En redes sociales surgen cada semana modas pasajeras. Pero, de vez en cuando, aparece una tendencia que va más allá de la broma para convertirse en un auténtico consejo de salud. Eso es lo que está ocurriendo con el fart walk.
Una práctica que ya recomiendan médicos de diferentes especialidades y que se ha viralizado en TikTok y otras plataformas como una forma sencilla de mejorar la digestión, regular la glucosa y, sobre todo, proteger el corazón.
¿Qué es exactamente el ‘fart walk’?
Aunque su nombre pueda sonar gracioso, el fart walk no es más que un paseo ligero de entre 5 y 10 minutos después de las comidas principales. Nació en redes como un chiste sobre la mejor manera de “caminar los gases”. Sin embargo, pronto saltó a la conversación médica por su efectividad. Especialistas en digestivo y cardiología han confirmado que esos minutos de movimiento diario tras comer son una herramienta potente para reducir picos de azúcar, mejorar la circulación y aliviar el malestar digestivo.
El fart walk combina así humor y ciencia. Lo que explica su éxito viral en la era de las redes sociales. En países como Italia o España, esta costumbre siempre ha estado presente con la clásica “paseggiata” o la caminata de sobremesa. Pero ahora las redes la han bautizado con un nombre pegadizo y la han convertido en tendencia global.
Los beneficios del ‘fart walk’ según los expertos
Médicos como el doctor Christopher Damman, gastroenterólogo de la Universidad de Washington, han señalado que el fart walk ayuda a activar la motilidad intestinal. Es decir, a que la digestión se haga de manera más fluida y sin molestias. Esto previene gases, hinchazón o acidez, problemas muy habituales tras comidas copiosas.
Por otra parte, Max Brondfield ha explicado que el fart walk tiene un beneficio clave en la regulación de la glucosa. Un simple paseo de diez minutos después de comer reduce los picos de azúcar en sangre, lo que a largo plazo disminuye el riesgo de diabetes y protege el sistema cardiovascular. La práctica es tan sencilla que no requiere material, gimnasio ni una gran inversión de tiempo: solo voluntad para levantarse de la mesa y moverse.
¿Por qué funciona esta sencilla actividad?
En un mundo donde el sedentarismo es una de las principales amenazas para la salud, el fart walk ofrece una solución práctica. No se trata de caminar kilómetros ni de hacer ejercicio intenso, sino de moverse lo suficiente como para activar el cuerpo tras la ingesta de alimentos.

Ese movimiento ligero mejora la circulación sanguínea y acelera el vaciado gástrico, evitando que la comida permanezca demasiado tiempo en el estómago. Además, al reducir los picos de glucosa, el fart walk también contribuye a controlar el peso y a disminuir la presión arterial, factores estrechamente ligados a la salud del corazón.
Lo curioso es que esta práctica siempre estuvo ahí, pero nunca había tenido un nombre que la hiciera tan popular. Las redes sociales han hecho el resto. Y lo que nació como un chiste se ha convertido en una recomendación médica avalada por la evidencia científica.
Cómo incorporarla en tu rutina diaria
La clave del fart walk es la constancia. No hace falta caminar durante media hora ni hacer un esfuerzo descomunal. Bastan cinco o diez minutos después de comer. Puede ser salir a dar una vuelta a la manzana, pasear con el perro o simplemente caminar por la casa si el tiempo no acompaña.
Los especialistas recomiendan mantener un ritmo ligero, que active la respiración pero sin llegar a ser extenuante. El objetivo no es sudar ni hacer deporte, sino facilitar la digestión y mejorar la circulación. Con tres paseos diarios (tras desayuno, comida y cena), los efectos acumulados sobre la salud pueden ser muy significativos.