Un terremoto de magnitud 6 en la escala de Richter dejó más de 800 muertos y unos 2.500 heridos en la región montañosa del este de Afganistán, en la región fronteriza con Pakistán. Probablemente la cifra de víctimas mortales aumente, ya que los servicios de rescate siguen accediendo a localidades aisladas en valles difícilmente alcanzables por carretera.
El epicentro del seísmo se localizó cerca de Jalalabad, una ciudad donde residen unas 200.000 personas. No obstante, la región más afectada fue la provincia de Kunar, donde hay decenas de pequeños poblados de casas construidas con barro y materiales precarios. En Kabul, la capital del país, se notaron los temblores durante la noche, pero no se reportaron grandes daños.

Poco después de que cesara el temblor inicial, la gente se apresuró en plena noche para ayudar a sus vecinos atrapados bajo los escombros de las casas derrumbadas, según se veía en los vídeos compartidos en redes sociales.
Homa Nader, que dirige la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja en Afganistán, explicó que a los equipos de emergencia les tomó unas cuatro horas llegar a la región más afectada en plena noche. Durante la tarde del lunes, la ruta principal hacia Jalalabad logró ser reparada, lo que permitió a decenas de ambulancias alcanzar las zonas más afectadas en la provincia de Kunar. También permitió la huida de cientos de víctimas, que buscaron refugio lejos del epicentro.
Pese a la tragedia, los hospitales de Kunar y Nangarhar no sufrieron daños mayores, y pudieron mantenerse operativos. Uno de los poblados, Mazar Dara, quedó completamente bloqueado, por lo que las víctimas solamente pudieron ser desalojadas en helicóptero. Zabiullah Mujahid, portavoz del gobierno talibán en Kabul, fue quien confirmó las 800 víctimas.

Afganistán, un país sumido en crisis y conflictos constantes en las últimas décadas, está gobernado desde 2021 por el régimen islamista de los talibanes, que recuperaron el poder tras la salida de las tropas estadounidenses del país. Además de vivir bajo un régimen represivo, que ha liquidado los derechos más básicos de las mujeres, el país asiático vive bajo constante amenaza de terremotos. Calificado como “trampa sísmica”, es uno de los lugares más peligrosos del mundo para sufrir un terremoto. El país se asienta sobre el punto de colisión de dos gigantescas placas tectónicas, la placa índica, que se desplaza hacia el norte, choca y se desliza bajo la placa euroasiática. Los terremotos suelen ser poco profundos, lo que significa que la energía se libera muy cerca de la superficie, multiplicando la violencia de la sacudida.
En 2022, un seísmo de 5,9 grados en una área remota al sureste del país dejó unos 1.300 muertos, acorde a la ONU. Los talibanes comunicaron entonces que hubo al menos 4.000 víctimas. El actual terremoto llegó en un estado de crisis del sistema sanitario, con cientos de hospitales y centros médicos cerrados tras la suspensión de la ayuda internacional de EE UU decretada por Trump a principios de año.
El éxodo afgano
Además, Afganistán ha acogido recientemente frecuentes oleadas de expatriados, exiliados a la fuerza de países vecinos como Irán o Pakistán. Se estima que unos 2,3 millones de afganos han vuelto, tras sufrir olas de incidentes racistas y presión política en dichos países, donde sus derechos como refugiados eran inexistentes. De hecho, el terremoto golpeó a cientos de afganos que esperaban volver a su país. Las autoridades paquistaníes fijaron un nuevo ultimátum: o abandonan el país el lunes, o serían arrestados y deportados.

Said Meer planeaba llegar a Jalalabad este lunes con sus dos mujeres y doce hijos, tras abandonar la ciudad paquistaní de Lahore. “Que Dios se apiade del pueblo afgano. Guerra, terremotos, pobreza… Cada dificultad es una prueba de Dios”, dijo por teléfono al New York Times. Pese a la destrucción ocasionada, mantiene el plan de mudarse a Jalalabad. En la vecina Pakistán, los temblores se notaron en las provincias de Khyber Pakthunkhwa, así como en partes de la provincia de Punjab, en la Cachemira pakistaní. No obstante, no se registraron daños materiales o humanos mayores.
Antes de este desastre natural, Afganistán ya estaba al borde de una de las peores crisis humanitarias del planeta. Acorde a la ONU, solamente el 30% de sus necesidades humanitarias fueron cubiertas en 2025, y más de la mitad de sus 42 millones de ciudadanos dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir. Tras la vuelta de los talibanes, las ayudas han ido disminuyendo. Antes de la llegada de Trump al poder, EE UU. proveía cerca del 45% de las ayudas. Otros países, como Reino Unido, Francia o Suecia también recortaron la asistencia humanitaria.
Solamente Rusia reconoció formalmente al nuevo régimen talibán, aunque este lunes países como Irán, India, Japón o la Unión Europea se comprometieron en enviar ayuda de urgencia tras el terremoto. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, expresó su pesar a las familias de las víctimas. “El equipo de la ONU en Afganistán está movilizado y asistirá a los necesitados en las áreas afectadas”, aseguró.