni tóxicos, sin perder de vista su función: ayudar a dejar de fumar. Si los límites los vuelven ineficaces, seguiremos teniendo millones de fumadores y enfermedades asociadas. También es importante entender que restringir demasiado puede fomentar el mercado ilegal, lo que es aún más riesgoso para la salud.

Sabemos con certeza que, si miras alrededor, los cigarrillos electrónicos están prohibidos en muchos países y eso no ha frenado su uso, ya que la gente consigue productos ilícitos. Y para mí, eso da más miedo que establecer ciertos controles para ofrecer estos productos con estándares, controles y supervisión sobre quién puede acceder a ellos. Yo tengo adultos jóvenes en mi familia y lo último que querría es que inhalaran un aerosol que no tenemos ni idea de qué contiene. Ese es el origen de mi preocupación.

En España hay preocupación porque algunos dicen que empezar con cigarrillos electrónicos lleva a fumar tabaco tradicional. ¿Qué dice la ciencia?

El llamado “efecto puerta de entrada” no se observa en los datos. En la mayoría de países donde se han introducido estos productos, el uso de cigarrillos electrónicos ha ido acompañado de una reducción del tabaquismo, no de un aumento. Esto se ha comprobado en Estados Unidos, Reino Unido, Nueva Zelanda y Suecia. Aun así, es necesario seguir vigilando y estudiando estos comportamientos para evitar que se conviertan en un problema en el futuro.

Lo que se ve en la mayoría de los países donde se adoptan estos productos alternativos es que, en realidad, son una puerta de salida del hábito de fumar. El número de fumadores que está cambiando a estos productos es mayor que el de los que están empezando con ellos.

¿Desde un punto de vista científico, existe una cantidad concreta de nicotina aceptable?

No hay una cifra única, porque depende de cómo se administra la nicotina. En los cigarrillos, la nicotina llega al cerebro muy rápido. En productos orales, la absorción es más lenta. El cuerpo se adapta. Si una persona recibe menos nicotina, cambiará su forma de usar el producto para compensar. Por eso, reducir la concentración no siempre reduce la exposición real.

Debemos garantizar niveles seguros y satisfactorios, sin causar efectos como náuseas o dolor de cabeza. Por ejemplo, el Instituto Federal de Evaluación de Riesgos (BfR) en Alemania habla de 16 mg como referencia. En EE UU, nuestros productos tienen 3 mg y 6 mg, y los fumadores logran dejar el cigarro con esas dosis. Lo clave es observar qué les permite dejar el cigarrillo; no imponer una cifra arbitraria.

¿Cuál es su opinión sobre el papel de la mujer en la ciencia, especialmente en la investigación sobre nicotina y tabaquismo?

Muchas mujeres fuman y debemos estudiar todos los grupos poblacionales para que los productos sean eficaces para todos. La diversidad impulsa la ciencia: distintas personas plantean distintas preguntas y soluciones. Cuando empecé en esta empresa hace 13 años, era una de las pocas mujeres en el área científica. Hoy hay muchas más, y eso enriquece la investigación. Necesitamos más voces femeninas para desarrollar productos que realmente sirvan a todos los fumadores.

Sabemos que los cigarrillos electrónicos son menos dañinos que el tabaco, pero siguen siendo productos con riesgo. ¿Cree que en el futuro habrá una alternativa sin ningún daño?

Buscar algo sin ningún daño es poco realista. Todo puede ser dañino si se usa mal. Lo importante es reducir el daño, no eliminarlo por completo. Ahora hay mil millones de personas fumando y solo cien millones usando productos alternativos. Si esperamos a que todos dejen de fumar por sí solos, dejamos a muchos atrás. Las innovaciones como las bolsas de nicotina, que no implican inhalar, ya son un paso adelante.

Cada persona es distinta: algunos prefieren inhalar, otros no. Por eso necesitamos distintas alternativas con menos riesgo, para que cada fumador encuentre algo que funcione para él.

¿Le preocupa que los sabores en cigarrillos electrónicos puedan atraer a los jóvenes?

Sí, debemos tener cuidado. Pero no se trata solo del sabor, sino del nombre, la presentación, el marketing. El sabor “frutos rojos” puede atraer a un adulto. Pero nombres como “osito de goma” o “caramelo” claramente buscan atraer a menores, y eso debe evitarse. Lo importante es que los productos estén dirigidos a adultos fumadores, no a jóvenes. Y ahí la regulación juega un papel clave.

El Cubo

Philip Morris, la mayor productora de tabaco en el mundo, empresa con origen en Nueva York que cuenta con 38 millones de usuarios adultos de productos sin humo en todo el mundo, fijó en Neuchâtel su centro de investigación para este tipo de productos, línea a la que ha destinado más de 14.000 millones de dólares desde 2008. En un entorno idílico y en una ciudad tranquila y pequeña en el noroeste de Suiza, la empresa busca revertir la industria en la que ya una vez fue pionera.

En este enclave tuvo lugar recientemente Technovation 2025, un evento en el que los principales responsables de la compañía repasaron la actualidad del mercado del tabaco calentado y de la propia empresa, así como los desafíos a los que se enfrenta. Claramente, una tendencia de crecimiento se impone entre los fumadores: según se lee en sus resultados del primer trimestre de 2025, “un 42% de nuestros ingresos netos a nivel global proceden ya de nuestro negocio sin humo“. Asimismo, “existen 23 mercados en los que las alternativas sin humo superan el 50% de nuestros ingresos netos”. Dos evidencias de cómo ha cambiado el mercado del tabaco.

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