Durante la cumbre por la paz en Sharm el-Sheikh, Donald Trump volvió a demostrar que el escenario político internacional no está exento de comentarios que, en otro contexto, sonarían más a sobremesa que a diplomacia. Frente a líderes mundiales, el presidente estadounidense señaló a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y dijo entre risas: “Tenemos a una mujer, una joven mujer, que es… No puedo decirlo porque normalmente si lo dices, es el fin de tu carrera política. Es una mujer joven y hermosa”. Después bromeó sobre el “riesgo” de usar la palabra hermosa en Estados Unidos: “Ahora bien, si utilizas esa palabra en mi país, es el fin de tu carrera, pero voy a arriesgarme”.
Meloni sonrió. Los demás también. Trump cerró con un “¿No te molesta que te digan hermosa, verdad? Porque lo eres. Muchas gracias por venir”. No se trataba de un acto improvisado en un mitin, sino de una cumbre internacional para firmar acuerdos de paz entre Israel y Hamás. Y, sin embargo, la atención se desvió durante minutos hacia el físico de la única mujer líder presente en la sala.

Este episodio no es una anécdota aislada, sino el último ejemplo de un patrón muy reconocible: lo que nunca se le diría a un primer ministro, sí se le dice a una mujer en el poder.
Mientras que a un hombre se le suele elogiar por su visión, liderazgo o determinación, a las mujeres se les lanzan comentarios sobre su apariencia, vestimenta o “encanto” personal. El resultado es un doble rasero que trivializa su autoridad.
No es un halago
En España, este tipo de comentarios también ha tenido eco. En febrero de este año, Yolanda Díaz denunció públicamente que un periodista en el Congreso le había dicho: “Cada vez estás más guapa”. “Yo soy vicepresidenta, imagínate lo que vivimos las mujeres a diario”, afirmó generando un amplio debate sobre los límites entre la cortesía y el sexismo en espacios institucionales.
@la_ser ‼️ Yolanda Díaz denuncia en #Hora25 la situación machista que vivió en el Congreso con un periodista 🫸🏼 “Sin rubor me dijo que cada día estaba más guapa” #yolandadiaz #stopmachismo #congreso #periodismo #acoso #feminismo #congreso #política #cadenaser
Fuera de nuestras fronteras, la lista es larga. A Theresa May, cuando era primera ministra británica, se le dedicaron más columnas sobre sus zapatos que sobre su programa político. The Guardian llegó a publicar un artículo titulado “Look at those shoes” analizando sus tacones.
La misma May abordó el tema: “Es bien sabido que me gustan los zapatos. Esto no me define ni como mujer ni como política, pero sí me define ante los ojos de los periódicos.”
En Estados Unidos, titulares sobre Kamala Harris destacaban “la sonrisa que conquista” o su “elegancia” en la noche electoral, algo impensable en la cobertura de Joe Biden. En Francia, Ségolène Royal fue descrita en prensa como la candidata más guapa de la V República y se publicaron crónicas hablando sobre su físico durante la campaña presidencial de 2007.
Entre iguales…
Si que los medios reduzcan a una líder política a su peinado, sonrisa o vestuario ya es preocupante, más lo es cuando quienes lanzan los piropos son sus propios compañeros de escena internacional.
Uno de los ejemplos más recientes y evidentes es, precisamente, el de Donald Trump hacia Giorgia Meloni. Pero no es ni el primero ni el único.
En 2013, Barack Obama presentó a la entonces fiscal general de California, Kamala Harris, en un acto de recaudación de fondos. La describió como “brillante” y “dura”… y acto seguido añadió: “También resulta ser, de lejos, la fiscal general más guapa del país.”
Las críticas fueron inmediatas y Obama acabó llamándola personalmente para disculparse.

En Europa, Silvio Berlusconi convirtió este tipo de comentarios en una marca personal. En 2003, cuando la presidenta finlandesa Tarja Halonen se opuso a que la Autoridad Alimentaria Europea se instalara en Italia, Berlusconi bromeó ante la prensa: “La convenceremos con nuestros encantos masculinos.”
Y en 2011, según filtraciones publicadas por La Repubblica, hizo comentarios despectivos sobre la apariencia de Angela Merkel en conversaciones privadas, que provocaron un pequeño terremoto diplomático en Bruselas.
Liderazgo femenino
Imaginemos, por un momento, que en lugar de Meloni, el comentario de Trump hubiera sido dirigido a Olaf Scholz, Emmanuel Macron o Pedro Sánchez: “Tenemos aquí a un hombre joven y guapo”. La escena resultaría absurda, casi cómica.
La política del siglo XXI ha tratado de avanzar en representación, pero no siempre en el lenguaje y comportamientos que la rodean. Los piropos en entornos institucionales no son inocentes, moldean la manera en que se percibe el liderazgo femenino.