Durante casi una década, decenas de mujeres acudieron a entrevistas de trabajo en el Ministerio de Cultura de Francia sin saber que estaban siendo drogadas. Hoy, más de 240 de ellas se encuentran en el centro de una investigación criminal que involucra a Christian Nègre, un alto funcionario acusado de drogar a las candidatas mezclando en secreto un potente diurético en sus bebidas.
Las acusaciones, detalladas por varias mujeres y ahora bajo examen judicial, dibujan el retrato de un funcionario francés que utilizó la autoridad de su cargo para atacar a mujeres en momentos de vulnerabilidad profesional. El caso es uno de los más extensos de este tipo en Francia y ha reavivado el escrutinio nacional de lo que se conoce como “sumisión química“, es decir, el abuso llevado a cabo mediante el uso encubierto de drogas y ha recordado al caso de Giséle Pelicot, pues su marido también la drogaba sin que ella se enterara para que la violaran desconocidos.
“Ni siquiera sabía que existía este tipo de agresión”
Una de las primeras víctimas en hablar públicamente ha sido Sylvie Delezenne, hoy de 45 años y especialista en marketing de Lille. En 2015, mientras buscaba trabajo, se emocionó al recibir una invitación para una entrevista en el prestigioso edificio del Ministerio de Cultura en París, cerca del Louvre. Aceptó un café durante la reunión, preparado en una máquina expendedora en la que ella misma pulsó el botón. Pero recuerda que Nègre tomó brevemente posesión de la taza antes de devolvérsela.

Lo que siguió fue un paseo de varias horas por París, durante el cual Delezenne ha contado en una entrevista en “The Guardian” que comenzó a experimentar intensos síntomas físicos: manos temblorosas, palpitaciones, sudoración y una necesidad repentina y abrumadora de orinar. Recuerda que sus repetidas peticiones para ir al baño fueron ignoradas.
Finalmente, incapaz de soportar el dolor, se agachó junto a un túnel para hacer sus necesidades. Nègre, asegura, se ofreció a “protegerla” con su chaqueta. La humillación se quedó con ella. “Pensé: ‘He arruinado mi entrevista'”, confesó al diario británico.
Las secuelas continuaron mucho tiempo después de su regreso a casa. Tenía los pies tan hinchados que le sangraban. Se volvió ansiosa, evitó la ciudad de París y dejó de solicitar trabajo. Años más tarde, en 2019, la Policía francesa se puso en contacto con ella: su nombre, junto con fotografías de la parte inferior de sus piernas, habían sido supuestamente encontrados en un archivo informático etiquetado como “Experimentos”.
“¿Necesitas hacer pipí?”
Otra mujer, Anaïs de Vos, vivió una experiencia similar durante una entrevista en 2011. Aunque no solía tomar café, aceptó la bebida por cortesía. A ella también la llevaron fuera para dar un largo paseo por el Sena.
Cuando pidió ir al baño por primera vez, recuerda que Nègre le sugirió que orinara detrás de un almacén debajo de un puente. Más tarde, la miró fijamente y le preguntó: “¿Necesitas hacer pipí?”. La frase le pareció extraña e infantilizante. Incapaz de esperar, finalmente entró en una cafetería, pero empezó a orinarse ya de camino al baño.
Cuando la Policía se puso en contacto con ella en 2019, admitió que no le sorprendió.
Entrevistas que se convirtieron en calvarios
Una tercera mujer, conocida por el seudónimo de Émilie, aceptó un té preparado por Nègre en Estrasburgo en 2017. Describió que se sintió mareada durante el posterior paseo de dos horas para “visitar monumentos” e indicó que él la disuadió de buscar un baño. Cuando finalmente regresaron a la oficina regional del Ministerio de Cultura, él la guió directamente a un baño privado contiguo a su espacio de trabajo, un acto que ella encontró inquietante.
Aujourd’hui nous sommes au Tribunal administratif de Paris aux côtés des victimes de Christian N. Les avocates de la Force juridique accompagnent des victimes depuis 2019. Enfin un premier rdv avec la justice après 3 ans d’attente. pic.twitter.com/FOKMOQrL5N
— Fondation des Femmes (@Fondationfemmes) January 20, 2023
Dos años más tarde, un reportaje en los medios de comunicación sobre una investigación sobre presuntos casos de drogadicción en el ministerio de Cultura de repente hizo que su experiencia “tuviera sentido”. Aunque reconoció que fue un auténtico “shock”. Dejó su trabajo y, finalmente, se marchó de Francia.
¿Acoso sexual?
La jurista y experta María Naredo, explica a Artículo14 cómo se tipificaría en España el caso Négre. “Cuando las incita a orinar, las lleva, las cubre con el abrigo… Todo eso sí se podría entender, como un caso, clarísimamente, de acoso sexual, porque hay una connotación sexual ahí de invadir la intimidad y de que las mujeres de alguna manera se desnuden o tengan que orinar delante de este hombre”.
Para Naredo, incluso sin tener que bajarse los pantalones o la falda delante de él, el mero hecho de utilizar estas sustancias diuréticas para drogarlas, tiene que ver realmente con un acoso, un abuso de poder y un acoso sexual. “Un delito contra la integridad moral atravesado o agravado por la relación de género, la relación de superioridad”. “Claramente, -aunque no sé si en todos los casos sería violencia sexual- creo que sería un acoso sexual en este caso, donde las mujeres, acaban teniendo allí que orinar en su presencia”.
En el otro caso, “lo que sería la actuación potencial sin llegar al resultado”, eso en sí ya es, “un acoso laboral”. La experta recuerda que en España, “las postulantes, o sea, las personas que, según el convenio 190 de la OIT, vinculado, además, o conectado con la ley del solo sí es sí, ha ampliado enormemente el ámbito de aplicación, estarían absolutamente cubiertas, pues fueron a entrevistas de trabajo. Sería claramente un acoso laboral, un delito contra la integridad moral, con esa connotación de relación de poder. Incluso, en el ámbito administrativo laboral, lo veo también sancionable de todas maneras”, expone Naredo.
Una investigación ralentizada por el tiempo y el trauma
De acuerdo con “The Guardian”, las acusaciones salieron a la luz en 2018 después de que un colega acusara a Nègre de intentar fotografiar las piernas de otra funcionaria. La Policía confiscó su ordenador y, según se informa, descubrió notas detalladas sobre las reacciones de las mujeres a las supuestas drogas.
En 2019, Nègre fue destituido de la función pública y sometido a una investigación formal por cargos que incluyen drogadicción y agresión sexual. No ha hecho comentarios públicos; su abogado afirma que no lo hará mientras la investigación esté en curso. A pesar de la gravedad de las acusaciones, ha podido seguir trabajando en el sector privado mientras espera el juicio.

La abogada Louise Beriot, que representa a varias mujeres, califica la presunta conducta como “una cuestión de poder y dominación sobre el cuerpo de las mujeres… a través de la humillación y el control“. Critica los largos retrasos en llevar el caso a juicio y describe la lentitud del proceso como una forma de “victimización secundaria”.
Para las mujeres afectadas, la espera en sí misma se ha convertido en una nueva fuente de daño. “Seguimos esperando el juicio, lo cual es alucinante”, asegura Émilie. “El proceso judicial está causando más trauma que curación”, admite una de las 240 víctimas de Nègre.
El ministerio de Cultura de Francia, en el foco
El sindicato cultural francés CGT sostiene que el ministerio debe hacer frente a las deficiencias sistémicas que permitieron que este comportamiento continuara durante casi una década. El personal ya había acusado anteriormente a Nègre de tomar fotografías de las piernas de las mujeres durante las reuniones. Le llegaron a apodar dentro del ministerio como “el fotógrafo”.
Affaire Christian Nègre : six ans d’attente pour les 200 victimes
Directeur des ressources humaines au ministère de la Culture, Christian Nègre est connu dans son service pour photographier les femmes à leur insu pendant des réunions. Entre 2009 et 2010, il est d’ailleurs… pic.twitter.com/46kAF1mXDa
— Observatoire des Décisions de Justice (@ODJ_France) November 6, 2025
Según recopila el diario británico, algunas víctimas ya han obtenido una indemnización mediante una demanda civil contra el Estado, aunque se determinó que el ministerio no era directamente responsable. Un funcionario del ministerio ha declarado que sigue comprometido con la prevención del acoso y el apoyo a las víctimas.
Para Delezenne, que ahora trabaja en el departamento de marketing de una peluquería en Lille, la rendición de cuentas sigue siendo esencial. “Mi prioridad es que esto no le vuelva a pasar a nadie más“, concluye.


