Pese al buen hacer de la economía española, tal y como auguran las estimaciones de las principales instituciones económicas internacionales, España sigue teniendo una enorme cuenta pendiente con Europa. Su tasa de paro. Al mismo tiempo que el país encadena nuevos récord de afiliación y mínimos históricos de desocupación mes a mes, en el conjunto del bloque comunitario la lista que lidera es completamente la opuesta.
Sin embargo, la situación resulta aún más preocupante cuando se analizan los datos relativos a las mujeres y si el tiempo sin un trabajo se prolonga durante más de un año. Así, España se erige como el Estado miembro con mayor número de mujeres en situación de desempleo de larga duración. Según los últimos datos de Eurostat, 525.700 españolas llevan más de un año buscando trabajo sin éxito. En términos porcentuales, el país ibérico solo es superado por Grecia, que registra una tasa de desempleo femenina de larga duración del 7,3%, frente al 4,6% de la española.
Para poner estos números en perspectiva, el contraste con otros países de la UE es significativo. Países Bajos, Alemania e Irlanda anotan las ratios más bajas, con un 0,5%, un 0,7% y un 0,9% respectivamente. En cambio, en los países del sur de Europa se observa una tendencia contraria: ningún país mediterráneo, salvo Chipre (1,2%), acredita proporciones por debajo del 2,5%. A las cifras griegas y españolas se suman Italia con el 3,6% y Portugal el 2,5%. Este escenario sitúa a España en una posición destacada dentro de la UE, siendo el país con mayor volumen absoluto de mujeres en desempleo prolongado. Mientras, la proporción relativa de afectadas sigue siendo elevada.
6 de cada 10 son mujeres
El desempleo de larga duración ha mostrado una tendencia descendente en España desde 2021. El número total de trabajadores en esta situación se situaba entonces en el casi millón y medio. Ahora la cifra desciende por debajo de los siete dígitos. La caída ha sido muy pareja en ambos sexos. Entre los hombres, el número se reduce de 633.700 a 401.300 en 2024, un descenso de 232.400 personas (36,7 %). En las mujeres, aunque el descenso en números absolutos es mayor, y pasa de 816.500 a 525.700, es decir, 290.800 personas, su porcentaje de reducción es ligeramente inferior (35,6 %) porque la cantidad de donde partía era mucho más elevada.
Pese a la reducción general, ellas siguen representando la mayoría del paro prolongado en el país. En 2024, las mujeres suponen seis de cada diez personas que llevan más de un año buscando empleo, una proporción que se mantiene estable año tras año. Las causas de esta brecha tienen raíces estructurales. Las mujeres siguen concentradas en sectores con mayor temporalidad y precariedad -como los cuidados, el comercio o la hostelería-. Y enfrentan mayores obstáculos para reinsertarse tras periodos de inactividad, especialmente por la carga de los cuidados familiares.
Además, la edad y la formación continúan siendo factores que amplifican la desigualdad. Las mujeres mayores de 45 años y con menor nivel educativo son las más afectadas. Así, aun cuando las cifras reflejan una recuperación del mercado laboral, la persistencia del desempleo de larga duración femenino evidencia que la mejora no llega con la misma intensidad a todos los grupos.
Ceuta y Melilla a la cabeza en Europa
Por otro lado, el desempleo femenino de larga duración en España presenta importantes diferencias territoriales y, al igual que a nivel europeo, refleja una marcada disparidad entre el sur y el norte del país. En 2024, Andalucía encabezó la lista de comunidades con mayor número de mujeres afectadas, con 143.200. Lo que representa un 7,5% de las mujeres en paro de la región. Canarias también registra cifras elevadas, con 37.600 mujeres (6,8%), seguida de Extremadura (14.800 mujeres; 6,5%). Sin embargo, el caso más llamativo corresponde a las ciudades autónomas. Ceuta y Melilla, con tasas del 22% y 18,7% respectivamente, presentan los niveles más altos de desempleo femenino de larga duración no solo de España, sino de toda Europa.
La particularidad de ambas localidades africanas se explica por la escasa diversificación económica y su alta dependencia del empleo público y el impacto persistente de las restricciones fronterizas con Marruecos. Aunque la frontera se reabrió oficialmente en 2022, el restablecimiento del tránsito comercial y laboral ha sido parcial y limitado. Lo que ha mantenido frenada la actividad económica vinculada al comercio transfronterizo.
Componente “cultural”
A ello se suma, tal y como reconoce a Artículo14 la profesora de Economía Aplicada de la UNED Cristina Castellanos Serrano, un componente “cultural”: “Los roles de género están mucho más arraigados allí que en el norte”. Por ello, las mujeres suelen enfrentarse a mayores barreras para incorporarse al mercado laboral, tanto por la menor oferta de empleo disponible como por la persistencia de estructuras familiares tradicionales que siguen “asignándoles el peso principal de los cuidados”, reconoce la profesora.
En el otro extremo del espectro, autonomías como Illes Balears (6.100; 1,9 %), País Vasco (11.900; 2,3 %) y Navarra (4.600; 2,9 %) registran los niveles más bajos. Este panorama territorial muestra que las disparidades entre regiones son significativas. Las comunidades del sur y las ciudades autónomas presentan los mayores retos. Mientras, en el norte y algunas comunidades de la meseta mantienen niveles más bajos. Lo que evidencia la necesidad de políticas regionalizadas que atiendan a estas diferencias estructurales. Así, sin acciones específicas, estas brechas seguirán condicionando el acceso al empleo para muchas mujeres.


