Lo que las nuevas acciones virales dicen sobre cómo invertimos hoy

Las acciones virales vuelven a sacudir Wall Street: entre el entusiasmo colectivo y la lógica del mercado

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En 2021, una escena insólita sacudió Wall Street. Desde foros como Reddit, miles de personas sin formación financiera ni acceso a grandes carteras se coordinaron para lanzar al alza el precio de una acción olvidada: GameStop.

La subida fue tan fulminante como improbable. En cuestión de días, esta cadena minorista de videojuegos multiplicó su valor en bolsa más de un 1.700%. Los grandes fondos que habían apostado a su caída quedaron atrapados en un episodio sin precedentes, donde la lógica tradicional del mercado pareció quedarse sin argumentos.

Cuatro años después, la historia vuelve, aunque con otros protagonistas. GameStop y AMC han dejado paso a compañías como Opendoor, Krispy Kreme, Kohl’s o incluso GoPro. En las últimas semanas, sus acciones han protagonizado subidas de vértigo. Algunas se han duplicado en pocos días. Otras, como Healthcare Triangle, apenas conocidas fuera del sector, han llegado a concentrar el 15% del volumen de negociación en Wall Street en una sola jornada.

Lo curioso es que ninguna de ellas ha presentado resultados espectaculares. Ni lanzaron productos nuevos ni anunciaron acuerdos estratégicos. Nada que, sobre el papel, justifique tanta atención. Sin embargo, algo ha vuelto a activarse: redes sociales, conversaciones virales, entusiasmo colectivo. Y eso, en los mercados actuales, puede ser suficiente.

Plataformas como TikTok o X, la antigua Twitter, funcionan como autopistas para la toma de decisiones. Una recomendación, un gráfico compartido o una simple frase con muchos “likes” puede desencadenar una oleada de compras. No hace falta mucho más, puesto que las aplicaciones móviles permiten invertir en segundos, sin barreras técnicas ni burocráticas.

El poder de la manada

El fenómeno es conocido. Cuando un número creciente de personas compra la misma acción en un corto periodo de tiempo, el precio empieza a subir. Esa subida inicial atrae a más inversores, alimentando un efecto en cadena. Pero hay más actores involucrados.

Entre ellos, los llamados vendedores en corto. Inversores institucionales que apuestan a que una acción bajará. Cuando el precio empieza a subir, estos jugadores necesitan recomprar rápidamente las acciones para limitar sus pérdidas. Esa acción defensiva empuja aún más el precio al alza.

A este movimiento se suma otro efecto menos visible pero igual de potente. Muchos inversores optan por comprar opciones financieras, contratos que permiten adquirir acciones en el futuro a un precio fijado. Los intermediarios que venden esas opciones para cubrirse del riesgo compran también la acción subyacente. Si el volumen de opciones es muy alto, esa presión adicional acelera aún más el ascenso.

Sin embargo, nada de esto implica que la empresa esté mejorando. En muchos casos, su situación financiera sigue igual que antes del rally. Sin embargo, la combinación de expectativa social, reacción técnica y productos financieros complejos crea un entorno donde las reglas habituales del análisis pierden peso.

Todo este proceso puede parecer lejano para alguien que no sigue el mercado cada día. Pero lo cierto es que influye en el comportamiento de muchos fondos, en la percepción general del riesgo y, a veces, incluso en decisiones regulatorias.

Según Goldman Sachs, las operaciones especulativas han alcanzado su nivel más alto desde 2021. Más del 60% de las transacciones con derivados corresponden ya a opciones de compra. Algunas de ellas recuerdan a los extremos que se vivieron durante la burbuja tecnológica del año 2000 o durante los meses más intensos de la pandemia.

Invertir cuando todo sube sin motivo

El papel del inversor minorista en este contexto vuelve a ser central. En los últimos meses, las acciones más populares entre este grupo han subido más del 50%. Y las que estaban más presionadas por posiciones bajistas han repuntado más del 60%. Según Citadel Securities, los inversores individuales llevan diecinueve sesiones consecutivas comprando más de lo que venden, algo que no se veía desde hace más de tres años.

Este contexto plantea una serie de preguntas cada vez más relevantes para cualquiera que esté dando sus primeros pasos en la inversión, o incluso para quien ya invierte de forma habitual. ¿Qué significa que una acción se vuelva “popular”? ¿Qué implica que esté de moda en redes sociales? ¿Cómo saber si estamos ante una oportunidad real o frente a un movimiento impulsivo que podría desinflarse en cualquier momento?

Saber en qué sector opera una empresa, si genera beneficios, o por qué su cotización ha empezado a subir, forma parte de la base. También lo es identificar cuándo una subida se basa más en entusiasmo que en fundamentos.

Algunos inversores optan por alternativas que diluyen este tipo de riesgo. Diversificar en fondos cotizados que agrupan muchas acciones del mismo sector o protegerse ante caídas con productos diseñados para limitar pérdidas, son prácticas que cada vez ganan terreno entre perfiles conservadores.

La reaparición de las acciones virales no es solo un fenómeno curioso. Es una señal del tipo de mercado en el que estamos, y también del tipo de decisiones que empiezan a formar parte de la rutina de quienes invierten por primera vez.

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