Al norte de Hong Kong ocho torres residenciales envueltas en bambú y redes plásticas ardieron durante horas en lo que ya se considera el incendio más mortífero en siete décadas en la ciudad.
El fuego ha dejado 83 muertos, incluido un bombero y 76 heridos, entre ellos 11 miembros del cuerpo de rescate.
“Vi cómo mi edificio ardía y no podía hacer nada”, relató James Tang, residente del complejo, al diario The Guardian. Su cuñado lo llamó al ver las llamas desde el otro lado del río. Cuando llegó, la policía ya había acordonado el perímetro. “El bombero intentó salvarnos y perdió la vida. Le debemos todo”, dijo.

En cuestión de minutos, el fuego que comenzó a las 2:51 p.m. del miércoles se propagó a siete de las ocho torres. Una investigación preliminar reveló que las obras de renovación desde julio de 2024 utilizaron poliestireno altamente inflamable para sellar ventanas y una malla exterior que no cumplía con los estándares de seguridad.
Las autoridades han detenido a tres responsables de la empresa contratista, acusados de homicidio imprudente.
“Mi bebé está muerto”
Entre las historias más devastadoras está la de una mujer que lloraba fuera de un refugio improvisado, sosteniendo el teléfono con la foto de su hijo. “Mi bebé está muerto… no encuentro a mis suegros tampoco”, dijo entre sollozos a un reportero de SCMP. Los bomberos habían hallado un bebé y un adulto sin vida en el piso familiar. “Mi hijo nació tras tanta dificultad. No sé qué hacer”, dijo al medio chino.
En el mismo refugio, una mujer evitó mirar el álbum con fotos de víctimas. “El personal me advirtió que las imágenes eran horribles. No me atrevo a verlas”, contó a SCMP.

Según AFP, Yayuk, una trabajadora doméstica indonesia de 40 años, buscaba desesperadamente a su hermana mayor, Sri-Wahyuni, quien trabajaba para una anciana de 80 años en Wang Cheong House, el primer bloque que se incendió. “No he dormido en toda la noche. He ido al consulado, a los hospitales, a mirar las fotos de los muertos… pero no aparece”, dijo entre lágrimas.
El consulado indonesio confirmó que al menos dos de sus nacionales murieron y otros dos resultaron heridos.
En el mismo centro de identificación, Cheung, una mujer de mediana edad, hojeaba imágenes de cadáveres en busca de su hermana y su cuñado. “No puedo describir lo que siento. Había niños…”, declaró a AFP.
“Lo peor es no saber nada”
A pesar de la tragedia, la solidaridad de los hongkoneses se ha hecho notar. En las inmediaciones del mercado de Tai Po, cientos de voluntarios formaron una “cadena humana” para trasladar donaciones, informó SCMP. “Siento la pasión y el corazón de Hong Kong. Lo que haga falta, llega: personas, dinero o apoyo emocional”, dijo Lista Ho, voluntaria de 47 años.
También niños y adolescentes se unieron al esfuerzo. “No teníamos ánimo para ir a clase hoy”, contó un estudiante de secundaria a SCMP, mientras distribuía almohadas y comida a los desplazados.
El Hong Kong Jockey Club anunció una donación de 170 millones de dólares hongkoneses (unos 20 millones de euros), y la industria aseguradora se comprometió a cubrir indemnizaciones por más de US $334 millones.

El miedo y la incertidumbre reinan entre los supervivientes. En declaraciones a Hong Kong Free Press (HKFP), un hombre aguardaba noticias sobre su hermana y su cuñado. “Lo peor es no saber nada. Si están vivos o muertos, necesitamos saberlo”, dijo mientras sostenía la mano de su sobrina, demasiado afectada para hablar.
En otro punto, un padre, Cheng, repartía folletos con la foto de su hija de cinco años, Hannah, y de su empleada doméstica Maryan, desaparecidas desde que las cámaras del piso las captaron saliendo entre el humo.
Apoyo
El papa León XIV envió sus condolencias al cardenal Stephen Chow, ofreciendo “oraciones por los heridos y las familias que lloran”. El presidente Xi Jinping ordenó “esfuerzos totales” para minimizar las pérdidas. Las banderas de los edificios públicos ondearán a media asta.

Cuando los drones de los bomberos aún detectaban focos menores en los pisos altos, los ciudadanos seguían formando filas para donar agua, ropa o consuelo. “Tienen suficientes suministros, lo que necesitan ahora es apoyo emocional”, señaló el pastor Samson Wong, de la iglesia presbiteriana Cumberland, en declaraciones a The Guardian.


