Educación

Sexismo en las clases de historia: solo el 12% se centra en mujeres

Los libros de texto, a menudo escritos por hombres, se siguen olvidando de grandes figuras femeninas que fueron decisivas

Collage de diferentes personajes históricos. Shutterstock
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Si fuese por los libros de texto, la figura femenina apareció en la historia solo para perder la cabeza, como Juana la Loca o Ana Bolena (literalmente decapitada en la Torre de Londres); sufrir alucinaciones, como Juana de Arco; o engendrar a futuros reyes, como Isabel la Católica. El resto, miles de mujeres que trabajaron, pensaron, gobernaron, crearon, descubrieron o escribieron, quedó en los márgenes de las páginas. A menudo ni eso.

Solo alrededor del 7,5% de los referentes culturales y científicos en libros de la ESO son mujeres. Una investigación de la organización británica End Sexism in School ha desvelado que en las aulas se minimiza el papel de la mujer en la historia. Y la invisibilidad empieza en los textos, con una ausencia casi absoluta en los últimos años de Primaria y los primeros de Secundaria. Los alumnos británicos tienen que conformarse con conocer el nombre de alguna reina o de las sufragistas Emmeline Pankhurst y Emily Davison.

Margarita Salas, “discípula de”

En España, hasta no hace mucho, a Margarita Salas, madre de la biología molecular en nuestro país y gran referente de la ciencia, se la conocía como “discípula de” Severo Ochoa. El reconocimiento fue muy tardío y sigue sin tener el lugar que merece en los libros de texto. El 59% de las lecciones de historia en las primeras etapas no mencionan a las mujeres en absoluto, según el estudio; en el 29% se cuelan sin ser protagonistas y solo el 12% se centra en ellas.

Margarita Salas. Fundación Margarita Salas
Fundación Margarita Salas

Incluso cuando se las menciona, el informe británico, que lleva por título El gran robo de la Historia, encontró que a menudo se las victimiza o que las asesinadas por Jack el Destripador ocupan bastantes más horas que las descifradoras de códigos de Bletchley Park durante la Segunda Guerra Mundial. Las investigadoras señalan que destacar a las mujeres ignoradas de la historia, como Johanna Ferrour, líder de la revuelta campesina de 1381, ayudaría a abordar la epidemia de misoginia “que arruina las vidas de los jóvenes”.

Debbie Brazil, fundadora de End Sexism in Schoo, considera crucial que los alumnos aprendan que los personajes femeninos son parte de la historia. “No es una opción, sino una cuestión de precisión histórica y una educación justa. No solo ignoramos a la mitad de la población, sino que enseñamos una versión falsa del pasado. Como resultado, las niñas no pueden identificarse con lo que se les enseña sobre el pasado y los niños pierden oportunidades de desarrollar empatía y modelos positivos a seguir”.

Ignoradas en las preguntas de los exámenes

Con la evidencia de una narrativa distorsionada, las autoras reclaman cambios a los responsables de las políticas educativas de su Gobierno, de manera que haya una presencia femenina más equilibrada en todos los periodos históricos y también en las preguntas de los exámenes, donde solo representan un 6% de los contenidos.

Ponen como ejemplo de mujeres olvidadas a Matilde de Flandes, esposa de Guillermo el Conquistador y figura clave por derecho propio en la conquista normanda de 1066. Proponen también a la astronauta rusa Valentina Tereshkova, la primera mujer en viajar al espacio y la única que ha realizado un vuelo espacial en solitario, o a las protagonistas de la huelga de cerilleras de 1888, un acontecimiento decisivo en el desarrollo de los derechos laborales y del movimiento obrero en el Reino Unido. A pesar de estas referencias, los periodos están marcados en los libros de texto por hitos políticos masculinos.

Y por cada once historiadores que se nombran en las aulas, solo se mencionan dos o menos historiadoras, una disparidad que lleva un sesgo de género inequívoco tanto en el relato como en la percepción del alumnado sobre la veracidad y autoridad de lo que se cuenta. Otros estudios de la misma organización revelan que solo el 2% de los libros de Secundaria están escritos por mujeres. En textos de referencia para trabajos de novela, el 71% corresponde a autores masculinos.

El panorama en España no es mucho mejor. “Hay una ausencia casi total de mujeres. Un 7,6%, según un estudio de 2018 de la Universidad de Valencia, que recogió todas las materias de 1º a 4º de ESO. Y si tomamos los últimos datos del Ministerio de Cultura, en 2024, de los 62.800 registros ISBN que se corresponden con un solo autor, el 60,1% eran hombres, el 39,7% mujeres. El colectivo de las mujeres está presente en una proporción mayor de libros de ciencias sociales y humanidades y de creación literaria con porcentajes del 30,3% y 28,6%.

¿Qué hay de nuestras madres, abuelas, bisabuelas…?

“La historia es la historia de la línea masculina, no de la femenina. De nuestros padres siempre conocemos algún hecho, alguna distinción. Fueron soldados o marineros; ocuparon ese cargo o promulgaron esa ley. Pero de nuestras madres, nuestras abuelas, nuestras bisabuelas, ¿qué queda?”, se preguntaba la escritora Virginia Woolf en las primeras décadas del siglo XX.

La historiadora Ángeles Caso cuenta que, cuando estudió Historia del Arte en la Universidad de Oviedo, entre 1976 y 1981, se licenció convencida de que en el mundo del arte apenas habían existido las mujeres. “Tan solo un pequeñísimo puñado de nombres parecían ilustrar, aquí y allá, un territorio de oscuridad y silencio”. Para desquitarse, descubrió en su libro Las olvidadas a muchas que aquellas que quedaron sepultadas bajo el peso de la misoginia y la ignorancia, “raras gemas” que debían completar el legado histórico.

En sus páginas rescata figuras como Hildegarda de Bingen, abadesa benedictina silenciada durante casi ocho siglos. Por sus grandes conocimientos de botánica, medicina y fisiología humana, fue una de las mujeres más influyentes del medioevo. A ella se le debe la descripción más detallada del orgasmo femenino que se había hecho hasta la fecha. Aparece también Artemisia Gentileschi, pintora italiana del siglo XVII que triunfó en las cortes europeas, un mundo exclusivamente masculino. “El nombre de una mujer pintora hace que las personas tengan dudas hasta de haber visto la obra”, se lamentó.

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