Con su corte de cabello blanco perfectamente pulido, gafas oscuras y un conjunto impecable de trench khaki, blusa púrpura y falda lápiz de cuero, Miranda vuelve a dejar claro que, aunque el mundo editorial ha cambiado, ella sigue teniendo el control. La secuela del film que redefinió la relación entre el cine y la moda está en marcha, y los focos no se han desviado ni un segundo de su protagonista.
Miranda Priestly fue, en 2006, mucho más que una villana carismática. Fue un fenómeno cultural. Su estilismo, desarrollado por Patricia Field, mezclaba poder, elegancia y sobriedad con piezas de diseño que hablaban por sí solas. Aquellas botas altas, los abrigos de piel, los collares de perlas, los conjuntos monocromáticos y ese peinado tipo bixie se convirtieron en símbolo de autoridad estilística. Su simple entrada en escena -el bolso cayendo sobre el escritorio, la mirada implacable, el “¿eso es lo que llevas?” pronunciado con veneno contenido- marcó un antes y un después en cómo la moda podía retratar el poder en pantalla.
En esta nueva entrega, según medios como Entertainment Weekly y Page Six, la trama girará en torno al declive de la revista Runway frente a la era digital. Miranda deberá adaptarse o caer. Y con ello, veremos también una evolución en su imagen. La ropa vuelve a hablar: menos maximalismo, más precisión. Los tonos tierra, los tejidos nobles, el cuero pulido y los cortes estructurados apuntan a un lujo más silencioso, pero igual de contundente.
Pero el vestuario no es lo único que genera expectación. El elenco se mantiene sólido: Anne Hathaway vuelve como Andy Sachs, con quien se espera una tensión emocional más madura y reflexiva. Emily Blunt, por su parte, interpreta a una Emily Charlton reinventada, ahora al frente de una firma de lujo digital. También se suma Kenneth Branagh en un rol aún no confirmado, pero que podría suponer un nuevo interés romántico para Miranda, aportando una dimensión más íntima al personaje.
La industria de la moda, como la cultura pop, ha recibido esta secuela con una mezcla de euforia nostálgica y altas expectativas. Las redes sociales estallaron tras las primeras fotos de Streep en el set: algunos celebran su elegancia sobria, otros echan de menos el dramatismo visual de la primera entrega. Pero todos coinciden en algo: Miranda Priestly sigue imponiendo respeto con una sola mirada. Y eso, en un mundo visualmente saturado, es más moda que nunca.
Además, el regreso de Streep como Miranda plantea una conversación necesaria sobre el poder femenino después de los 60′, el estilo como herramienta de liderazgo y cómo se puede envejecer -en el cine y en la moda- sin renunciar a la sofisticación ni a la ambición. Su presencia refuerza la idea de que el estilo no caduca, sino que evoluciona.
El vestuario de esta secuela está a cargo de diseñadores que, según se rumorea, trabajarán con piezas de casas como The Row, Max Mara y Prada, en una paleta de neutros, púrpuras y grises. Una Miranda más contenida, más estratégica, más contemporánea. La amenaza de lo digital, las redes, el influencerismo vacío: todo eso se cierne sobre el universo Runway, pero con Miranda al frente, nadie da por perdida la batalla.
El diablo viste de Prada 2 tiene previsto su estreno para mayo de 2026. Hasta entonces, cada imagen que se filtre será analizada al detalle. Porque Miranda no solo marca el paso de la moda en la ficción: lo hace, también, en la vida real. Y si algo ha dejado claro es que sigue siendo la mujer que todas quieren ser… o al menos, que no se atreverían a ignorar.