La peligrosa incursión de más de una decena de drones rusos en el espacio aéreo polaco ha sacudido los cimientos de la seguridad europea. Polonia, miembro de la OTAN y de la Unión Europea, confirmó que cazas polacos y aliados derribaron varios aparatos Shahed durante un ataque aéreo ruso contra Ucrania. Por primera vez desde que comenzó la invasión en 2022, fuerzas de la OTAN se han visto directamente implicadas en un episodio militar en suelo europeo.
“Es significativamente más peligroso que todo lo anterior”, advirtió el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, quien recordó que Rusia y Bielorrusia tienen previstas maniobras militares “agresivas” esta misma semana. Un conflicto militar “está más cerca que en ningún otro momento desde la Segunda Guerra Mundial”, advierte Tusk. La sombra de una escalada planea sobre Europa.
Una llamada de atención para Bruselas
Horas antes de las declaraciones de Tusk, en su discurso sobre el Estado de la Unión, Ursula von der Leyen reconocía la gravedad de lo ocurrido: “Hoy hemos visto una violación temeraria y sin precedentes del espacio aéreo de Polonia y de Europa por más de diez drones rusos. El mensaje de Putin es claro, y nuestra respuesta también debe serlo”.

La presidenta de la Comisión prometió nuevas sanciones y más apoyo a Ucrania -cerca de 170.000 millones de euros ya comprometidos-, pero subrayó que la UE debe “acelerar el fin de su dependencia de los combustibles fósiles rusos” y reforzar su resiliencia.
Ante una previsible escalada, en marzo, la propia Comisión ya había advertido que Europa debía prepararse para “crisis a gran escala, incluida la posibilidad real de una guerra que afecte a uno o varios Estados miembros”.
De la guerra híbrida a la amenaza militar
La invasión rusa de Ucrania ha alterado profundamente el equilibrio estratégico en el continente. Ciberataques, campañas de desinformación, sabotajes y presiones económicas son ya parte del arsenal de Moscú. “Sí, una guerra en la UE es posible, y Rusia es la principal amenaza”, explicó a Artículo14 Catherine Gegout, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Nottingham.
Según la experta, Europa ya vive bajo una guerra híbrida: “Ha habido 60 casos confirmados o sospechosos de actos de este tipo por parte de operativos rusos en suelo europeo”. A su juicio, el desafío no es sólo militar, sino también tecnológico, económico y social.

Rearm Europe: la apuesta de Bruselas
El 19 de marzo de 2025 marcó un punto de inflexión: la Comisión anunció el plan Rearm Europe/Readiness 2030, dotado con 800.000 millones de euros. El objetivo es aumentar las capacidades militares, reclutar 300.000 soldados más y elevar el gasto en defensa en al menos 250.000 millones anuales.
Europa quiere convertirse en un actor autónomo, pero aún depende de Estados Unidos: el 64% de sus armas proceden de allí y, en el ámbito nuclear, Reino Unido no podría actuar sin Washington. El giro de la política estadounidense bajo Donald Trump —menos compromiso con Ucrania, críticas a la OTAN y amenazas directas a Dinamarca— ha acelerado el debate en Bruselas: ¿puede la UE defenderse por sí sola?
Norte y sur: percepciones distintas
Mientras los países bálticos, nórdicos y Polonia viven la amenaza rusa como inmediata y existencial, en el sur —España, Portugal, Italia— se percibe como remota. “Es una llamada de atención a todos los Estados que no han desarrollado sus capacidades militares”, recuerda Gegout. Alcanzar el 2% del PIB en gasto de defensa ya no será suficiente.

Preparar también a los ciudadanos
En paralelo, varios eurodiputados impulsan una estrategia de preparación civil paneuropea, inspirada en los modelos de Finlandia y Suecia, donde guías nacionales instruyen a la población sobre cómo actuar en emergencias, desde apagones masivos hasta un ataque militar.
“Una cultura de preparación debe implicar a todos los ciudadanos europeos. Juntos estamos más seguros”, subraya el francés Grégory Allione, exjefe de bomberos. La educación cívica y la preparación individual se consideran pilares de la resiliencia europea.

¿Y ahora qué?
El dilema es evidente: Europa no puede evitar la amenaza, solo decidir cómo afrontarla. “2025 es un punto de inflexión, como lo fueron 1945 o 1989”, advierte Gegout. “Los europeos ya no pueden confiar en Estados Unidos. Rusia vuelve a ser una amenaza. Son tiempos peligrosos”.
La pregunta es ineludible: ¿está la Unión Europea preparada para una guerra? La respuesta, por ahora, sigue siendo incómoda. Europa corre contrarreloj para reforzar su capacidad militar, su resiliencia civil y su unidad política. El tiempo dirá si logra estar a la altura del desafío.