Ha pasado un año del 28-J, cuando la oposición venció al régimen de Maduro en las elecciones presidenciales en Venezuela. Sin embargo, un año después, Nicolás Maduro sigue al frente del país a pesar de los venezolanos y de la victoria electoral. “La represión por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado ha sido crucial para que el Gobierno se mantuviera en el poder”, explica a Artículo14 Rebecca Hanson, profesora adjunta del Departamento de Sociología y Criminología y Derecho y del Centro de Estudios Latinoamericanos, y directora del Laboratorio Internacional de Etnografía de la Universidad de Florida.
Para la experta, “las reuniones de la Administración Trump con los representantes de Maduro han dejado claro que, mientras esté dispuesto a facilitar las deportaciones, la Administración Trump hará la vista gorda ante las violaciones de los derechos humanos” en Venezuela. Así, Hanson indica que Maduro “no tiene en este momento ningún motivo para mantener una fachada democrática”.

-Un año después de las elecciones, ¿por qué Nicolás Maduro sigue siendo el presidente de Venezuela? ¿Quién lo mantiene en el poder?
-Desde 2021, el Gobierno de Nicolás Maduro se ha consolidado cada vez más, lo que le ha permitido sobrevivir a unas elecciones claramente fraudulentas, a la indignación internacional por el fraude y a las protestas por las elecciones robadas. De hecho, no se han producido fisuras evidentes en el círculo íntimo de Maduro.

La represión por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado ha sido crucial para que el Gobierno se mantuviera en el poder. Se produjeron duras represiones contra las protestas tras el anuncio de los resultados electorales falsificados y detenciones masivas tanto de manifestantes como de transeúntes. El propio Gobierno afirmó haber encarcelado a más de 2.000 personas en las semanas posteriores a las elecciones. Las Fuerzas de Seguridad del Estado también detuvieron y acosaron a quienes trabajaron como testigos en los centros electorales, muy probablemente para silenciarlos, pero también para castigar a quienes creen que compartieron las actas electorales que luego fueron utilizadas por la oposición para demostrar que (Edmundo) González había ganado por mayoría aplastante.
También parece que la oposición no tenía un plan B en caso de que el Gobierno no aceptara los resultados electorales. Hicieron un trabajo increíblemente impresionante movilizando a los votantes y colocando testigos en los centros electorales, pero a posteriori es difícil ver que tuvieran una estrategia clara para responder al fraude electoral, que siempre fue un escenario probable. Esto no pretende culpar a la oposición por el resultado. Sin embargo, sí es señalar que la oposición ha tenido históricamente dificultades para responder de manera eficaz a las maniobras del chavismo para mantenerse en el poder. Las acciones de Machado desde las elecciones sugieren que está más centrada en obtener apoyo internacional que en construir una base unificada y diversa en Venezuela.

Por último, la protesta internacional pareció tener poco o ningún efecto en las decisiones de Maduro tras las elecciones. El Gobierno no tiene en este momento ningún motivo para mantener una fachada democrática, por lo que tiene pocos incentivos para realizar gestos y actuaciones democráticas superficiales cuando otros países denuncian su autoritarismo flagrante.
-¿Cómo es el liderazgo de María Corina Machado? ¿Hay esperanza para la oposición?
–Machado sigue siendo reconocida internacionalmente como la líder de la oposición venezolana y ha pasado gran parte del último año pidiendo a otros países que intervengan tras las elecciones fraudulentas. Sin embargo, su liderazgo dentro de Venezuela es ahora mucho más inestable. Las divisiones dentro de la oposición, que siempre han existido, vuelven a definirla. Hipotéticamente, si se celebraran de nuevo elecciones presidenciales en los próximos meses, no está nada claro que la oposición se uniera detrás de ella como lo hizo en 2024.

Voces importantes dentro de la oposición han criticado el llamamiento de Machado a boicotear las elecciones desde 2024, ya que este llamamiento choca con el discurso que utilizó el año pasado para motivar la participación electoral. También ha sido criticada por su reciente apoyo a las deportaciones de venezolanos a El Salvador por parte de Trump. En general, parece haber vuelto a las posturas más radicales de la derecha que moderó antes de las elecciones presidenciales de 2024.
-¿Cómo ha influido el cambio en la Casa Blanca en el futuro de Venezuela? ¿Está Donald Trump más preocupado por la inmigración que por la democracia?
-Donald Trump nunca se ha motivado por preocupaciones relacionadas con la democracia. Durante su primer mandato, se centró bastante en Venezuela, pero no por preocupación por la democracia o el sufrimiento de la población. Entonces, sus políticas y su retórica sobre el país —incluidas las sanciones y la posible intervención militar— buscaban mantener el apoyo de los latinos republicanos de Florida. Su segundo mandato se ha centrado en gran medida en expulsar lo antes posible al mayor número posible de inmigrantes de Estados Unidos, y ahora los migrantes venezolanos se encuentran en el ojo del huracán. Las absurdas afirmaciones del Gobierno estadounidense de que la banda venezolana Tren de Aragua está liderada por Maduro y está invadiendo Estados Unidos —afirmaciones que han sido desmentidas por las propias organizaciones de seguridad de Estados Unidos— equivalen a un clásico pánico moral, en el que los políticos citan un puñado de delitos como prueba de una amenaza urgente para la sociedad. Este pánico moral ha sido políticamente útil para Trump, que lo ha utilizado para justificar la deportación y la desaparición de numerosos venezolanos.

Las propuestas y reuniones de la Administración Trump con los representantes de Maduro han dejado claro que, mientras Maduro esté dispuesto a facilitar las deportaciones, la Administración Trump hará la vista gorda ante las violaciones de los derechos humanos en ese país.
No es de extrañar que Trump y Maduro puedan negociar entre sí. Trump nunca ha ocultado su admiración por los líderes autoritarios y los dictadores. Por lo tanto, no debería sorprendernos que sus políticas actuales no fomenten la democracia, sino el autoritarismo en otros países.
-¿Qué pasa con los venezolanos? ¿Cómo está la sociedad venezolana un año después de votar por la oposición?
-En general, creo que la gente común se ha resignado al hecho de que Maduro seguirá en el poder en el futuro. Están desilusionados y decepcionados, pero se centran principalmente en sobrevivir. Cuando hablo con amigos que viven en Catia, un barrio popular de Caracas, me cuentan que se centran en cubrir sus gastos diarios. Como dice uno de mis amigos: ‘Veo una comunidad un poco más tranquila, que lucha día a día por mejorar y convencida de que la única solución no es migrar sino mantenerse en su país luchando’.