Hablan los israelíes

“Mis impuestos alimentan la guerra, vivo un conflicto interno”

A Adi Rabinovici y Yair Cymerman les afecta profundamente las muertes y la hambruna en Gaza y el abandono de los rehenes israelíes. Ambos dudan si seguir en Israel o marcharse al extranjero

Israel
Los israelíes Yair Cymerman y Adi Rabinovici atienden a Artículo14
KiloyCuarto

A la pareja de cineastas israelíes Adi Rabinovici y Yair Cymerman se les hace cuesta arriba seguir viviendo en su país. Desde el 7 de octubre de 2023, los creadores del galardonado filme “The Baby Daddy” (2022) viven en una constante montaña rusa de emociones y contradicciones. Ante la perpetuación de la guerra, la muerte diaria y la hambruna que sufren en Gaza y el abandono de los rehenes israelíes en manos de Hamás, les invade la duda sobre si seguir en Israel o hacer las maletas.

“Es muy duro vivir en este lugar y lidiar con mi identidad”, reconoce Adi a Artículo14. Responde a la llamada a medio camino entre Tel Aviv y la frontera con la Franja de Gaza, donde el viernes 23 de mayo participó en una nueva concentración de activistas pacifistas que exigen parar los bombardeos y permitir la entrada de ayuda humanitaria. La semana pasada, varios manifestantes fueron brutalmente golpeados y detenidos -sin cargos- por la Policía, acusada por muchos de ser un instrumento político controlado por el ministro ultra Itamar Ben Gvir.

“Mis impuestos alimentan la guerra, vivo un conflicto interno”

“Me duele mucho lo que ocurre, aunque no tenemos otra opción que seguir para ganarnos la vida. Pero se debería parar el país y que estalle una revuelta”, reconoce. Aunque discrepa de su gobierno, se siente indirectamente partícipe de la tragedia: “Mis impuestos alimentan la guerra, vivo un conflicto interno. Por un lado, es mi casa y mis raíces. Por otro, mi alma me pide salir y no ser parte de esto”.

Israel
Destrucción en Gaza tras los últimos bombardeos de Israel
Efe

La pareja, que reside en el distrito mixto árabe-judío de Yaffo (sur de Tel Aviv), remarca la dificultad que tiene de hablar sobre lo que ocurre en Gaza con su entorno. “Es tan inmoral e ilógico, perpetuamos crímenes de guerra a diario. Por suerte, hay quienes empiezan a despertar un año y medio después”, considera Adi.

Defiende la sacudida provocada por el político opositor Yair Golan, que esta semana denunció que las atrocidades en Gaza –“matan bebés por pasatiempo”– se perpetúan por interés político de Benjamín Netanyahu. Golan defiende que la guerra ya no tiene sentido estratégico, que lastra la legitimidad internacional del estado judío y que se abandonó definitivamente a los 58 rehenes en manos de Hamás.

Gaza
Uno de los bebés que ha podido huir de Gaza hasta Jordania para recibir tratamiento médico
Efe

Ambos jóvenes consideran que la mayoría de israelíes no son verdaderamente conscientes de lo que ocurre diariamente en Gaza, porque “la prensa mainstream se encarga de no contarlo”. Para Adi, todos los males emanan de los “fanáticos religiosos mesiánicos que tomaron las riendas del país. Están enfermos de venganza, y no están dispuestos a aceptar que el otro pueblo pueda existir”. Desde que Donald Trump publicó el vídeo sobre la “Riviera de Gaza” y su intención de desplazar a dos millones de gazatíes, ministros ultraderechistas insisten en la urgencia de matar y expulsar a la población del enclave para refundar colonias judías.

Yair atendió a Artículo14 desde Barcelona, donde vino a celebrar el 96 aniversario de su abuelo. “Es una época muy loca y triste, tengo la sensación de que llegamos al peor punto. Vivimos un desastre en Gaza y en Israel, la gente no sabe que hacer con su vida”, dice. El camarógrafo, que perdió a un buen amigo en el frente de Líbano al estallar el conflicto, cuenta que sus colegas han sido llamados a filas como reservistas por quinta o sexta vez. Pero crece el número de reservistas que rechazan volver a combatir en una guerra que parece no tener fin.

“Hablo con colegas palestinos de Cisjordania y Gaza, me cuentan el sufrimiento de sus familias y sus experiencias, y se me rompe el corazón”, prosigue. Como la mayoría de israelíes, considera que la masacre del 7 de octubre justificaba la necesidad de una operación militar contra Hamás, pero no una guerra eterna cuyo peor precio acaban pagando civiles inocentes.

Gaza
Miles de palestinos cruzan la calle Rashid
EFE

Para Yair, el drama en Israel empezó mucho antes de la guerra. Recuerda las movilizaciones masivas contra la “reforma judicial” impulsada por el gobierno, el intento de Netanyahu y sus socios de erosionar el sistema judicial. “Muchos sentimos que ya no tenemos el poder de cambiar las cosas”, lamenta. El joven defiende que los métodos represivos aplicados contra los palestinos en Cisjordania o Jerusalén se aplican ahora contra los disidentes israelíes, quienes afrontan una brutal violencia policial o juicios por levantar la voz contra la política del gobierno.

“Nuestro primer ministro sigue con la guerra y matando a gente para evitar sus juicios. Hizo montón de ilegalidades -el último episodio fueron los turbios pagos de Qatar a sus asesores más cercanos- y ahora intenta eludir a la justicia”, prosigue. Yair cree que el conflicto sigue por el temor de Netanyahu de acabar en la cárcel, o por miedo a que los “colonos radicales acaben tumbando su gobierno”.

Rehenes
Los familiares de los rehenes que siguen en manos de Hamás protestan contra Netanyahu
Efe

“Estamos perdiendo los valores morales”

Como consecuencia, están sacrificando a “soldados que no les importa que mueran, a los niños que sufren hambre, y a los rehenes. Estamos perdiendo los valores morales”. No obstante, lamenta que el mundo no habla lo suficiente de los disidentes. “Los extremistas hacen más ruido que nosotros y tienen el poder, pero fuera nadie habla de quienes nos oponemos a todo esto”, prosigue.

Fruto de la desesperación, mucha gente entró en “modo de supervivencia”, ya que están en una “situación tan mala” en todo lo que tienen en sus vidas -amigos, familia o trabajo-, que se sienten paralizados. No obstante, recuerda que cada semana “hay miles de personas en las calles intentando parar autopistas, manifestándose frente a Gaza, hay mucho activismo, pero ante un gobierno tan brutal cunde la sensación de no poder cambiar las cosas”.

Pese a la frustración y la barbarie, Yair cree que este conflicto, como otros, llegará algún día a su fin. “Si a un soldado francés le hubieran dicho que se podría tomar una caña en Berlín siete años después de la II Guerra Mundial, lo hubiese considerado una locura”, apunta. Para empezar a coser heridas que los líderes en Gaza e Israel no parecen interesados en cicatrizar, “tenemos que crear conexiones personales entre palestinos e israelíes, desde todo el espectro político”.

Pese a los muros, la división y el odio, hay mucha gente a ambos bandos que desmienten a diario el mantra de que “no hay con quien hablar”. Adi y Yair mencionan el ejemplo de Yaffo, donde se creó un comité civil conjunto de árabes y judíos para mantener la cordura y la convivencia en los barrios pese a la tragedia colectiva que sufre su tierra. Mientras tanto, seguirán lidiando con el eterno dilema: “si me voy, dejaré solas a mis hermanas y mis primos aquí, que no tienen la opción de dejarlo todo y marcharse”, concluye Yair.