La guerra entre Rusia y Ucrania no solo ha transformado la seguridad en Europa del Este, sino también la educación en países vecinos como Lituania. En este pequeño Estado báltico de 2,8 millones de habitantes, el Ministerio de Defensa ha lanzado una iniciativa inédita: enseñar a niños desde los diez años y a adultos a volar, ensamblar y programar drones.
La primera escuela de este tipo se inauguró en Tauragė, una localidad situada a apenas 20 kilómetros del enclave ruso de Kaliningrado. Allí, los alumnos practican vuelos virtuales en ordenadores y prueban a pilotar pequeños drones bajo la supervisión de instructores. Según relató uno de los docentes, “los niños están entusiasmados” con la experiencia, a pesar de los inevitables choques de los aparatos contra el suelo durante los primeros intentos.
El viceministro de Defensa, Tomas Godliauskas, explicó con claridad los objetivos de la iniciativa: “Se trata de construir capacidades de defensa militar, algo que Lituania se toma muy en serio porque vivimos en el vecindario de Rusia y Bielorrusia”. La apertura de este centro se produce en un contexto de tensión creciente, tras la caída de drones rusos en territorio lituano el pasado verano, un hecho que llevó al Gobierno a solicitar a la OTAN el refuerzo de su defensa aérea. La Alianza Atlántica confirmó el viernes que aumentará su presencia en el flanco oriental, apenas unos días después de que Polonia derribara drones que habían violado su espacio aéreo.
Una red de centros y un plan de largo plazo
El Gobierno lituano prevé abrir un total de nueve escuelas de drones en distintas regiones del país antes de 2028. Para ello, invertirá 3,3 millones de euros en equipamiento especializado, que incluye sistemas de transmisión de vídeo, drones de primera persona (FPV) y aplicaciones móviles de entrenamiento. La ministra de Defensa, Dovilė Šakalienė, anunció que “planeamos que 15.500 adultos y 7.000 niños adquieran habilidades de control de drones para 2028”.
La formación se adaptará a cada grupo de edad. Los más pequeños aprenderán mediante juegos y experimentos a construir y pilotar drones sencillos. Los estudiantes de secundaria incorporarán nociones de programación y vuelos en interiores, mientras que los mayores podrán diseñar piezas en 3D y ensamblar drones FPV de uso más avanzado. Según Godliauskas, estas clases extraescolares buscan también profundizar en la “alfabetización técnica” de los jóvenes.
Un fenómeno extendido en Europa del Este
La apuesta lituana por preparar a sus ciudadanos en el uso de drones se suma a iniciativas similares en países europeos que perciben una amenaza directa de Rusia. En Polonia, por ejemplo, desde el curso 2024/25 será obligatoria la asignatura “Educación para la seguridad”, que incluye prácticas de tiro con réplicas de armas o pistolas láser para alumnos de 14 años, además de formación sobre cómo actuar en situaciones de guerra.
En la República Checa, este verano más de 700 estudiantes participaron en ejercicios militares voluntarios de cuatro semanas, donde aprendieron táctica, tiro con armas cortas y primeros auxilios. Estonia y Letonia también han reforzado la enseñanza militar en las escuelas: los alumnos estonios recibirán incluso formación en drones a partir del próximo curso.

Francia, por su parte, amplió la jornada obligatoria de “Defensa y Ciudadanía” hasta siete horas, con actividades como tiro deportivo con láser y simulaciones militares en realidad virtual.
“Expandir el entrenamiento de resistencia civil”
El factor común en todos estos países es la percepción de un riesgo real por parte de Rusia. Como subrayó el ministro de Exteriores estonio, Margus Tsahkna, al justificar la expulsión de un diplomático ruso por injerencia en asuntos internos, “la interferencia continua de la embajada rusa en los asuntos de la República de Estonia debe terminar”.
Lituania, que comparte frontera tanto con Rusia como con Bielorrusia, ha intensificado sus medidas de defensa civil desde la invasión a gran escala de Ucrania en 2022. La introducción de la enseñanza con drones forma parte de una estrategia más amplia para “expandir el entrenamiento de resistencia civil” y preparar a la población ante posibles escenarios de conflicto.