“No tengo paciencia con mis hijos”. Ese es el sentimiento que comparten la gran mayoría de madres, aunque muchas veces, no se atreven a decirlo por miedo a los juicios de una sociedad que no les entiende.
Hemos hablado con la psicóloga perinatal Elizabeth Castro, quien explica que es un sentimiento común y natural. Además, comparte las claves para lidiar con esta impaciencia, y describe una carga invisible que muchas mujeres no saben cómo afrontar.
Elizabeth Castro: “La madre necesita hablar, necesita decir: Me siento agotada”

Elizabeth Castro es una psicóloga perinatal, fundadora del proyecto Nutrir en Amor. Se mudó a España desde República Dominicana hace más de 10 años, es madre de dos hijas y su pasión por la profesión nació de su primer embarazo, como ella misma cuenta.
En sus consultas, talleres y cursos, Elizabeth ayuda a otras mujeres y madres a conocer mejor la maternidad y a sentirse escuchadas en “tribu”, como a ella le gusta decir.
Uno de los temas que más le interesa, precisamente porque cree que no se habla lo suficiente de ello, es la falta de paciencia en las madres. Ella siempre dice a las mujeres con esta preocupación que “perder la paciencia es totalmente normal, natural y humano”.
La maternidad sobrecarga de tareas físicas y mentales. Según dice, las madres “siempre andamos rápido, o llegamos tarde. Y no porque queramos, sino porque la maternidad es lo más impredecible que hay“.
Como sucede con los hijos y sus demandas, la madre alcanza un punto donde “necesita gritar, necesita hablar, necesita decir: “me siento agotada” “, explica Elizabeth. Y no como queja, sino como una necesidad que necesita ser expresada y atendida.
El pasado de la madre tiene un impacto en el presente

A veces, el sentir que “no tengo paciencia con mis hijos” surge de algo más profundo. Es una pérdida de paciencia que no viene por las cargas y preocupaciones del presente, sino por las profundas heridas del pasado.
Castro explica que hay madres que tuvieron una infancia dolorosa por diversos motivos, como que precisamente no tuvieran paciencia ni comprensión con ellas.
“Si crecí en un entorno donde nadie me tuvo paciencia, donde nadie me contuvo, es difícil que yo sepa contener el berrinche de mi hijo“, afirma con firmeza esta especialista.
Así que algunos “estallidos de impaciencia” deben analizarse personal y profesionalmente, porque pueden ser causados por las vivencias de la infancia de la madre.
Dichos estallidos, asegura Elizabeth, pueden llegar a pasar de gritos a violencia. Como explica, “la violencia no enseña, no educa, y no nos ayuda a nosotras tampoco.”
Llegados a ese extremo, lo mejor es pedir ayuda. Entonces, comienza el proceso hacia la sanación, hacia una mejor crianza.
Siempre se está a tiempo de mejorar, porque al final, lo que no has vivido ni aprendido, comenta la psicóloga, difícilmente aparece en tu comportamiento como madre. “De pequeña no me pegaron, pero me cerraban la puerta cuando quería hablar. Entonces, cuando tu hijo quiere hablarte, tú sientes una resistencia, porque en tu cabeza no está la programación de escuchar: al contrario, quieres cerrar la puerta.”
“No tengo paciencia con mis hijos”: las claves para lidiar con este asunto

Respecto a las claves para lidiar con la falta de paciencia en la crianza, Elizabeth lo tiene muy claro: tener momentos para una misma, moderar las expectativas y expresar lo que se siente.
Hay madres que, por desgracia, no tienen un momento o un espacio para sí mismas, ni dentro ni fuera de casa. Por ello, cree que es importante dar con uno. Un espacio que permita “reconectar con lo que sentimos y con lo que vivimos”.
En esa línea, la experta defiende el hablar con la “tribu”, con la gente cercana que trata de entender a la madre, como herramienta de ayuda con la paciencia. “Nombrar lo que pasa, reconocer internamente: “estoy cansada, necesito un respiro”, y validar la propia emoción”, explica.
Por último, considera importante tener presente la realidad y el contexto que tiene cada madre. La constante comparación con otras madres, que parece que hacen muchas cosas más que otras, crea una imagen peligrosa en la mente.
Pero en la realidad, cada una tiene su propio contexto, con sus matices. Entonces, ese “no tengo paciencia con mis hijos” no es el mismo que el de la otra madre. No obstante, esto no te convierte en mejor ni en peor mamá.
Adecuando las expectativas de lo que es la maternidad de cada una, el proceso se puede llevar mucho mejor. Igual no haces lo mismo que otras, pero eso está bien también. “Lo importante es pedir ayuda cuando sea necesario, y apoyarse en la gente que te apoya y te quiere, en tu ‘tribu'”.